Una vez que usted ha leído y comprendido tanto el artículo 114, como el 128 al que hace referencia, procede a escuchar con atención el discurso. Es bueno, además, leerlo un par de veces.
Para que el análisis del discurso no resulte en una ejercicio estéril y sin conexión con la realidad usted debe estudiar el contexto nacional y el internacional, porque influyen en el tono y la forma en que la rendición de cuentas se debe ofrecer, y en los riesgos y restricciones que enfrentará el gobierno. Si la nación pasa por un momento difícil caracterizado por el incremento de los precios de los artículos de primera necesidad, por el consumo excesivo de los muy costosos combustibles, por las denuncias de corrupción en importantes esferas del gobierno, por un malestar en la población y la incertidumbre sobre el futuro, se espera que el discurso del presidente sea duro contra la ineficiencia y la corrupción pero que reconforte el espíritu y contribuya a fortalecer la confianza en el futuro.
Si usted desea hacer una evaluación sincera no debe pedir peras al olmo. La rendición de cuentas no es para que el Presidente de la República dirima situaciones partidarias, o propias de la competencia política. Es un discurso sobre su desempeño como jefe del Poder Ejecutivo y presidente de todas las personas dominicanas. No le toca hablar de reelección y del proceso electoral en el solemne Congreso Nacional.
En un mundo en el que cada quien cumple su rol de manera institucional, sería labor de la oposición responder el discurso presidencial con un sopesado análisis de las ejecutorias del año, y no con la misma cantaleta de que el presidente dijo lo mismo de siempre o admitiendo que no se enteraron de lo que dijo, pero que de seguro fue más de lo mismo. Si usted desea analizar el discurso presidencial debe ser serio y no coger las cosas de relajo. Debe saber que todos los discursos de rendición de cuentas tendrán siempre la misma estructura, por lo cual pueden tender a parecerse, eso sí deben variar las cifras, el año a evaluar y las medidas concretas que se propongan.
Siguiendo estas instrucciones, le comunico en breves palabras mi evaluación del discurso de rendición de cuentas del Presidente de la República en este 27 de febrero del año del señor de 2011: El país necesitaba un discurso esperanzado, pero sincero, que no soslayara referirse a las dificultades por las que ha pasado la nación y las acciones para enfrentarlas. El presidente sólo observó una parte de la realidad, no habló de las obvias deficiencias de algunos ministerios y de la necesidad de reorientar las políticas públicas. Al colocar el acento en los aspectos positivos, el discurso se evidencia como desconectado de la nación, poco realista, e incrementa la incertidumbre sobre cómo se enfrentarán los graves problemas nacionales.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
1 marzo 2011
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