La intelectualidad dominicana tiene derecho a la participación política activa. Su contribución en los procesos electorales militando a favor de las opciones que tienen probabilidades de ganar debe ser bienvenida. Es de esperar que ayuden a dar mejor contenido a las campañas. Que hagan propuestas viables, basadas en un diagnostico de la realidad.
Pero, hay que distinguir las consignas electorales de la reflexión académica. Se relacionan, pero pertenecen a dos órdenes y objetivos distintos. En el equipo de Danilo Medina quienes trabajan en los aspectos institucionales, parten del diagnóstico de la existencia de rasgos autoritarios y de una predisposición al irrespeto de las leyes por parte de las elites sociales, políticas y económicas.
Basadas en ese diagnóstico, las consignas electorales de Medina en materia de institucionalidad colocan el acento en el compromiso de cumplir y hacer cumplir las leyes y la promoción de un Gobierno Abierto. Es decir un gobierno que apoye la participación de la ciudadanía, que aplique los más altos estándares de integridad profesional y promueva el acceso a nuevas tecnologías como herramienta de transparencia, de rendición de cuentas y que ayuden a lograr mayor eficiencia en el sector público.
Medina y su equipo buscan establecer un compromiso con la ciudadanía interesada en las cuestiones institucionales. Las propuestas del programa de gobierno y las intervenciones públicas constituyen una carta compromiso con la gente. Se mira hacia lo que queremos hacer.
No digo que exista una estrategia única entre la intelectualidad que apoya al expresidente Hipólito Mejía, pero hay una consigna electoral que emerge como la principal: el combate de la llamada dictadura constitucional.
Un rápido análisis de la idea muestra su poca fortaleza académica. En términos de libertad de prensa basta nombrar a Nuria Piera, Alicia Ortega, Bienvenido Álvarez Vega, Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora, Roberto Cavada e Inés Aizpún. Su presencia crítica y constante en los medios sería imposible en un régimen con visos de dictadura constitucional. En términos de libertad de pensamiento basta observar que todos los teóricos y teóricas de esta consigna política tienen acceso a los medios de comunicación de mayor audiencia para hacer sus planteamientos y llamados de acción.
Si pensamos en la participación de la ciudadanía, las preguntas corren veloces: ¿Sería factible un movimiento por el 4% para la educación con sus éxitos en una dictadura constitucional? ¿Es factible la libertad con que se mueven los grupos juveniles que luchan a favor de la ecología y sus triunfos en la defensa de los haitises?
La sociedad dominicana es presidencialista, lo ha sido siempre, y es seguro que quien asuma la presidencia de la República el próximo 16 de agosto tendrá el poder de ayudar o no a reducir el autoritarismo presente en la sociedad dominicana. Por eso, no debemos votar en base al miedo a un fantasma que no existe, sino en base a las propuesta de cómo enfrentar el futuro. Elija por las propuestas y las historias de cada uno de los candidatos.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
27 Marzo 2012