A 10 años de la muerte del Doctor Joaquín Balaguer queda pendiente la real y efectiva evaluación de su paso por la política dominicana, sin las sobredimensiones encantadas que le han dado tanto opositores como partidarios.
Los opositores de la época lo vieron como un superdotado cuyas acciones estaban milimétricamente calculadas y destinadas al éxito. Crearon la Balaguerología, una disciplina colocada a medio camino entre las ciencias sociales y una visión mágico religiosa y destinista del liderazgo, que descansaba en la visión de que nada se movía en el país que no fuera previamente planificado y ejecutado por la mano visible del líder.
Fue así que El Doctor se convirtió en el modelo de político exitoso y en el referente a imitar. Cierto que fue un político sagaz que supo mantenerse en el poder usando todas las malas artes a su alcance, pero su éxito se explica, además, por el fracaso y poca capacidad crítica de sus opositores, que, para colmo, luego le emularon.
Parte del secreto de Balaguer fue la repartición de los bienes trujillistas que hizo durante los meses que le tocó gobernar, luego del ajusticiamiento del tirano. Se aprovechó de la pobreza dominicana y sus necesidades para controlar y gobernar la nación. No sólo gobernó el país, sino que influyó en “la mentalidad” y las prácticas de la mayoría de sus partidarios y opositores, porque en el fondo admiraban sus métodos.
Balaguer heredó a la sociedad dominicana la visión de la política como el arte de llegar al poder a cualquier costo y la concepción del partido como un accesorio necesario pero prescindible, sacrificable, sobre todo porque puede convertirse en el lugar de entrenamiento de quienes pueden competir con él.
Pero, esta visión ya no tiene cabida en la sociedad dominicana, la necesidad de un partido fuerte y unificado es cada vez más evidente. Como prueba basta observar que el PRSC tiende a su desaparición debido a esa visión, la forma en que se forjaron los liderazgos de Danilo y Leonel en el PLD y la imposibilidad de un sector del PRD de convertir a ese partido en un partido de un solo líder.
Independiente de las capacidades, habilidades e inteligencia de Balaguer, parte de su éxito se explica por las deficiencias de quienes se convirtieron en las posibles opciones de poder frente al Doctor.
Ante determinados fracasos la oposición de la época evitó la evaluación de sus acciones y la modificación de sus estrategias culpando a Balaguer de su propio desastre. Balaguer se convirtió en un fetiche creado por la oposición para justificar su incapacidad.
Como si la historia no enseñara nada, hoy repiten la construcción de un nuevo fetiche que pretende exculpar los propios errores. Una parte del liderazgo político padece de un complejo de Edipo trasnochado que no acaba de superar. Primero construyeron la Balaguerología, y hoy están construyendo la Leonelogía. ¿Será que la historia nada enseña?
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
17 Julio 2012