En el almuerzo de la Asociación de Industriales de la República Dominicana (AIRD) Danilo Medina sostuvo: "La política presupuestaria se concentrará en hacer que los recursos de los contribuyentes sirvan para hacer innecesarias las soluciones individuales a los servicios públicos."
La frase ha pasado desapercibida por objetivos analistas, comentaristas y diversos periodistas. Sin embargo, esa sencilla frase pronunciada al final de la parte en que habla de una "Carga tributaria competitiva", es la mejor evidencia de la superioridad de la propuesta de Medina y uno de los mejores indicadores de que su programa integra un cambio de modelo de desarrollo que conecta con las propuestas de promoción del Desarrollo Humano.
Precisamente, fui parte de los consultores que trabajaron en el Informe del Desarrollo Humano del 2008, y me tocó elaborar un ensayo sobre Capital Social, o sea sobre cómo uno de los grandes problemas de la República Dominicana es la búsqueda de soluciones individuales a problemas colectivos.
Si hay deficiencias en la energía eléctrica, quien puede compra un inversor o planta eléctrica; si se reduce la calidad de la educación pública, quien puede paga un colegio privado; si los equipamientos de salud son deficientes, quien puede va a médico y clínica privados.
Esta situación se ve como normal, e impacta en todos los ámbitos, porque promueve que la gente tenga un comportamiento individualista y egoísta, y piense menos en el colectivo. Provoca por lo tanto que la institucionalidad de la nación sea precaria. Afecta al desarrollo porque la gente no coopera entre sí. Afecta a la creación de proyectos colectivos porque la gente no confía entre sí. Convirtiendo todo el país en una selva basada en sálvese el que pueda y no en una comunidad basada en la promoción del colectivo.
Recientemente, el Latinobarómetro 2011 confirma la necesidad de que la ciudadanía se involucre en las cuestiones colectivas. En la página 55 se observa que en el caso dominicano apenas 39% de los ciudadanos y las ciudadanas está dispuesto a cumplir la Ley, mientras que 63% está dispuesto a exigir sus derechos. La proporción de la ciudadanía que es "conscientes de sus obligaciones y deberes", es casi la mitad 49%. Obviamente esa gran mayoría dispuesta a exigir sus derechos pero no a cumplir con las obligaciones, nos habla de una sociedad con ciertos niveles de anomía y propensa al individualismo, a no reconocer los derechos de los demás, solo los propios.
¿Qué puede hacer el Estado ante esta situación? Dos cosas importantes: 1) garantizar el imperio de la ley, que se aplique a todos y todas por igual, de manera que nadie se sienta con el privilegio de que sus derechos están por encima de sus deberes o de los derechos de los demás y 2) reducir el individualismo; y una de las vías de hacerlo es, como dijo Danilo en AIRD, provocando que "la política presupuestaria se concentre en hacer que los recursos de los contribuyentes sirvan para hacer innecesarias las soluciones individuales a los servicios públicos." Estimulando así el sentido de comunidad y pertenencia a la misma nación.
Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
9 Noviembre 2011