Virus en el sistema político dominicano

Los virus informáticos recorren Internet sembrando el pánico en las almas de cibernautas perplejos. Pueden borrar el disco duro de la computadora mejor protegida o pueden quedarse residiendo en el cerebro haciendo lo que les viene en gana. Un mínimo error y de repente se está con las manos en la cabeza, tratando de recordar cuándo fue la última vez que se hizo un respaldo.

Quienes hemos sido víctimas de alguna de esas toxinas informáticas sabemos el sentido de indefensión y desamparo que provoca su súbita entrada en nuestro ordenador. Lo peor es cuando el virus se hace residente y no hay forma de desalojarlo a menos que no se formatee el disco duro o se cambie de computadora. El clientelismo político es a la sociedad dominicana lo que los virus informáticos a las computadoras. Se ha metido en todas las organizaciones de tal manera, que es imposible sacarlo si no se “formatea” el disco duro, es decir si no provocamos un cambio real.

El clientelismo es tipo Worn (gusano, en español), se alimenta de las informaciones del disco duro y las envía a diestra y siniestra. Es hermafrodita, se reproduce a sí mismo alojándose en los archivos y la memoria de la sociedad. Es mutante perpetuo, cambia su apariencia y modo de operación según las circunstancias. Es el formidable enemigo de todo proyecto de cambio. Es la base que justifica la corrupción y el uso patrimonial de los bienes públicos.

Combatir este esperpento es difícil pero no imposible. Para hacerlo hay que actuar como los antivirus. La primera acción es identificar la ponzoña virosa, saber el tipo de toxina informática para proceder a limpiar la máquina. ¡Ay!, pero entre nosotros mucha gente honesta se niega a admitir que sus prácticas son clientelares y obstaculizan el proceso de identificación de los virus.

En los partidos hay personas que son robles de moralidad y guardianes íntegros de una ética personal, pero justifican la corrupción con el argumento de que la política es así y no se puede cambiar y su partido es menos malo que el otro. Situación similar ocurre en las organizaciones de la sociedad civil, se justifican muchas barbaridades “para no dañar la imagen de todos y todas”. Necesitamos una limpieza general urgente.

Los virus no duran para siempre. Si ayer había que formatear el disco duro, hoy los computadores vienen con antivirus, existe un grupo de ingenieros que aprende y cuya función es liberarnos de las venenosas entidades de todo tipo o por lo menos protegernos de ellas. Un día mi hermano Pablo Mella, citando a Habermas, me dijo que las sociedades aprenden, y tiene razón. Pero el proceso de aprendizaje es lento y se necesita de ingenieros sociales que inspiren el cambio, y esa es la gran carencia de la sociedad dominicana: nos falta liderazgo inspirador que se la juegue por una idea, hay demasiada timoratez.

Debemos prestar más atención al sistema educativo porque le corresponde el papel de antivirus en lo cultural; a la política social, que sería antivirus en lo económico; y a la participación, el antivirus en lo político y social. La juventud son los nuevos computadores.