Me dice un amigo: -no escribas sobre ese tema, has realizado trabajos para el Banco Mundial, y como consultor independiente no te conviene, porque es una potencial fuente de consultorías y asesorías.
Pero, me es imposible callar.
Así como desde la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción sostengo que al gobierno le falta visión, energía y voluntad para combatir la prevaricación, el dolo, el tráfico de influencias y el conflicto de interés.
Así como desde el seno de las organizaciones de la sociedad civil planteo que se necesita más acción, que debemos combatir la corrupción con movilización social, que no es suficiente hacer turismo anticorrupción de congreso en congreso, que las tertulias para juntos lamentar la situación de la política anticorrupción son insuficientes.
Así mismo debemos demandar que los organismos internacionales que dicen promover la gobernabilidad y la transparencia, prediquen con el ejemplo, que no metan la basura debajo de la alfombra.
Mi amigo responde, subiendo la voz y gesticulando: -Iluso, mil veces iluso, qué carajos le importar a Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, que tú escribas sobre su caso.
Sé que tiene razón.
Este Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial (BM), tiene una novia llamada Shaha Riza, a la que el BM le paga unos 194 mil dólares al año. Según las reglas del banco, una pareja de novios o esposos no pueden supervisarse entre sí, ni tener el mismo rango, es decir no pueden estar en el mismo organismo. Tampoco es válido que un novio o novia decida el salario de su cónyuge.
Este Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, subió un 8% al salario de su novia, y la trasladó al Departamento de Estado, lo que desató un pandemonio terrible. Incluso en una reunión semanal, uno de los dos directores del banco de marras, Graeme Wheeler, le pidió al presidente de marras que renunciara. Wheeler es el segundo hombre de importancia en el BM. Pero, el presidente Wolfowitz sigue “subío” en el palo y apoyado por el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Obviamente a un señor tan poderoso no le importa la opinión de uno de los “nativos” de esta exquisita isla del mar Caribe. Pero, hay que decirlo, ¿cómo puede uno creer en la sinceridad de las recomendaciones del Banco Mundial en la lucha contra la corrupción? ¿Le harán caso los países en los cuales tiene presencia?
Sé que a esa gente no les importa mi opinión, pero a mí sí, y a quienes reciben financiamiento del BM o del Departamento de Estado, también deberían importarles las acciones de quienes les financian.
Si nos quedamos callados, nos hacemos cómplices.
El caso deslegitima la lucha contra la corrupción que el BM ha financiado en el país. Recientemente el BM presentó un informe sobre la pobreza en la nación, alguien me dijo ¿lo escribió Wolfowitz o su novia? ¿Le podemos creer?
Ayer una amiga preguntó, ¿esos son los que luchan contra la corrupción en el mundo, los que dicen que hay corrupción en el país? ¿Podemos censurar al funcionario que le regala una “simple” yipeta a su amante y diva?
La permanencia de Wolfowitz es una afrenta, un oprobio para quienes luchamos contra la corrupción. No debemos callar.
Esas ONG´S que reciben financiamiento no deben quedar impávidas, con un “zipper” en la boca y aunque sus voces, como la mía, no les importen a los dueños del mundo, si nos importan a nosotros que tanta confianza hemos depositado en ellas.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe,
26 de Abril 2007
Pero, me es imposible callar.
Así como desde la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción sostengo que al gobierno le falta visión, energía y voluntad para combatir la prevaricación, el dolo, el tráfico de influencias y el conflicto de interés.
Así como desde el seno de las organizaciones de la sociedad civil planteo que se necesita más acción, que debemos combatir la corrupción con movilización social, que no es suficiente hacer turismo anticorrupción de congreso en congreso, que las tertulias para juntos lamentar la situación de la política anticorrupción son insuficientes.
Así mismo debemos demandar que los organismos internacionales que dicen promover la gobernabilidad y la transparencia, prediquen con el ejemplo, que no metan la basura debajo de la alfombra.
Mi amigo responde, subiendo la voz y gesticulando: -Iluso, mil veces iluso, qué carajos le importar a Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, que tú escribas sobre su caso.
Sé que tiene razón.
Este Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial (BM), tiene una novia llamada Shaha Riza, a la que el BM le paga unos 194 mil dólares al año. Según las reglas del banco, una pareja de novios o esposos no pueden supervisarse entre sí, ni tener el mismo rango, es decir no pueden estar en el mismo organismo. Tampoco es válido que un novio o novia decida el salario de su cónyuge.
Este Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, subió un 8% al salario de su novia, y la trasladó al Departamento de Estado, lo que desató un pandemonio terrible. Incluso en una reunión semanal, uno de los dos directores del banco de marras, Graeme Wheeler, le pidió al presidente de marras que renunciara. Wheeler es el segundo hombre de importancia en el BM. Pero, el presidente Wolfowitz sigue “subío” en el palo y apoyado por el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Obviamente a un señor tan poderoso no le importa la opinión de uno de los “nativos” de esta exquisita isla del mar Caribe. Pero, hay que decirlo, ¿cómo puede uno creer en la sinceridad de las recomendaciones del Banco Mundial en la lucha contra la corrupción? ¿Le harán caso los países en los cuales tiene presencia?
Sé que a esa gente no les importa mi opinión, pero a mí sí, y a quienes reciben financiamiento del BM o del Departamento de Estado, también deberían importarles las acciones de quienes les financian.
Si nos quedamos callados, nos hacemos cómplices.
El caso deslegitima la lucha contra la corrupción que el BM ha financiado en el país. Recientemente el BM presentó un informe sobre la pobreza en la nación, alguien me dijo ¿lo escribió Wolfowitz o su novia? ¿Le podemos creer?
Ayer una amiga preguntó, ¿esos son los que luchan contra la corrupción en el mundo, los que dicen que hay corrupción en el país? ¿Podemos censurar al funcionario que le regala una “simple” yipeta a su amante y diva?
La permanencia de Wolfowitz es una afrenta, un oprobio para quienes luchamos contra la corrupción. No debemos callar.
Esas ONG´S que reciben financiamiento no deben quedar impávidas, con un “zipper” en la boca y aunque sus voces, como la mía, no les importen a los dueños del mundo, si nos importan a nosotros que tanta confianza hemos depositado en ellas.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe,
26 de Abril 2007