Hay en la sociedad dominicana una pasión por el inmovilismo en el pensamiento: ¿haraganería intelectual o miedo al poder establecido? Hay una nueva generación de ciudadanos y ciudadanas que se gesta al amparo de una sociedad en mutación vertiginosa, en proceso de adaptarse a un mundo cada vez más competitivo, cada vez más exigente, cada vez más hostil para las sociedades inmóviles y sin pensamiento. Hay la necesidad de una nueva generación de pensadores dotados de creatividad y pasión por la inteligencia y el debate de las ideas.
Hay la demanda de hombres y mujeres que se remonten por encima de sus maestros y de los Señores del Castillo para ir transformando el espíritu dominicano, la dominicanidad, en el marco de esta mundialización indetenible, de esta globalización salvaje. No es suficiente debatir sobre un TLC, el sentimiento de formar parte de una comunidad internacional, y creernos globalizados porque sabemos usar la Internet y miramos cientos de canales de televisión. La República demanda una vida intelectual rica, que piense la nación de forma creativa y nueva, afirmándonos como nación individual, seremos más capaces de internacionalizarnos, globalizarnos, mundializarnos en mejores condiciones. A veces creo que nuestro parnaso intelectual demanda de alguien como K., el personaje de la novela “El Castillo” de Kafka. Este K. que me imagino ha de ser joven de espíritu, con una visión del mundo fresca y atrevida.
Según la novela Kafkiana, el Castillo se ubica lejos, lugar de pesadilla al que sólo tienen acceso los burócratas y sus ordenanzas. Los Señores del Castillo vigilan, dominan, regulan la vida de la aldea. El común de la gente ni siquiera sabe si en el Castillo hay salas de espera. Es una estructura impenetrable y difusa. Se sabe que está ahí, que tiene poder para decidir sobre la vida y la muerte, pero su presencia sólo se intuye, no se ve. Los Señores del Castillo son omniscientes y ubicuos. No se equivocan en lo más mínimo, según el pensar de quienes habitan la aldea:
“La autoridad tiene por principio de trabajo que no se cuente con la posibilidad de una falla” (Kafka, Frank: “El Castillo”, Alianza Emecé, 1982, pág. 76).
K. cuestiona la autoridad, ha sentido el poder de Klamm, uno de los Señores del Castillo, en su propia alcoba; pero aún así cuestiona ese poder y trata de desentrañar la razón de su imperio sobre la aldea. Pero la gente lo acusa de no entender nada:
“Sólo por esta razón le diré que es tremendamente ignorante respecto a las condiciones del lugar; le estalla a uno la cabeza al escucharle y al comparar, mentalmente, lo que usted dice y piensa, con la situación real” (pág. 66).
La gente se aferra a la realidad que conoce y sabe que está ahí y ahí seguirá, se aferra a una forma de ver el mundo que ha sido la misma desde tiempos inmemoriales y esa forma de ver la realidad es uno de los sostenes más importantes de los Señores del Castillo. K. sabe que todo está en la cabeza de la gente, sostiene que el poderío del Castillo es pura leyenda, sólo el temor y la aceptación de la opresiva realidad que vive la aldea dan vida y sentido al poder del Castillo.
“No es una leyenda”, dice la mesonera, “es, por el contrario, producto de la experiencia general”. “De manera que puede refutarse mediante nuevas experiencias, dijo K” (pág. 100).
Esta frase es una brecha genial en la realidad, en esa pedestre realidad que nos ha creado el pensamiento conservador, esta frase, “de manera que puede refutarse mediante nuevas experiencias”, es el gran desafío del pensamiento dominicano contemporáneo, o sea la búsqueda de cómo refutar el poder de lo viejo con nuevos proyectos que sean experiencias novedosas. Experiencias viejas contra nuevas experiencias. Es evidente que hablo de la necesidad de una generación con pensamiento propio, capaz de criticar lo existente, que no se detenga ante lo inmutable y el inmovilismo que nos quieren inculcar. Que enfrente esas aparentes ideas modernas que no son más que una forma de cambiar para que todo siga igual.
Construir una nueva realidad. No eternizar lo actual. Desafiar la idea del presente como algo eterno. No ser el soporte intelectual de los Señores del Castillo. Es urgente la presencia de un K. que cuestione, cual bufón de la corte, esta realidad opresiva y muelle, que nos ayude a crear un futuro lleno de nuevas y ricas experiencias, que nos permitas una apertura del pensamiento, que coloque el intelecto al servicio de causas, de proyectos, no de personas y el poderos caballero don dinero. Que no vea la globalización como una forma de permitir que las potencias se sirvan con la cuchara grande de este país de enorme corazón. K., se me antoja como metáfora de una generación necesaria, que se incuba pero no acaba de salir del cascarón. K. es la generación necesaria.
Ramón Tejada Holguín