Como ciudadano preocupado por la institucionalidad trato de reflexionar sobre el PRD y su necesario fortalecimiento institucional, pero como melómano una canción me acosa cual fantasma y me impide la concentración necesaria para escribir este artículo. La pieza original la canta Mina en italiano: "Parole, parole, parole". La escuché por primera vez en mi adolescencia, interpretada por la fabulosa Lissette Álvarez: "Palabras, palabras, palabras, palabras, tan solo palabras hay entre los dos".
Esas letras se han aposentado en mi alma y no me dejan siquiera leer la prensa y enterarme sobre la marcha del conflicto en el PRD, o sobre el concepto que los grupos cercanos a Mejía tienen de la institucionalidad, del respeto a las leyes, del Tribunal Superior Electoral, de la democracia como régimen político y como cultura partidaria. Alguien menciona el vocablo dictadura y aplauden entusiastas quienes quieren evitar hacer un verdadero balance de la participación electoral del PRD. No escucho el resto, porque la voz de Lissette me gobierna: "Caramelos, ya no quiero más".
No me malinterpreten. Hablo de una canción que en italiano o español no logra salir de mis neuronas. Intento concentrarme en el tema de mi artículo de esta semana: los partidos dominicanos, sus funciones y el conflicto del PRD.
Estudiosos y estudiosas de los fenómenos políticos consideran que una de las funciones principales de los partidos es la de actuar como mediadores entre la sociedad civil y el estado. Forman parte de la sociedad política, pero tienen un pie en la civil. En ese sentido, operan como aglutinadores de las demandas de diversos sectores de la ciudadanía, y presentan un proyecto que pretende ser universal, es decir que encarna los diversos intereses sociales y económicos. La reflexión se difumina y es Mina en español que entona: "De rosas y violines, esta tarde no quiero que me hables".
Mis neuronas insisten en pensar la cuestión política dominicana. Ojalá, aunque sea por un momento, la canción me deje pensar, ya no desde el punto de vista teórico, sino práctico. Parecería que los políticos profesionales dominicanos creen estar colocados por encima de la sociedad, y que su función es la de domesticarla, controlarla, darle lo que ellos creen que ella necesita, aunque la sociedad piense otra cosa.
La relación sociedad y partido es de doble vía. Es decir, los partidos hacen propuestas y tratan de convencer a la ciudadanía de que su visión es la correcta. Pero, al mismo tiempo, la demanda de democracia que se realiza desde la sociedad civil, se supone, debe tener un gran impacto entre los partidos. De nuevo la voz melodiosa de Mina llega a fibras jamás tocadas: "La luna y los grillos, normalmente desvelan mis noches."
Bueno, quiero concluir que se necesita una nueva generación política, en particular en el PRD, que posea un diagnóstico acertado de la democracia dominicana, de manera que su acción política sea de calidad. Oigo a Lissette: "Palabras, palabras, palabras".
Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
El Caribe
19 Junio 2012