Balaguer, el individualismo y el Desarrollo Humano

Sostuve la semana pasada que el Complejo del Gancho y la creencia en el Estado como un demiurgo se transformaron y se manifiestan como falta de confianza en las propias fuerzas y hacia los demás. Esto bloquea la construcción de Capital Social Comunitario. La pregunta es ¿Cómo se efectuó esa transformación? Las generaciones que vivieron y las que nacieron durante el trujillato se socializaron en el contexto de la paranoia estudiada por Zaglul y con la actitud esquizoide hacia el gobierno estudiada por Galíndez. Esquizoide porque mientras se expresaba adhesión al régimen se “sabía” que sus acciones carecían de legitimidad. Las representaciones de la sociedad y los temores se traspasan de una generación a otra y sobreviven a las condiciones sociopolíticas y económicas que las originaron. Es indudable que con el paso del tiempo y la influencia de otras culturas “la ideología” tiende a cambiar. No se trata de ruptura absoluta, es mutación: una pizca de lo mismo con algo de lo nuevo. El miedo al calié y el temor a no trabajar si se es desafecto ya no existe. Pero operó como un catalizador del individualismo egoísta, ya que bloqueó la existencia de relaciones fluidas y basadas en la confianza.

Otras tendencias globales y otras nacionales ayudaron a perfilar ese individualismo egoísta. Entre las globales están las migraciones y el individualismo que estimula la modernidad, que se relaciona con el reconocimiento de la persona como un sujeto individual con derechos y deberes en lo social, que con la globalización se ve adobado por una búsqueda hedonista del yo en una sociedad de cambios vertiginosos. Un proceso que podría ser positivo, y lo fue en muchos países, como el descubrimiento del individuo como sujeto de derechos y deberes deviene en una de las fuentes del individualismo egoísta y desconfiado de la acción colectiva que se ha ido convirtiendo en predominante en la “visión del mundo” de gran parte de la ciudadanía dominicana, especialmente los sectores de las llamadas clases medias.

La construcción de “la dominicanidad actual” se marca, pues, por esas tendencias sociales que fueron exacerbadas por el clientelismo balaguerista. Balaguer despreció tanto la acción colectiva que siempre prefirió negociar con personas individuales y no con grupos o colectivos. Por eso la fascinación que ejerció entre quienes le conocieron, fueran o no opositores, por eso su trato tierno con la persona individual desafecta o no y su rispidez hacia los grupos. No construyó un partido moderno y un liderazgo colectivo fuerte. El uso patrimonial del Estado es la base material de esta ideología y la reivindicación de Balaguer y la perseverancia en las prácticas clientelares son los formidables bloqueos para la construcción del Capital Social Comunitario en el país. Es decir, de ese “Capital” que estimula la cooperación y la confianza, que influye en una mejor distribución de las riquezas sociales, económicas y culturales y nos hace más solidarios, que reduce la desigualdad y la exclusión y se convierte en un pilar importante del Desarrollo Humano.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
7 de septiembre 2006

La herencia de violencia del Papá Grande

El Papá Grande: el día de la muerte de Balaguer.


Ramón Tejada Holguín - Ultima Hora 22 de julio 2002

Nos hemos ganado un sitial en la historia contemporánea porque aquí tuvo a bien nacer el Papá Grande, el más excelso prócer jamás conocido, constructor de la tranquilidad más tranquila que la tranca puede edificar, y de una paz más pacifica que la de los cementerios. El día de su muerte los informadores imparciales, guías espirituales del pueblo, nos quitaron la venda transparente de los ojos y pudimos ver la realidad real que nunca habíamos visto: éramos una partida de malagradecidos que nunca lo colocamos en su justo lugar, todos tenemos una formidable deuda con él.

Dijeron que gracias a su visión de futuro, el Papá Grande nos transformó en un pueblo monumental, con enormes avenidas atiborradas de lujosos autos y fastuosos puentes sobre secos ríos. Dijeron que nadie había construido tantas instalaciones deportivas para recreo de nuestros jóvenes, ni tantas escuelas y hospitales para recreo de nuestros profesores, estudiantes, médicos y pacientes. Por el luto generalizado el día de su sepelio nadie pudo encontrar ni un paño negro en tiendas de telas y ropas.

Algunos sabemos que debemos agradecer más. Por ejemplo, en lo económico su gran legado ha sido hacer a nuestros ricos más ricos que los de la mayoría de los pueblos vecinos, y con nuestros pobres hizo algo similar: los convirtió en más pobres que los de la mayoría de los pueblos cercanos. No le prestó atención a la gente pobre de su época porque era un visionario, un profeta que no debía detenerse ante pequeñeces como la vida humana. Por lo que concentró sus energías en erigir enormes obras que aprovecharían las futuras generaciones... de ricos. Pero, su legado político ha sido mayor.

Decidía las cosas con sapiencia y tacto sin que le importaran las instituciones, la justicia o la gente misma. ¿Si él era la encarnación del bien, quien mejor para ser el gran arbitro? Eso sí su Dios, y estrella guía, era el poder por el poder mismo. Pero lo que más le agradecemos es no haber dejado un líder intacto que nos desgobierne como él.



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Herencia de Violencia

Publicado en Ultima Hora, el 12 de Mayo del 2003

Ramón Tejada Holguín

Hay que conocer el pasado para entender el presente y construir un futuro en el que la vida buena sea accesible a quienes tienen la capacidad y la voluntad de trabajar honradamente.

René Fortunato, en "La violencia del poder", rescata imágenes que deben ser complementadas con una honesta reflexión que trascienda los macabros sucesos narrados.

Hay que buscar la singularidad de los hechos, observar su curso y las motivaciones de los actores que se adueñaron del escenario político y social dominicano, porque así podremos entender mejor la realidad, e hipotetizar sobre la marcha de los acontecimientos.

No todo fue color de rosa, pero el vampirismo político se cebó de un solo lado. Pudimos llegar a la modernidad por un camino diferente, respetando los derechos y la institucionalidad. La voluntad férrea de un Balaguer que agarraba con uñas y dientes el poder nos bloqueó un camino distinto. Ese ayer ha construido el hoy de la desinstitucionalización, del irrespeto por las reglas de juego, de la búsqueda de ventajas personales: esa es la gran herencia de Balaguer.

No hay dudas: él es padre de la debilidad institucional dominicana. ¿Y los otros? No pregunto por esos que construyeron partidos balagueristas en esencia. Pregunto por la fabulosa izquierda. Sabemos que unos se desviaron en algún recodo del camino: giraron hacia la delincuencia o abjuraron abrazando la causa de sus verdugos.

Los peores formaron bandas terribles; ese Macorís, que ayer en petulantes actuaciones televisivas reclamó orondo sus presas saladas de sangre y horror, hoy dice que la terrible Banda, esa sanguinaria asociación de malhechores, fue un organismo de la sociedad civil. Quedan enormes preguntas sin respuesta sobre los que se mantuvieron fieles a los principios. Por ejemplo: ¿por qué la izquierda democrática no pudo construir una opción política y moral que viabilizara una sociedad en la cual no se adore a Balaguer ni su terrible herencia coquetee con las voluntades de quienes nos dirigen? ¿En qué fallaron nuestros héroes?