Sostuve la semana pasada que el Complejo del Gancho y la creencia en el Estado como un demiurgo se transformaron y se manifiestan como falta de confianza en las propias fuerzas y hacia los demás. Esto bloquea la construcción de Capital Social Comunitario. La pregunta es ¿Cómo se efectuó esa transformación? Las generaciones que vivieron y las que nacieron durante el trujillato se socializaron en el contexto de la paranoia estudiada por Zaglul y con la actitud esquizoide hacia el gobierno estudiada por Galíndez. Esquizoide porque mientras se expresaba adhesión al régimen se “sabía” que sus acciones carecían de legitimidad. Las representaciones de la sociedad y los temores se traspasan de una generación a otra y sobreviven a las condiciones sociopolíticas y económicas que las originaron. Es indudable que con el paso del tiempo y la influencia de otras culturas “la ideología” tiende a cambiar. No se trata de ruptura absoluta, es mutación: una pizca de lo mismo con algo de lo nuevo. El miedo al calié y el temor a no trabajar si se es desafecto ya no existe. Pero operó como un catalizador del individualismo egoísta, ya que bloqueó la existencia de relaciones fluidas y basadas en la confianza.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
7 de septiembre 2006
Otras tendencias globales y otras nacionales ayudaron a perfilar ese individualismo egoísta. Entre las globales están las migraciones y el individualismo que estimula la modernidad, que se relaciona con el reconocimiento de la persona como un sujeto individual con derechos y deberes en lo social, que con la globalización se ve adobado por una búsqueda hedonista del yo en una sociedad de cambios vertiginosos. Un proceso que podría ser positivo, y lo fue en muchos países, como el descubrimiento del individuo como sujeto de derechos y deberes deviene en una de las fuentes del individualismo egoísta y desconfiado de la acción colectiva que se ha ido convirtiendo en predominante en la “visión del mundo” de gran parte de la ciudadanía dominicana, especialmente los sectores de las llamadas clases medias.
La construcción de “la dominicanidad actual” se marca, pues, por esas tendencias sociales que fueron exacerbadas por el clientelismo balaguerista. Balaguer despreció tanto la acción colectiva que siempre prefirió negociar con personas individuales y no con grupos o colectivos. Por eso la fascinación que ejerció entre quienes le conocieron, fueran o no opositores, por eso su trato tierno con la persona individual desafecta o no y su rispidez hacia los grupos. No construyó un partido moderno y un liderazgo colectivo fuerte. El uso patrimonial del Estado es la base material de esta ideología y la reivindicación de Balaguer y la perseverancia en las prácticas clientelares son los formidables bloqueos para la construcción del Capital Social Comunitario en el país. Es decir, de ese “Capital” que estimula la cooperación y la confianza, que influye en una mejor distribución de las riquezas sociales, económicas y culturales y nos hace más solidarios, que reduce la desigualdad y la exclusión y se convierte en un pilar importante del Desarrollo Humano.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
7 de septiembre 2006