A veces sucede que una especie de sopor te embarga, que cortinas de humo te nublan la vista de esta grosera realidad y por unos instantes no sabes dónde estás, ni lo que haces, ni porqué y para qué, te sientes flotar en un mar de indiferencia, ves esos rostros de desinterés, gente que camina tranquila por las calles como si nada, como si no les importaran el lodo, la pus y la baba que secreta la Sociedad Dominicana post-Agosto.
A veces sucede, no sé si te ocurre en este momento, que crees ser una de las pocas personas que se preocupan, aunque en el fondo sabes que estás equivocado, que otros más se preocupan, entonces a veces sientes que somos muy pocos, que no nos conocemos, que deberíamos ser más y te preguntas: ¿hemos perdido la capacidad de indignarnos ante la injusticia, de asombrarnos ante las barbaridades de actos corruptos, del premio al dolo descarado, de sublevarnos frente al desmoronamiento del tejido social?
A veces sucede que te fastidia saber que la mayoría cree que la sinceridad, la honestidad y una vida pública basada en la transparencia son cosas de mentes infantiles e ingenuas, o son repudiadas como signos evidentes y claros de debilidad o de estupidez.
La Sociedad Dominicana está cambiando su sentido de lo imitable, de lo heroico. La medida de los héroes de un país nos habla de sus aspiraciones como nación.
¿Quiénes son nuestros héroes? ¿Admiramos al que vive dignamente acorde con sus ideas, o a quien recién se monta en una yipeta mil veces más grande que su estatura moral, en una yipeta agostina del tamaño de su ambición monetaria? ¿Qué decir del profesor que tiene 20 años dando clases, que ha sido inspiración de generaciones y apenas puede andar en un carrito de los noventa?
Sé que no eres contrario al deporte, a pesar de que tu Licey perdió, pero molesta tanta admiración por alguien que tiene la suerte de dominar el bate y la pelota y el glamour y el jet set y el derroche de dinero, mientras olvidamos aquellas personas que tienen un average de más de 10, 15 o 20 años de magisterio, o de lucha en la defensa de los derechos de la mujer, o de combate contra la exclusión, o ha contribuido al conocimiento de la realidad, o simplemente es un ser humano que no cede a las tentaciones de los Agostos y cumple su deber incansablemente.
A veces sucede que la indignación te embarga y te incendia el corazón y gritas a voz en cuello que vamos por mal camino y reclamas que cambiemos de héroes, que dejemos de admirar la capacidad de robar y mentir, y comencemos a pensar que esos modelos de comportamiento están llevando el país a la ruina, y nos hacen más pobres como colectivo.
Pides que la ciudadanía incendie su corazón y busque algún espacio desde el cual poder ayudar a cambiar esta realidad insoportable. Sabes, no te achicopales, somos más de los que piensas, a muchas más personas de lo que crees les sucede lo mismo que a ti, lo importante es unirnos, juntarnos, apoyarnos.
Bill Clinton dijo hace un tiempo: "la política es frustrante, imperfecta y a menudo llena de banalidad y falta de visión... Pero sigue siendo la mejor esperanza que tenemos para solucionar nuestros problemas comunes; es muy importante".
Participar desde la sociedad civil u otras esferas es una forma de hacer política, en el sentido de Clinton.
Ramón Tejada Holguín
18 Enero 2010.
El Caribe
http://www.blogs.elcaribe.com.do/articulistas/ramon-tejada-holguin/3551-indignantes-agostos.html