El año político

El año que recién termina reitera la debilidad de las instituciones políticas dominicanas, la falta de mecanismos institucionales para el procesamiento de los conflictos dentro de dichas instituciones y la carencia de mecanismos de gobernabilidad interna de las organizaciones relevantes de la actividad política.

Ninguno de los partidos escapa a este diagnostico.

El PRD no logra ponerse de acuerdo con la fecha de su convención y recién recurre a la JCE electoral para que esta tome cartas en el asunto. Lo que evidencia la perdida de confianza y la incapacidad para dialogar entre las corrientes que interactúan en ese partido. Incluso ha sido imposible que su órgano máximo de dirección se reúna para tomar una decisión al respecto.

El PLD se encuentra en una encrucijada de grandes proporciones debido al enfrentamiento entre los promotores de que el actual presidente se repostule en una esquina y en la otra esquina quienes desean que el candidato de ese partido sea Danilo Medina. Este partido convocó a su comité político y hubo de nombrar una comisión para que estableciera las reglas del juego. El enfrentamiento entre los grupos internos del PLD ha provocado enfrentamientos importantes entre autoridades electas. Diputados y Senadores se han enfrentados entre ellos y con Secretarios de Estados. El próximo año podría profundizar las diferencias y afectar la marcha del gobierno central y del poder legislativo e incluso de algunas de las sindicaturas del país.

En el Partido Reformista se observaron diferencias importantes y la ausencia de mecanismos institucionales para la definición del rol que ese partido debe jugar como oposición. Amable Aristy Castro, por ejemplo, coloca el partido como la punta de lanza para este mantenerse en la Liga Municipal Dominicana y seguir burlándose de los votantes de Higüey. En el tercer trimestre del año hubo intentos de la dirección de ese partido, en especial de su Secretario General, de llamar a capitulo al poderoso señor de la Liga Municipal. Infructuosos intentos. Aristy Castro ha terminado imponiendo su agenda y estableciendo las reglas del juego. Como alumno aventajado de Balaguer, subordina los intereses del partidos a sus intereses personales.

Los partidos pequeños no se quedan atrás, al final del año el recién nacido partido del toro, PRSD, ya conoció su primer cisma cuando Henry Mejía, -uno de los más cercanos colaboradores de Hatuey Decamps, líder del PRSD -, pasó a ocupar un cargo en la Cámara de Cuentas, y fue acusado de irrespetar decisiones del partido, provocando su renuncia.

La pregunta se cae de la mata ¿Cómo puede institucionalizarse una organización si no se respetan las autoridades elegidas por sus bases, si hay poderes fácticos internos que se colocan por encima de todo y si no hay compromiso con el respeto a las reglas del juego?

Estos hechos son sólo la punta del iceberg. La realidad es más profunda y desoladora, y nos llama a interrogarnos sobre la imposibilidad real de acciones políticas colectivas y democráticas en el actual contexto dominicano.

El estilo clientelista y autoritario de control de las instituciones políticas y sus organizaciones parecen estar socavando la legitimidad misma de esas organizaciones y se erigen como un formidable obstáculo para su crecimiento y para que estas respondan efectivamente a las demanda de la ciudadanía, de su militancia, de las personas que por ellas simpatizan, y por lo tanto se convierten en una barrera de grandes proporciones para la construcción de una democracia dominicana sustentable y sostenible.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
28 de diciembre del 2006