The Sessions a ritmo de tuits


Lo admito: abomino del cine, la literatura, la música… abomino de cualquier manifestación del arte que sea meliflua y melcochosa.

Por eso cuando leí el resumen de The Sessions, disparé los labios (la chemba) hacia adelante y se oyeron mis dos chasquidos. SCH. SCH.

Ingredientes del film: un hombre afectado de poliomielitis, se encuentra postrado y atado a un pulmón de acero.

A sus 38 años es virgen y quiere perder la virginidad, pero no con una trabajadora sexual.

Sino con algo llamado “sustituta sexual”. Para más Inri el hombre es sumamente religioso y poeta.

El curita del barrio le ayuda a tomar una decisión.


Es un claro ejemplo, este hombre, de superación personal: a pesar de los pesares se gradúo y trabajaba como articulista. Qué tierno.

Todos los ingredientes dados para una de esas lagrimosas historias de superación personal.

Pero, no. Pero, no. El director y guionista de The Sessions compuso un canto a la resiliencia, a ese algo que da sentido al ser humano.

Nada de compasión, misericordia, de ese “ay, pobrecito ahí acostado”, y a llorar cual telenovela mexicana de las de mi infancia.

Mark, pulmón de hierro, es presentado como un ser vital, que se aferra al mundo con dosis de ironía y humor, a veces cinismo.

Mark, poliomielítico tetrapléjico, tiene sus frustraciones y tristeza, pero también sus alegrías y éxitos: un hombre común.

Pero, no es tan común. Ha vivido intensamente sus 38 años, sin necesidad del culto al cuerpo, con una exquisita visión del mundo.

Sí, ha vivido sin necesidad del culto al cuerpo, pero quiere cuerpo.

No voy a contársela, pero voy a recomendarles que vayan a verla libre de prejuicio y disfrutarán de buen cine, de buen arte.

The Sessions es un canto a lo que de humano tenemos todos y todas, a pesar de los pesares.

Ramón Tejada Holguín
12 marzo 2013.