Daniel Supplice pide "calma, sensatez y perspicacia" en la gestión de las
relaciones entre Haití y la República Dominicana
Le Nouvelliste
Haití
23.07.2015
Dos días después de haber sido retirado definitivamente de su cargo de
embajador ante la República Dominicana, el sociólogo Daniel Supplice escribió al
Presidente de la República.
Publicamos de manera integral la carta en la que el
embajador Supplice hizo un llamado al primer mandatario de la nación a manejar
con calma y sensatez la crisis con el país vecino. El sociólogo, firme en su
posición, sostuvo que el programa de identificación y documentación de los
inmigrantes haitianos en la tierra dominicana es un fracaso.
Santo Domingo, 21 de julio 2015
Su Excelencia Michel Joseph Martelly
Presidente de la República de Haití
Su despacho
NB: PIDIH es un fracaso
Señor Presidente,
Después de haber llevado por noventa y dos (92) días el honor, el respeto, la
conciencia nacional y el patriotismo bicolor nacional en el territorio de Duarte,
Sánchez y Mejía (Mella), tengo el honor de entregar sin manchas con las arrugas
gloriosos de sentimiento patriótico de haber intentado ser útil.
Le ruego crea que la
decisión de hacer este gesto simbólico no es el resultado de una emoción
pasajera ni el cálculo de interés alguno, incluso de una agenda inconfesable.
El hábito de instrucciones claras, precisas, coherentes y en armonía con las
normas diplomáticas y la deontología de la administración pública han terminado
para mi (después de todo este tiempo) en un marco de resultados que considera
más el peso de la realidad objetiva de las cosas, que los informes.
Es con calma, sabiduría y visión que se resuelven los conflictos entre los estados.
La gestión de las relaciones entre Haití y la República Dominicana demanda de la
actitud racional y razonable diversos actores y donde el amateurismo y la
improvisación no tienen lugar.
La República Dominicana es un vecino con quien estamos condenados por la
geografía a vivir juntos a pesar del desarrollo desigual que acompaña una
diferencial marginal de acceso a los bienes y servicios.
He escrito varias cartas que, lamentablemente, se han quedado sin respuesta y,
en mi último informe del 14 de julio, tomé la precaución de renovar la urgencia con
que la diplomacia haitiana tuvo que gestionar la crisis, no sólo en el marco de la
lógica defensa de los intereses nacionales, sino también favoreciendo siempre el
diálogo constructivo.
Es responsabilidad del Embajador de Haití en República
Dominicana asegurar que se mantiene un equilibrio entre el respeto a la dignidad
de nuestro pueblo, de nuestros valores, nuestra moral y costumbres, manteniendo
abierta, de manera realista, el diálogo.
Sabe por qué? Porque mientras usted lee
estas líneas:
a) Miles de nuestros hermanos y hermanas siguen cruzando la frontera "Anba fil"
en busca de una vida mejor;
b) Decenas de mujeres y adolescentes de nacionalidad haitiana, todos los días,
paren niños en los centros hospitalarios dominicanos;
c) Cuarenta y cuatro mil trescientos diez (44,310) jóvenes asisten a las
universidades estatales y centros universitarios privados sin olvidar aquellos que,
viviendo en la frontera, van a las escuelas primarias y secundarias en territorio
dominicano por la mañana y regresan en la noche a Haití;
d) Muchos son los que, retornan a su pais voluntariamente por todo tipo de razón
durante los últimos días, el plan es retomar el trabajo que ellos han abandonado o
donde les esperan;
e) Cientos de miles de hombres, mujeres y niños continuan vendiendo su jornada
de trabajo en el sector agrícola, en condiciones extremadamente difíciles, pero no
piensan en volver a su país
f) Cientos de miles de personas esperan en vano los documentos prometidos que
les habrían permitido regularizar su situación migratoria.
Esa es también la otra
cara de la realidad que tenemos la responsabilidad de administrar!
En doscientos once años, no hemos tenido éxito en la reducción de las brechas
socioeconómicas o mitigando la espinosa cuestión de color. Tampoco en dar a
nuestros ciudadanos un acta de nacimiento demostrando que existen y creando
internamente una situación que podría impedir a millones de haitianos y haitianas
salir del país a todo costo y, a veces en cualquier condición. Si no aceptamos el
hecho de que hay un problema, no habrá solución.
Señor Presidente,
Entiendo a Haití en la lógica de su pasado, en el laberinto su historia, en sus
pasos en falso, con sus estados de ánimo, sus ambiciones pero especialmente
con sus deficiencias, debilidades, limitaciones y decepciones.
También conozco a
nuestros hermanos y hermanas con su amor por la vida, el amor del país, su
respeto por los padres fundadores, su orgullo de ascendencia africana, también
con su desdén por la verdad y su actitud, a menudo irresponsable, en el manejo
de la cosa pública.
Usando una metáfora usted entenderá, aquellos que se montan en la carroza, al
principio de la procesión, no lo abandonan hasta el final del desfile. En general, yo
hago la ruta hasta el final, pero algunos incidentes me obligan a cambiar la ruta
para evitar el juicio lamentable de la historia.
Señor Presidente,
El país espera que usted sea firme y no sea prisionero de los informes pasados o
consejos provenientes de oficinas sospechosas. Las personas que han confiado
en usted, permitiéndole el acceso a la más alta magistratura del Estado. Cuentan
con usted. No soy el primer embajador de la República de Haití en República
Dominicana en ser suspendido, pero espero que ser el último para evitar que,
justamente, al otro lado de la frontera, no persista la creencia de que la derrota de
la inteligencia parece ser una constante, el fracaso nacional de la política exterior
parece ser demasiado.
Así que me voy a casa para unirme a los miembros de mi familia, encontrar el
calor de mis amistades, revivir esta cultura que me invade, esperando lo mejor
para Haití.
Representar y servir a Haití en la República Dominicana fue un gran honor.
Le ruego acepte, Señor Presidente, mis muy patrióticos saludos.
Daniel Supplice
Pinche aquí para leer la cara en francés, publicada por Le Nouvelliste