El Metro es un capricho suntuario

Entrevista a Ramón Tejada Holguín
realizada por su amigo René Rodríguez Soriano

Tenía que encontrarme con Ramón, hacía tantos días que las ocupaciones (de él) nos impedían rondar los sinsentidos que le dieron germen a más de uno de los cuentos con los que quisimos sacarle filo a la fictiva realidad de los días finales del Doctor y sus corifeos. El Ramón, agudo cuentista que ha devenido en sesudo analista de estos socavados predios de posmodernidad y metro; el amigo entrañable con el que tenía tantas ganas de puntualizar algunos trazos que se me pierden de esta otra realidad que casi desconozco. Por eso ahora, que vine al país con un poco más de tiempo, lo “gardeé” a presión para que me contestara algunas preguntas sueltas, sobre la situación social, política, y económica de la República Dominicana.

Ramón Tejada Holguín, además de Sociólogo y escritor de ficción, con más de una docena de libros publicados, ha seguido muy de cerca el proceso que vive la nación dominicana de estos días. El hoy miembro de la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción, tiene una visión muy particular del real estado de situación en que se encuentra el país, de cara a las elecciones presidenciales del 2008. Casi con el mismo desenfado con el que, a principios de los noventa armamos nuestro “Blasfemia angelical”, el Ramón y yo sostenemos este apurado diálogo en el que, de un modo claro y contundente, pasamos balance a un poco de lo que se cocina en el original ambiente político dominicano, hasta los sazones con los que pretenden aliñar el futuro dominicano los candidatos que habrán de interactuar en la contienda que se avecina.

René: En América Latina se habla de que los partidos se encuentran en crisis y que no cumplen su papel, ¿qué está pasando realmente en el país en cuanto al papel de los partidos políticos?

Ramón: Los partidos dominicanos no representan los intereses colectivos de la nación ni de grupos sociales específicos y diferentes. Las elites políticas dialogan entre sí, y la ciudadanía es un telón de fondo, el extra de la película. Las elites políticas se representan a sí mismas y a la claque que les persigue y alaba, al ritmo de un merengue clientelista, los partidos dominicanos representan a esos líderes que se creen colocados por encima del bien y del mal. Los partidos dominicanos se han convertido en maquinarias de beneficio personal, en proyectos individuales y no colectivos. Lo cual se ve favorecido por una ciudadanía de baja intensidad.

René: Y entonces, ¿para qué sirven los partidos?

Ramón: Los partidos son necesarios para la democracia, pero tal como actúan en el presente, no cumplen con las funciones que la sociedad les asigna y exige. Hay una paradoja: la democracia dominicana necesita de partidos fuertes, pero los partidos actuales son el principal obstáculo de la democracia dominicana. ¿Desconcertante, verdad? Cada día más los partidos se alejan de la ciudadanía, de la sociedad y se convierten en elemento de perturbación del orden, creadores de inquietudes, desconfianza y obstáculo para el desarrollo social, económico y político.

René: ¿Les ponemos un “se vende” a los partidos y salimos de ellos?

Ramón: Los partidos necesitan ser regulados por la sociedad, pero en determinados aspectos. Por ejemplo, hay que poner límite al despilfarro y al abominable gasto en campañas internas y nacionales. Esos millones en promoción son una burla al más de cincuenta por ciento de dominicanos y dominicanas pobres e indigentes. Mientras más costosas se hacen las campañas proselitistas y más dinero aportan los grandes grupos económicos, las deudas que contraen los candidatos se intensifican y, por lo tanto, mayores son los recursos del Estado que se enajenan para honrar los compromisos con los patrocinadores.

Pero, no se puede propiciar un exceso de regulación. No se puede legislar todo. No se puede obligar a los partidos adoptar tales o cuales estatutos, no se puede estandarizar la organización partidaria de tal manera que todas, a fin de cuentas, parezcan clones. Hay que dejar espacios para la creatividad y la diferencia.

No quiero ser visto como un derrotista, pero a veces me pregunto: ¿Son los partidos dominicanos el reflejo de una ciudadanía de baja intensidad y poca participación? ¿Cómo lograr la articulación de un movimiento que represente a los sectores populares y no sea delirante partidario del cambio violento, pero que entienda que sus intereses y los del gran empresariado no coinciden en la República Dominicana de hoy?

René: ¿Crees que está contenta o descontenta la mayoría de los dominicanos con el actual estado de situación en que se vive? ¿Por qué?

Ramón: Pensemos en la huelga recién pasada: hace mucho tiempo que en el país no se producía una huelga que tuviera éxito, sin estar marcada por hechos de violencia. La población mostró un nivel de "desacuerdo con el Gobierno", independientemente de que se identifique o no con las demandas específicas de los sectores que convocaron la huelga. Hay que tomar en cuenta que eso indica que de alguna manera existe el caldo de cultivo en la República Dominicana, en la ciudadanía, para algo nuevo y diferente, algo en términos de participación, no solamente política, sino también social.

René: ¿De ser hoy las elecciones quién tiene más posibilidades de ganar? ¿Por qué?

Ramón: Las encuestas dan como favorito a Leonel. La razón tiene más que ver con la debilidad de las ofertas de los otros partidos, el fracaso estrepitoso del PRD de Mejía, y la ausencia de un liderazgo que enfrente a Leonel.

René: Visto y comprobado el caso, ¿Qué diferencia a Leonel de Vargas Maldonado y Aristy Castro?

Ramón: Leonel Fernández, se ha convertido en el líder más importante de la nación, un liderazgo personal y no colectivo. El PLD gira alrededor de él. No hay otro líder en ninguno de los partidos que le haga contrapeso. Y eso no es bueno para la sociedad dominicana.

La existencia de un liderazgo personal muy fuerte puede limitar la democracia y la tentación autoritaria tratará de colarse. El contrapeso es necesario. Quizás por eso pienso tanto en el cuento del traje del Emperador, porque en cierta manera es necesario que los liderazgos particulares y dinámicos tengan personas que sean como los niños que dicen lo que ven y no engañan al Emperador. Pienso en la necesidad de una política social que desarrolle las capacidades de la gente. ¿Quién se lo dice a Fernández? Amable Aristy Castro es el más descarnado de los políticos clientelares del país, que ve como normal lanzar billetes desde helicópteros, y carece de una propuesta política. Es el típico cacique que sólo puede desarrollar en el contexto de sociedades pobres y con escasos desarrollos institucionales, que se aprovecha de la pobreza de las personas para comprar lealtad política.

René: ¿Y Vargas Maldonado?

Ramón: Miguel es un empresario que viene a ser político.

René: ¿Y no se nos escapa alguien en la colada?

Ramón: ¿Te refieres a Candelier? Hasta ahora tiene pocas posibilidades, aparece en las encuestas con menos de un 5%.

René: Y el frente amplio encabezado por Hatuey, ¿qué posibilidades tiene de salvar la nación?

Ramón: Aunque el país necesita contar en su menú electoral con opciones distintas a las presentadas por los partidos tradicionales, las posibilidades reales de una "cuarta vía" no son auspiciosas en términos de las próximas elecciones. En el país existe el caldo de cultivo para una "cuarta vía". De hecho, existen nuevas opciones, como la que encarna Guillermo Moreno, pero no necesariamente pueden ser consideradas como opciones electorales por el momento.

En cuanto a los esfuerzos anunciados por Hatuey Decamps: sería muy difícil pensar que puedan presentar una oferta fresca a la sociedad determinados sectores que han militado en los tres principales partidos junto a organizaciones de la izquierda radical, es cómo mezclar “maco con cacata”. En realidad hay muy pocas probabilidades de juntar a izquierda y derecha en un frente como el que promueve o intenta configurar Decamps.

René: ¿Y el Metro, cómo va? ¿Es realmente ésa la causa de la actual crisis económica que vive el país?

Ramón: La inversión en el metro es una inversión en un capricho, y en algo suntuario. No es responsable de la crisis económica o de la situación económica (no creo que en sentido estricto haya crisis) pero contribuye indudablemente a que la inversión del gobierno no se haga en lo que debe, y al final formará parte de los ladrillos en el muro de las cosas que no se hicieron como debieron.

René: Barájamela despacio, ¿cómo así?

Ramón: El metro pretende solucionar un problema real, el problema del transporte de pasajeros en la zona urbana. El transporte está dirigido por mafias que hacen lo que le viene en ganas. En ese sentido mejorar el transporte y controlar esas mafias, autodenominadas federaciones y centrales y sindicatos, es necesario. Pero, la opción Metro es la más costosa, la que tardará más tiempo y apenas un porcentaje pírrico de los habitantes podrán hacer uso de la pequeña línea del metro. Es más una “delicatessen” que una acción correcta.

René: ¿Dónde están las causas reales de la situación?

Ramón: El clientelismo es uno de los responsables de la ineficiencia e ineficacia del gobierno, es de las causas principales, de los malos manejos del Estado. Muchos se quejan de cómo la degradación clientelar arropa la política dominicana. La queja parece generalizada. Hay quienes justifican la acción clientelar de manera baladí: "es que la mayoría de la gente es clientelista y por lo tanto no hay forma de que un político gane una elección o se convierta en un dirigente partidario sin ceder a la tentación clientelar", dicen. Hay quienes sostienen que el clientelismo es ubicuo: está en todas partes, por lo que combatirlo es casi imposible. Tanto poder se le da al clientelismo que uno termina frustrado, haciendo girar el globo terráqueo y pensando: ¿A qué país, allende América Latina, debe uno ir a vivir para escapar del clientelismo?

René: ¿Por qué el clientelismo tiene tanta fuerza en naciones como la nuestra, pobres, de escaso desarrollo institucional y con políticas sociales deficientes y asistenciales?

Ramón: Para responder a esa pregunta, primero debo decir qué entiendo por clientelismo. En palabras sencillas: es el intercambio de apoyo político por favores. El político da favores (que pueden ser en dinero, en especies, o en respaldo para acceder a bienes y servicios públicos) y recibe a cambio el apoyo de las personas que ha favorecido.

¿Hay solución? Sí, evitemos que los políticos tengan la discrecionalidad de entregar los recursos públicos para hacer clientelismo. ¿Cómo? Luchando por más transparencia, enfrentando ideas como las que justifican que senadores y diputados tengan una cartera dedicada a "ayudar" a sus comunidades, ya que eso es clientelismo en su forma más burda. Pelear porque exista una ley de carrera civil y administrativa que impida que los funcionarios y funcionarias nombren a sus claques en el estado. El clientelismo es pues un fenómeno político-institucional que debe ser combatido con acciones político-institucionales.

René: ¿Crees que así nos alejaríamos o nos acercaríamos al “Miami Chiquito” mentado?

Ramón: No, esa es sólo una arista del problema. Hay otra: la ciudadanía. ¿Qué hacer con tantas personas que los deficientes servicios de educación y salud, no les han permitido desarrollar sus capacidades por lo que no pueden conseguir trabajos estables y bien remunerados? ¿Qué hacer con sectores que logran ascender, estudiar, prepararse pero la rigidez del mercado de trabajo les impide conseguir un buen empleo?

La política partidaria en el país es una fuente de empleo, en la que ideologías y valores no valen, sólo la reproducción material inmediata. Peliagudo y complejo el asunto. Porque el clientelismo tiene una base social y material, que debe ser atacada y no con palabras, sino con hechos. ¿Cómo? Peleando por una política social universal: que ninguna persona crea que para poder recibir un buen servicio público, o beneficiarse de programas sociales específicos, debe andar lamiéndole a un político esa parte en la cual la espalda pierde su nombre.

Además de político, institucional, social y material el clientelismo se relaciona a los valores. Se confunde lealtad y fidelidad con clientelismo. Emplear un familiar incapaz en un organización pública, sea estatal o civil, es clientelismo y no lealtad. Y las ayudas a primos, hijos, hermanos, y demás familiares es lo más generalizado en todas las esferas de la sociedad. Ahí nadie escapa. Para unos ayudar a quien les apoya es lealtad y apoyar a quien les ayuda es fidelidad, pero las ayudas las sacan de nuestros bolsillos. El clientelismo es la célula del comportamiento corrupto. Es claro que las acciones propuestas aquí no son exhaustivas, porque el espacio no lo permite, son sólo indicativas. El mensaje es que un fenómeno multidimencional debe ser atacado de manera multidimensional.

René: En pocas palabras, ¿cómo piensas que saldríamos del hoyo institucional en que se encuentra varado el país?

Ramón: Las elites dominicanas, las políticas, las sociales y las económicas tienen excelentes propuestas para salir del hoyo institucional. En el país no hay problema de propuestas. El programa de Hipólito mejía tenía excelentes elementos para ello, el programa de Leonel también. Hay propuestas desde todos los ámbitos muy buenas. El problema es esencialmente de aplicación, de ejecución. Es decir el problema es de acción, y de sacrificio, el problema es que las elites dominicanas se benefician grandemente de este estado de cosas. Por eso es necesario la formación de movimientos más cercanos al pueblo, a la gente de a pie.