Pero, la política partidaria se ve como una fuente de empleo, en la que ideologías y valores tienen poco arraigo, y la reproducción material inmediata es el principal motivador de la activa participación política de la gente. Peliagudo y complejo el asunto. El clientelismo es un camino de doble vía. No es un monstruo cualquiera, es una hidra que tiene una base cultural, pero también otra social y material, que deben ser atacadas directamente y no con palabras, sino con hechos.
El clientelismo es de orden político, institucional, social y material, y también se relaciona a los valores. Se confunde lealtad y fidelidad con clientelismo. Emplear un familiar incapaz en un organización pública, sea estatal o civil, es clientelismo y no lealtad. Y las ayudas a primos, hijos, hermanos y demás familiares es lo más generalizado en todas las esferas de la sociedad. Ahí nadie escapa. Para unos, ayudar a quien les apoya es lealtad, y apoyar a quien les ayuda es fidelidad, pero las ayudas las sacan de nuestros bolsillos.
Eso sí, debemos estar claros: el clientelismo no es sólo cuestión de consciencia, cultura y nivel educativo; es mucho más. Remite a las formas de satisfacer las necesidades perentorias de gran parte de la población. Sí, tiene una base material. El clientelismo tiene tanta fuerza porque su base material es la pobreza (más de la mitad de la población) y las deficiencias de las políticas sociales, en particular la educación y la salud. Hay que decirlo, si no se ataca la base material del clientelismo, su reducción será casi imposible.
Cómo atacar la base material. Peleando por una política social universal: que ninguna persona crea que para poder recibir un buen servicio público, o beneficiarse de programas sociales específicos, debe andar lamiéndole a un político esa parte en la cual la espalda pierde su nombre.
El clientelismo es la célula del comportamiento corrupto. Es claro que las opiniones sobre cómo reducir el clientelismo no son exhaustivas, porque el espacio no lo permite, son sólo indicativas. El mensaje es que un fenómeno multidimensional debe ser atacado de manera multidimensional.
La salida del hoyo negro clientelar, hoy, demanda acción. Las élites políticas, sociales y económicas tienen excelentes propuestas para mejorar el entorno. En el país no hay problema de propuestas. Hay propuestas desde todos los ámbitos, unas mejores que otras. El problema es esencialmente de aplicación, de ejecución, de acción y de sacrificios; el problema es que gran parte de las élites dominicanas se benefician grandemente de este estado de cosas. Por eso lo que se necesita es un proyecto político viable, y un equipo confiable para su ejecución.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
12 de Julio 2011