El tonto de la colina mira al presidente buscando la reelección (partes 1 y 2)

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En la canción “El Tonto de la Colina”, los Beatles nos hablan de un hombre al que nadie quiere conocer, que a nadie agrada, y ninguno escucha. Un ser humano que, tranquilo y sereno, mira el mundo dando vueltas, le dicen tonto porque los ojos de su cabeza miran el ocaso del sol con placer.

Un fresco día, el Tonto de la Colina fijó su vista en República Dominicana, vio a un presidente buscando la reelección de su partido. En la cima de su colina, aislado, ubicado fuera de las pasiones políticas, trata de ver diversas aristas del tema.

La primera pregunta que se hace es de orden ético ¿un presidente puede involucrarse en campaña política y al mismo tiempo cumplir con su deber de presidente? Con la vista perdida en el proceso electoral, piensa que la pregunta no tiene respuesta simple y monosilábica, y se formula otra pregunta ética ¿que tan frágil es la línea que separa al ciudadano Leonel Fernández, como candidato, del doctor Leonel Fernández como presidente de la República Dominicana?

El de la Colina cena solo, come lo que la colina produce, pelando una naranja se hace una pregunta que nada tiene que ver con la ética ¿conviene al país la reelección?

El ciudadano presidente y los derecho políticos

Todo ciudadano tiene derecho a tener preferencias políticas y trabajar a favor de ellas, el presidente es un ciudadano, luego tiene el derecho de participar en la campaña política y presentar su candidatura, piensa el Tonto. A seguidas trata de ver el asunto desde otro punto de vista: El presidente, se supone, encarna los intereses colectivos del país, es el gobernante de todos los dominicanos y como tal debe mantenerse por encima de las luchas entre las diversas facciones políticas.

Hay pues que separar el ciudadano del presidente. No debe ser el presidente quien se involucre en la campaña, debe ser el ciudadano. Al Tonto no le importa que los presidentes de otros países se presenten o no a la reelección, él quiere pensar el problema desde el exclusivo mundo dominicano. Mundo en el cual el hilo que separa al ciudadano del presidente es tenue y difuso. La capacidad de desdoblamiento del ser humano es limitada. El de la Colina se percata de que el problema que le ocupa no debe ser visto en abstracto, por lo que se plantea el análisis de una actividad cualquiera y pone de ejemplo una cena para recolectar fondos.

Digamos que el doctor Fernández Reyna llama por teléfono a algunas personas para que asistan a una cena para recolectar fondos, una cena hipotética para asistir a la cual la contribución mínima sería de un millón de pesos, eso según las malas lenguas que dicen que la cena no fue hipotética. Cuando el presidente llame a las personas para invitarles, o si llaman sus asistentes y asistontos ¿deben decir que es Leonel Fernández el candidato o que es el presidente de la República? Quienes quieran asistir quizás tengan algunos asuntos pendientes de conversar con el presidente, quizás tengan alguna solicitud que hacerle, probablemente algún contratista del estado quiera, legítimamente, agradecer la confianza depositada en él o ella, asistiendo a la cena.

Quizás algunas personas no saben que quien convoca a la cena es el ciudadano candidato, y asisten a la cena por temor a algún tipo de represalia del presidente que corre a la reelección.

El Tonto ha leído las Encuestas Nacionales de Cultura Política realizadas en el país, en las cuales se plantea que este es un país presidencialista. Aunque, para el de la Colina las cosas están cambiando, si bien el presidencialismo tiene mucho peso entre diversos sectores de la sociedad, parece perder fuerza. Entonces se pregunta ¿el hecho de que el presidente se involucre en política partidaria en su calidad de ciudadano no forma parte del proceso de democratización? Además, él no es culpable de que los que asisten a la cena lo hagan porque desean hablar con él, o porque quieran estar donde “el capitán los vea” o porque quieran agradecerle una contrata.

Una valoración ética complicada

El asunto, en términos de valoración ética, es complicado, piensa el de la Colina, y no es tan fácil como lo ven muchos analistas políticos y conductores de programas noticiosos. La verdad es que a nadie se le puede negar el derecho a la participación política.

Cuando el doctor Fernández expone sobre el desempeño de la economía dominicana en su período gubernamental, y establece lo que entiende son los logros y los desafíos que en el contexto de la globalización tiene el país, habla el presidente. Pero, cuando dice que para dar continuidad a sus logros, es necesario ser reelegido, habla el ciudadano.

El doble rol se hace patente cuando sostiene que la economía en el país no solamente va bien, sino que va en la dirección correcta y que las dificultades tienen que ver con la situación internacional. Otro partido no sabría manejar las dificultades internacionales, por lo tanto el 16 de de mayo, las urnas dirán que la política también va bien, y que el candidato que ha de emerger triunfante será el del Partido de la Liberación Dominicana.

La verdad es que no hay doble rol en el caso dominicano, es imposible separar al activista del presidente. Resulta evidente que el presidente corre a una reelección y cree que es la mejor opción.

O sea, el rol de presidente no puede ser separado del de ciudadano, y los derechos políticos de ninguna manera deben ser vulnerados, por lo que el Tonto llega a una primera conclusión: en el plano ético, el presidente tiene todo el derecho a involucrarse en la política partidaria, y de correr a la reelección. Pero, y vaya que hay pero, el problema es que se corre el riesgo de que el ciudadano use los recursos del estado para promover la reelección y eso no puede permitirse.

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Uso de los recursos gubernamentales en la campaña

El uso de los recursos gubernamentales en las campañas políticas ha sido uno de los elementos más perniciosos de los procesos electorales, principalmente en un país pobre como el nuestro. Ese es un elemento que no necesita explicación. De hecho, no importa si el candidato es el presidente, cuando los partidos van a la reelección el riesgo de que se usen los recursos del estado para promover al candidato del partido en el gobierno es similar.

El Tonto reflexiona, se da cuenta que el presidente es un recurso humano del estado, por lo que en cierta manera entiende que el presidente o toma una licencia para participar en política, o sólo puede participar en las actividades de promoción de la reelección en su tiempo libre. El de la Colina de repente recuerda que en al año 2000 Leonel Fernández convocó a una cena similar a la hipotética cena, pero para beneficiar a Danilo Medina que era el candidato del partido del presidente.

De hecho en aquella ocasión, según los recortes de prensa de la época, el presidente mismo llamó a varias personas que asistieron a aquella cena, y el Tonto de la Colina, que en aquella época escribía los análisis políticos para El Siglo, escribió un artículo similar a éste. Y, haciendo un paréntesis, ¿no les parece que la vida política de este país se torna circular y repetitiva, y que uno bien que podría tomar artículos escritos hace 8 años y sorprenderse por su frescor?

Pero, volviendo a nuestro tema, el presidente de la República es un recurso humano del gobierno central, el principal recurso humano, y si usa parte del tiempo que debe dedicarle a sus labores como gobernante a hacer política, está usando los recursos del estado en asuntos personales. Por lo tanto, las actividades políticas reeleccionistas deberían realizarse en el tiempo libre del presidente. Pero, ¿Tiene tiempo libre un presidente? Eso no lo sabe el de la Colina, ya que nunca ha sido presidente de nada. Ahora bien, el presidente tampoco puede desplazarse en su vehículo oficial, ni desplazar a los periodistas que cubren la fuente de Palacio en los vehículos que normalmente los transportan a las actividades oficiales, ni a toda esa comitiva que viaja con él y que tiene un costo enorme para las arcas del estado.

Ay, pero qué complicada es la cosa, al mismo tiempo es un riesgo enorme que el presidente no se mueva con toda esa seguridad, y para colmo si el estado le impide la movilidad, le está impidiendo sus derechos políticos. Desconcertante, ¿verdad?

Ausencia de reglamentación

Hay mucho que reglamentar en eso de la participación política del presidente. En el plano ético, no hay una solución clara. Resulta evidente que desde un punto de vista es saludable la presencia del presidente en las actividades políticas, ya que se convierte en un signo de madurez democrática. Por el otro, ya sea consciente o inconscientemente, será inevitable que los recursos del gobierno sean utilizados en las actividades proselitistas del presidente, aunque sea en mínimas cantidades.

El de la Colina está estupefacto, no sabe que decir, ni que hacer, y piensa que la reelección en sí misma no es el problema, sino que hay algo más grave y es la crisis de liderazgo del país, la desigualdad en la lucha política y el tipo de institucionalidad que favorece la impunidad, la inmunidad y resulta ventajosa para el poder político y económico y social constituido. Y eso, dice, no se resuelve simplemente prohibiendo la reelección.

Sostiene el Tonto que Hipólito Mejía intentó reelegirse y desde el inicio resultó obvio que no lo lograría, y efectivamente no lo logró. La ciudadanía y el voto actuaron como el ente regulador del sistema. Pero, en el caso de Fernández las cosas son distintas: todo parece indicar que este presidente que se “repostula” tiene posibilidades de lograr la reelección. Entonces, las cosas se complican, porque no se trata de un presidente que tiene el nivel de oposición de Balaguer o que tiene un plan B como se decía de Mejía, sino de un presidente que tiene apoyo de la gente, por lo tanto, la ciudadanía como ente regulador, y “objetador” de la reelección no funciona.

Y la cosa se complica más si tomamos en cuenta que otros partidos controlan instituciones gubernamentales desde las cuales se pueden usar recursos para las campañas, aunque, claro, en menor medida que el gobierno central. Amable Aristy Castro por ejemplo, controla la Liga Municipal, varias senadurías, diputaciones y varias sindicaturas. El PRD y su candidato tienen el apoyo de senadores, diputados, síndicos y regidores.

A la conclusión que llega el tonto es que seguir insistiendo en el tema de la reelección como una forma de descalificar al candidato Fernández no conviene a la oposición y es dudoso que le reporte votos. Que lo que conviene es demostrar que son capaces de hacer las cosas mejor que el presidente Fernández y mantenerse atentos y vigilantes para evitar el uso de los recursos públicos en la candidatura del presidente.

En realidad el tema es peliagudo. Cada partido debe buscar formas de evitar que el contrario use los recursos públicos en sus campañas. A quienes más les conviene establecer controles es a los partidos que no controlan el gobierno central (PRD y PRSC), ya que el gobierno central, o sea el Ejecutivo, tiene más recursos que otros poderes e instituciones estatales. Deben mantenerse vigilantes y ser ellos ejemplos, y evitar que los acusen a su vez de hipócritas.


Ramón Tejada Holguín
Parte 1 Publicada en
Suplemento Areito, del Diario Hoy,
16 de Febrero 2008
Parte 2 Publicada en
el mismo suplemento el
23 de febrero 2008.