La primera cara nos dice que hay condiciones favorables para que la Iniciativa Participativa Anticorrupción (IPAC) sea un instrumento importante para lograr el uso eficiente de una parte de los recursos públicos y de una proporción de las ayudas y préstamos que nos llegan, y para la creación de un movimiento amplio de reclamo y acción contra la corrupción. La segunda nos habla de las situaciones desfavorables, las que en aras del optimismo llamaré retos.
La cara favorable: 1) La IPAC, luego de diversas reuniones, ubicó 10 temas en los cuales las organizaciones de cooperación y organismos multilaterales tienen presencia y aportan dinero y recursos. Se organizó una mesa de trabajo por cada tema, se convocó al sector público, al empresariado, a la sociedad civil, pidiéndoles que partiendo de los diagnósticos existentes y de las propias experiencias identificaran proyectos realizables, que ayudaran a reducir los niveles de opacidad y a hacer un uso eficiente del erario.
No es un diagnóstico de la corrupción o el fruto de las mentes de un grupo de expertos y expertas encerrado en un cuarto frío. 2) Participaron los organismos encargados de trabajar en cada uno de los temas, por ejemplo en la Mesa de Educación, los dos ministerios (el de Educación y el de Educación Superior) fueron de los protagonistas, y así en la de Salud, en la de Gestión Financiera y todas las demás. 3) En total se identificaron 30 proyectos. La comunidad internacional se comprometió a ayudar con recursos, parciales o totales, a 23 de ellos. 4) El presidente solicitó la IPAC y ha hecho explícito el apoyo a la iniciativa, ha escogido con nombres y apellidos a personas responsables de dar seguimiento al cumplimiento. Y, 5) existe la voluntad de diversos sectores de la sociedad civil y de la comunidad internacional de establecer un observatorio independiente que permita evaluar los niveles de cumplimiento de los proyectos de la IPAC, y que dé las herramientas a la prensa y a la ciudadanía en general para presionar en caso de que no se realicen los proyectos atendiendo al tiempo y los indicadores establecidos.
Los retos son: 1) Vencer la justificada desconfianza ciudadana en las instituciones públicas. 2) Demostrar que no fue una de tantas cumbres o de tantos diálogos que se quedan en simples declaraciones de intenciones, lo que provoca desencanto y escepticismo. Y, 3) muchas de las propuestas buscan hacer que se respeten leyes, lo cual puede descorazonar a algunas personas, ¿por qué no se respetan sin necesidad de IPAC?
¿Qué hacer? Todos tenemos un rol: el Gobierno debe dar señales claras, a través de hechos no de palabras, de que esto no fue otra cumbre del montón. Las organizaciones civiles, las políticas y los medios de comunicación que buscamos maneras de reducir la corrupción, debemos mantener viva la IPAC, participando del observatorio y usando las 30 propuestas como el núcleo central de la lucha contra la opacidad, al menos durante los próximos 12 meses.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectivaciudadana.com
26 octubre 2010