“Beauty
isn't everything. It's the only thing”
(La belleza no lo es todo. Es lo único).
Nicholas Winding Refn obviamente fascinado por la
belleza femenina, encarnada por Elle Fanning que funciona más bien como
arquetipo de la hermosa frivolidad, ha compuesto la sinfonía The Neon Demon (El demonio de Neón) para
deleite ineludible de cinéfilos sin remedio. Filme que para muchos puede ser superficialidad
que retrata la superficialidad… pero nos será imposible eludir este objeto artístico
en que el cuerpo y el rostro de la Fanning es exaltado y profanado en cada
cuadro, en cada escena, en todo momento.
Refn dirige el filme y también escribió la historia
que se cuenta. O quizás deba decir, la fabula que narra. O el terror que
recrea. O la epifanía de un demonio invisible que se oculta a la vista de todos
y todas.
La espléndida fotografía de esa mujer sangrando en un
sofá, con la que se inicia el filme, te anuncia lo que verás: Una obra de arte
en lo visual, que llega a oprimirte el corazón al crear ese ambiente
inquietante y tenso y ese silencio... ese silencio. Disfrutarás la aterradora
plasticidad, de un filme en que lo visual es la historia, es lo que narra, es
lo narrado, es la Fanning, es la mujer bella. Y la música no se quedará detrás.
Si algo falla es la historia, que me deja dudando si Winding
Refn quiso hacer un alegato contra la banalidad de la belleza o celebrar su
vaciedad.
Obra imperdible para quienes disfrutan de las artes
plásticas.
Hermosas imágenes que a veces te hacen sentir que el
vacío existencial que pretende la película recrear, lo tienes dentro de ti.
Pasamos de un estudio de fotografía todo blanco que
exalta una cautivante carita inocente que al llegar ilumina la existencia a
unos y provoca la envidia infinita a otras; a un asqueroso cuartucho donde la
beldad traga un cuchillo metafísico que busca el centro de su luz.
Pasamos de Jesse, emergente modelo, bella de nacimiento,
con una aureola que fascina; a Gigi, la decadente de construida hermosura a
fuerza de cirugías.
Jesse nació para ser adorada por su rostro, su piel,
sus carnes; mientras que Gigi fue construida para lo mismo.
Lo artificial se enfrentará a lo natural de una
manera lenta pero inexorable: ¿Habrá ganadora?
Las imágenes son de espantosa elegancia: ¿es un filme
de terror o una metáfora sobre la trivialidad de lo bello?
En ocasiones parecería que se trata de una película
que desea denunciar la comercialización del cuerpo femenino y la puerilidad.
Que es un alegato en contra de lo que el mundo de la
moda quiere vender como normal y corriente sin serlo.
¿Es lo artificial lo que mueve el mundo, mientras lo natural está condenado a ser o sexo o comida?
Pero, al final, ya lo dije, no me queda claro, si
debo decir que Nicholas Winding Refn ha hecho un filme que denuncia
la consideración de la mujer como objeto, o, las excelsas imágenes terminan
perpetuando la visión del sexo femenino como una cosa hermosa, que vive por la
belleza misma.
Ramón Tejada Holguín
7 de septiembre 2016