El senado de la República debe coronar el proceso de elección de la JCE de manera ejemplar

Terminar como empezó

Ha empezado con buen pie el Senado en cuanto a la elección de la Junta Central Electoral. Debe evitar tropezar. Se nombró una comisión especial en la que hay senadores de los tres partidos. La cual está presida por Reinaldo Pared Pérez e integrada por Cristina Lizardo, vicepresidenta del Senado, Francis Vargas Francisco (vocero de los senadores del PLD), César Díaz Filpo (vocero de los senadores del PRD) y Noé Sterling Vásquez (vocero de los senadores reformistas). Hubo vistas públicas, se escuchó a quienes hablaron, se entrevistaron a candidatos y candidatas. No hay pretexto que impida hacer una elección basada en la honestidad y eficiencia. El Senado tiene la oportunidad de demostrar que es capaz de legislar como demanda una nación moderna e institucional. La forma de elección de la nueva JCE será un indicador de que la institucionalidad promovida por el PLD no es sólo de palabras.

El Senado tiene la oportunidad de elegir una JCE que pueda ser recordada como hoy se rememora ésa que dirigió Estrella Sadhalá o aquélla que comandó don Sully Bonelly. El PLD, como partido que controla el Senado no puede dar un traspié y elegir a militantes de esa organización política, hayan sido o sean miembros del Comité Central. No puede negociar con los partidos mayoritarios la repartición de los cargos como si fueran botín de guerra. Tampoco debe trasladar la elección a otros espacios y con otros actores. No debe escuchar a quienes le gritan que haga lo mismo que hizo el PRD con las dos JCE anteriores. El mal comportamiento ajeno, no justifica el propio. No debe escuchar a quienes le recuerdan la forma balaguerista de elección. La nación no soportará más comillas sobre los triunfos electorales. No es necesario realizar una gran cumbre entre los jefes políticos de los partidos para elegir una buena JCE, basta con que la comisión haga su trabajo correctamente. Si el PRD o el PRSC tienen algo que decir sobre la elección de los miembros de la JCE, que lo diga a través del senador que les representa en la Comisión Especial nombrada por el Senado. Una cumbre sólo se justificaría si el Senado hace una elección carente de legitimidad, sentido común y sensatez, como se ha hecho en el pasado reciente.

El Senado debe darle un plazo a la nueva JCE para que busque una solución justa para la cantidad de personas pobres que carecen de documentos de identidad y debe exigirle que regularice los actos del registro civil, eliminando la práctica de los oficiales del estado civil de poner el precio que desean por cumplir con sus responsabilidades. El Senado tiene la oportunidad de mostrar un rostro transparente, si además exige que se investiguen las denuncias que se han realizado sobre irregularidades en la forma en que se ha manejado el contrato de automatización del registro civil, los intentos para establecer una modalidad específica de voto electrónico y la realización de pagos irregulares. Ha empezado bien el Senado y no debe terminar mal. Nada es peor que sentirse engañado, las promesas insatisfechas son la principal fuente de deslegitimación de los gobiernos.

Ramón Tejada Holguín es ciudadano
El Caribe,
26 de octubre 2006


Nueva JCE: Primer Desafío Institucional

Con la elección de la nueva Junta Central Electoral (JCE) el Senado de la República, el PLD y Leonel Fernández se están enfrentando al primer gran reto de la “Revolución Institucional” que propone el presidente. Es un desafío que fortalecerá o debilitará la percepción de que existe unidad de criterios dentro del PLD sobre el necesario cambio institucional. Nombrar jueces electorales pertenecientes a su partido y dar una cuota a los demás, como hizo el PRD, contribuiría a justificar las acciones del anterior Senado de la República, ofrecería un buen argumento a quienes piensan que a fin de cuentas todos los partidos dominicanos son iguales y arrojaría dudas sobre la sinceridad del proceso de reforma constitucional que se desea llevar a cabo.

Debemos recordar que uno de los aspectos que contribuyeron a deslegitimar al PRD fue la forma en que nombró la JCE en el año 2002 y cómo organizaciones de la sociedad civil mantuvieron vivo su reclamo de que se nombrara una JCE no partidista. Ese reclamo constante provocó que se convocara un dialogo entre todos los sectores y al final se aumentara el número de jueces de la JCE y se dividiera en dos cámara. Este proceso de lucha por lograr una JCE formada por juezas y jueces reconocidos más por su eficiencia, eficacia y verticalidad moral que por su militancia partidaria, contribuyó, indudablemente, a deteriorar la imagen del presidente Mejía y de sus congresistas.

Es bueno que Leonel Fernández, los senadores peledeísta y el PLD, tomen en cuenta que tener una JCE que le sea favorable no garantiza necesariamente que podrán retener el poder. O ¿acaso nos olvidamos que las dos últimas JCE, la de 1998-2002 y la actual tomaron medidas que beneficiaban a una tendencia dentro del PRD y sin embargo el proyecto reeleccionista naufragó y el PRD perdió estrepitosamente en el 2006? Leonel Fernández, los senadores peledeístas y el PLD tienen mucho más que ganar nombrando una JCE independiente, autónoma y formada por personas que han mostrado su vocación de servicio en su trayectoria profesional. Sería un error garrafal del PLD, los senadores peledeísta y de Leonel Fernández convocar a los partidos políticos para repartirse la JCE cual botín de guerra. Dar cuota no resuelve el tema de fondo, que no sólo tiene que ver con las elecciones.

En efecto, el control de las Oficialías del Estado Civil es una las cosas que hace apetecible pertenecer a la JCE. Se ha comprobado que muchas de ellas dan más beneficio que los consulados. Los Oficiales del Estado Civil cobran lo que desean por sus actos y acciones, ya sea por realizar una boda, por un acta de matrimonio o nacimiento. Eliminar esa discrecionalidad y obligar que los candidatos y candidatas a jueces de la JCE expliquen la forma en que eliminarán esa práctica clientelar y violatoria de la ley 8-92 sería una gran contribución de los senadores peledeístas, del PLD y de Leonel Fernández a la institucionalidad dominicana. Así al mismo tiempo que el Senado elige a juezas y jueces de la JCE debe incluirle el mandato de que deben cumplir con Ley 8-92 digamos en 6 meses o un año.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
10 de agosto 2006


Institucionalidad vs. JCE

Sería bueno que el Senado recuerde lo siguiente aspecto a la hora de elegir a las personas que integrarán la nueva Junta Central Electoral.

1) La JCE intentó imponer el uso de urnas electrónicas sin estudiar todas las opciones disponibles y sin haber diseñado una buena campaña de promoción. Descuidó el proceso organizativo para dedicarse a observar procesos electorales del mundo y firmar convenios que no necesitaban su presencia. Lo que provocó improvisación y situaciones difíciles, como el supuesto descubrimiento de un complot en el departamento de logística el día 15 de mayo. A dos meses de las votaciones, unas 20 Juntas Municipales no habían sido constituidas. La formación de los colegios electorales y la capacitación de sus miembros fueron deficientes y la impresión de las boletas se realizó tardíamente. Las consecuencias de esto se observaron en los tranques y retrasos del conteo.

2) Se nombró como vocero de la JCE, a pesar de haber sido impugnado por los otros partidos, a un periodista que había sido funcionario público durante el gobierno de Hipólito Mejía y es comentarista de radio crítico a uno de los partidos que participaba en el proceso. El padre de una de las juezas de la Cámara Administrativa corrió como candidato de la Gran Alianza Nacional en una de las provincias del país. La JCE no explicó la movilización de electores hacia municipios pequeños, en donde pocos votos influyeron en el resultado final. El caso más grave fue Pedernales hacia donde se movieron 3,454 personas. No se investigó el caso ni se establecieron las responsabilidades. La impunidad augura que puede repetirse en el futuro.

3) Según la prensa el Senado saliente aprobó la venta de 31,897 metros de terrenos propiedad del CEA al presidente de la Cámara Contenciosa, Salvador Ramos, a 10 pesos con 33 centavos el metro cuadrado. Según la Dirección General de Impuestos Internos el precio del Metro Cuadrado en el Higüero, zona en que se ubican los terrenos, es de 75 pesos. 4) A pesar que en un debate público sostenido conmigo en noviembre del 2005 Roberto Rosario aseguró que la JCE institucionalizaría a las Oficialías del Estado Civil. Esto nunca se realizó. La JCE con está actitud viola la ley 8-92 que pone en sus manos a las Oficialías y le exige que establezca “para las actuaciones de los Oficiales del Estado Civil un nuevo sistema tributario, consagrando como ingresos del Estado las tasas y derechos que actualmente perciben dichos funcionarios públicos y fijándoles a éstos sueldos del Estado”.

Si el PLD y Leonel Fernández están interesados en mejorar el ordenamiento institucional dominicano, tienen una gran oportunidad de demostrarlo, nombrando en la JCE nuevos jueces y juezas con una trayectoria moral impecable y con éxitos medibles en el plano judicial. Participación Ciudadana dice que no apoya a nadie y muchos menos a dirigentes de la sociedad civil. Dicen que no pueden ser juez y parte en el proceso, ya que son los principales observadores electorales. Advierte que no cejarán hasta lograr una JCE autónoma. El Senado tiene la última palabra.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
17 de agosto

Las Incomodas y nunca bien ponderadas relaciones entre los partidos y la sociedad civil dominicana de hoy

1. Declaración de principios

Si bien en las últimas décadas entre la sociedad civil y el sistema de partidos se observaron grandes tensiones y mutuas acusaciones de querer manipular los espacios públicos en provecho propio, dije mutuas acusaciones, lo cierto es que en el últimos lustro se observa una especie de “entente” y una tensa calma que ha logrado crear ciertos espacios para la creación de sinergia. Sin embargo, los recelos persisten en una buena franja de la dirección de los partidos y, claro, en buena parte de la sociedad civil organizada. Lo cual de por sí no es malo. Es labor de la sociedad civil incordiar, como diría un amigo. Así como es labor de los partidos llegar al poder y en ocasiones, si carecen de incordios, hacen lo que sea para llegar al poder. Y he ahí el problema, un poder sin nadie que lo incordie, que le exija, que le demande, que se ejerce en solitario, difícilmente puede responder a la ciudadanía en nombre de la cual se supones que se ejerce, y en esa no respuesta puede llegar a deslegitimarse. Por eso se necesita el incordio, se necesita una ciudadanía incordiosa, organizada, militante.

2. Aclaración

Permítaseme tratar, en el poco tiempo, de hablar de la sociedad civil y de los partidos tal como se presentan en el país, en nuestra nación. Permítaseme ver las singularidades. Porque en realidad la sociedad civil en dominicana dista mucho de la sociedad civil en otros países del área, así como nuestro sistema política dista bastante de los otros.

Seré un tanto "telegramático", debido al tiempo y obviaré ejemplos y referencias históricas. En el debate, si hay tiempo, podríamos señalar algunos de estos aspectos. Digamos que usaré el estilo de párrafos aparentemente sueltos, pero definitivamente conectados

3. Los dos actores

1 Hablaré de la sociedad civil dominicana, aquí y ahora y no de la sociedad civil como categoría filosófica, o política o social. Es decir, creo que en el país la sociedad civil es una especie de movimiento social. En tanto que movimiento social, “la sociedad civil” se define como el conjunto de grupos de ciudadanos que se organizan de manera independiente de los partidos, para defender intereses específicos, y participar en áreas de los espacios públicos que les afecta. La existencia de redes, foros y coaliciones que actúan juntas, colocan sobre el tapete y definen temas y demandas de manera conjunta, le da ese sentido de identidad y pertenencia a la “sociedad civil” a sus participantes, es lo que nos permite extender el término de Movimiento social un poquito, para aplicarla a esta eclosión de organizaciones de la ciudadanía que han irrumpido en el espacio público, antes reservados a los partidos políticos.

2 Los partidos los veo como organizaciones de carácter general que deben conciliar los diversos intereses de la sociedad. Se supone que deben competir entre sí por representar el “interés general” proponiendo modelos diferentes de gobiernos o de “buen gobierno”. Esa competencia entre los partidos es lo que remite al pluralismo y la democracia y la búsqueda de un tipo de gobierno cada vez mejor. Pero, lo partidos, en muchas ocasiones no representan los intereses de ciertos sectores sociales, por lo cual estos se organizan para hacer valer sus intereses de manera directa. Ahí adquieren sentido las organizaciones de la sociedad civil.

3 Desde esta óptica, hablar de sociedad civil en la República Dominicana de hoy significa poner de relieve la creciente importancia de diversos tipos de organizaciones en los asuntos políticos y de gobierno. El papel de la sociedad civil dominicana, en este momento y desde mi punto de vista es reclamar, exigir que los partidos cumplan el rol que les toca jugar, no deben intentar sustituirlos, deben provocar que hagan su labor con eficiencia y eficacia. Los intentos de sustitución de los partidos llevaron a diversas sociedades de América Latina a niveles de fragmentación que impiden su desarrollo, minando el capital social de las mismas e incluso imponiendo cuasi dictaduras como el caso del fujimorato en Perú.

4. Contexto de la emergencia: Genealogía de una enemistad innecesaria

1 La emergencia de la sociedad civil ocurre en un contexto en que los partidos dominicanos muestran una tendencia a abandonar sus antiguas ideologías, sus propuestas de ordenamiento social, sus aspiraciones de representar sectores específicos de la sociedad dominicana. Lo que los lleva a un proceso de igualación y de asumir políticas emanadas de una sola corriente intelectual, política y económica. La competencia política se asume como competencia entre líderes, en un primer momento, tras la muerte de los tres grandes líderes se asume como la venta de un producto. El marketing se acrecienta y se reduce los intentos de representar a la ciudadanía.

2 Se observa de manera paralela un creciente desencanto hacia la actividad partidista de sectores de la clase media e intelectuales. En algunos casos se confunden actividad partidista con actividad política en sentido general, provocando niveles de despolitización y satanización del partidismo y la actividad política. Grupos de estos sectores buscan resignificar la acción colectiva. Intentos de crear movimientos cívicos, fracasan. Se crean ONG´s y foros de debates colectivos.

3 Del lado de la izquierda y los sectores populares, la crisis de los paradigmas anteriores a la caída del muro, la caída del muro mismo, la mirada de los organismos internacionales y de crédito en las organizaciones no gubernamentales, provocan cambios importantes en grupos comunitarios ligados a las izquierdas y de origen popular que se mueven hacia el cambio en sus formas de intervención.

4 La muy limitada circulación de las elites de dirigentes dominantes a lo interno de los partidos, bloquea la participación de determinados sectores en la política. Estoy hablando de la época en que los tres grandes líderes de los partidos tradicionales y sus seguidores más cercanos dirigían los partidos con ciertos niveles de autoritarismo y escasa institucionalidad. Esto bloqueaba la entrada de nuevos cuadros políticos que debía buscar otras áreas para la participación. En las izquierdas el fenómeno fue similar.

5 Se puede decir que se captó la existencia de un nivel de demanda de organización y asociatividad insatisfechas por los partidos y la política misma. Y los partidos no estaban cumpliendo su papel de ser el principal mecanismo de mediación entre el estado y la ciudadanía. O por lo menos eran incapaces de hacernos creer que representaban los intereses de la mayoría. Las diversas demos así lo sugieren.

6 Es así como la irrupción de las organizaciones de la sociedad civil se observa como una amenaza al partidismo y a los liderazgos constituidos. Pero, de la otra orilla, también se observaban algunas actitudes. Veamos.

7 Hay sectores y personalidades que han querido venderse como los verdaderos representantes de la sociedad civil, como los voceros de los sin voz; otros la venden como algo homogéneo y organizado que regula el sistema político; parecería que sociedad civil es un grupo de organizaciones que concertar y se pone de acuerdo para “forzar a los partidos” a tomar ciertas medidas, lo que causa recelo en los partidos.

8 Algunos percibieron que la “sociedad civil” se refiere a un conglomerado de personas que se opone a los partidos y quiere sustituirlos; o a un grupo de personas que hacen carrera desde la sociedad civil para lograr cargos públicos o electivos sin tener que contaminarse, haciendo de esta manera una competencia desleal a los políticos profesionales. Esta visión de oposición entre partidos y sociedad civil ha sido alimentada por algunos sectores de la sociedad civil y por muchos dirigentes de todos los partidos. Algunas organizaciones de la sociedad civil han cometido errores de importancia en ese tenor, acrecentando la desconfianza mutua, y propiciando la confusión en la población.

5. El tenso trayecto que nos trae al hoy

1 Actualmente tanto dentro del PRD, del PLD como el PRSC hay sectores que abominan de la sociedad civil, pero en su seno ha ido creciendo una visión de coexistencia pacifica y de respeto mutuo. Durante mucho tiempo el PLD tuvo la percepción de que era perredeísta y quedan vestigios de esa observación. El PRD durante los cuatro años de gobierno de Hipólito Mejía no le perdonó el nivel de criticidad que mantuvieron las organizaciones con mayor presencia en la prensa y de mayo nivel de legitimidad entre las personas. Las relaciones con cada uno de los partidos que han llegado ha controlar el Poder Ejecutivo han sido siempre tensas mientras están en el gobierno y más fluidas a la hora de ser oposición.

2 El hecho de que gran parte de las organizaciones de la sociedad civil haya mantenido el mismo nivel de criticidad ante los diferentes gobiernos y haya mantenido su agenda sin importar quien esté en el gobierno ha contribuido grandemente a lograr que haya un cambio de actitud de los partidos hacia la sociedad civil. Esto a su vez ha influenciado en una relación más fluida e interesante que posibilita la sinergia, pero que al mismo tiempo corre el riesgo de que sectores importantes de la organizaciones y líderes de ella puedan ser cooptados.

3 Para analizar esta relación se tiene que tomar en cuenta que la cultura política dominicana está basada en "dame lo mío", y una irrefrenable pulsión por ser un "matatán" o una "matatana", lo que obstaculiza y bloquea las iniciativas que pretenden provocar cambios en la sociedad dominicana. El problema es de poder, se dice. Quienes se benefician de la fragilidad de las instituciones y de la ausencia de reglas del juego iguales para todos, abominan del establecimiento de instituciones que pretendan estimular a la población dominicana para que exija sus derechos como ciudadanos soberanos. Si tienen la sartén por el mango no la van a soltar. El hecho de que los ciudadanos se organicen al margen de los partidos, pone en entredicho los mecanismos de control social y político con que cuentan los partidos.

4 Los mecanismos de control social y político tradicionales han sido el clientelismos, el patrimonialismos, el rentismo y la idea de que a los partidos pertenece el espacio público y que a la sociedad civil corresponde el ámbito de lo privado y el velar exclusivamente por sus intereses en ese ámbito. Usando una metáfora desde el punto de vista de género es como si existieran dirigentes y organizaciones machistas que piensan a los partidos como perteneciente al orden de lo masculino y a la sociedad civil como perteneciente al orden de lo femenino, en el contexto de una sociedad patriarcal.

5 Hay tendencias contradictorias. Por un lado crecen espacios de concertación, dialogo y búsqueda de consenso entre los diversos sectores de la sociedad civil. Crecen al mismo tiempo los espacio de participación y dialogo entre partidos y las organizaciones de la sociedad civil. Pero, los partidos en el gobierno de su parte privilegia a sectores específicos para sus diálogos y concertaciones y a otros simplemente no los considera. En este caso se puede reseñar lo del Plan de Seguridad Democrática. Mecanismos de coordinación de la sociedad civil han reducido su impacto en la sociedad y se encuentra con ciertos niveles de inactividad. Para algunos esto sugiere que existe cierto desencanto y desanimo a lo interno de las organizaciones civiles o hay una pugna por controlar este tipo de espacio.

6 Todos esto nos lleva a aclarar que al hablar de la relación partidos y sociedad civil lo estamos haciendo desde una óptica totalmente analítica. Ya que no todos los partidos tienen la misma actitud y comportamiento hacia la sociedad civil, ni todas las organizaciones tienen las mismas actitudes hacia los partidos. En incluso a lo interno de los partidos hay diferencias significativas: experiencias como las del Dialogo Nacional fueron realiza en contra de la dirigencia del PLD, y quizás por eso sus resultados, que en el papel pueden ser vistos como excelentes, en efecto sus resultados no pudieron ser mejores en términos de participación de los grupos civiles y de propuestas. Pero, el gobierno a pesar de una experiencia tan positiva, no tomó en cuenta los resultados de dicho dialogo profundizando así el sentido de exclusión de estos grupos. Con la que con su convocatoria creó unas expectativas de participación que no pudo satisfacer.

7 La razón por la cual las diversas organizaciones de la Sociedad Civil dominicana tienen tanto prestigio y niveles de intervención se debe a que efectivamente los partidos políticos dominicanos no juegan el rol que deben jugar, no representan los intereses de la sociedad civil que dicen representar, no construyen gobiernos según lo que prometen, y para nada promueven la "civilidad", los lazos sociales, la asociatividad de la ciudadanía. La escandalosa corrupción gubernamental, el patrimonialismo, el uso clientelar de las políticas públicas, han ido teniendo efectos perversos en la sociedad dominicana, y hasta el momento ha permitido a los partidos políticos sobrevivir, contar con una base de apoyo en esa parte de la ciudadanía, especialmente los muy pobres, que es clientelar y patrimonialista también. Un clientelismo del cual no son culpables lo pobres sino que políticos se aprovechan de esa pobreza para cambiar apoyo político por favores económicos. Sin embargo, el dominio no es absoluto. Y la propia práctica clientelar y excluyente que hoy los legitima, puede contribuir a erosionar sus bases de apoyo vía la escasa participación. Sobre todo cuando se toma en cuenta que el reparto clientelar tiene límites y que los procesos de desregulación económica, la capitalización y la privatización imponen mayores limitaciones ya que le permite disponer de menos bienes para distribuir entre la clientela.

8 Dice Adela Cortina: "La comunidad política es responsable en gran medida de que los ciudadanos valoren la civilidad, porque si se trata de una comunidad injusta, que funciona de forma "caciquil", aunque se diga democrática, dejarán los ciudadanos de participar, y demostrarán con ello muy buen acuerdo, porque la participación sólo tiene sentido cuando es significativa" (Hasta un Pueblo de Demonios Pág.. 196).

9 En nuestro país hay llamadas de atención importantes que van más allá del hecho cierto de que en la presidenciales alrededor de tres cuartos de la población concurre a votar. Hay evidencia de que nos acercamos existe una crisis de representatividad. La sociedad se autorganiza para defender intereses particulares que los partidos no defienden. Hay demandas de participación que las ofertas de los partidos sólo satisfacen a medias. Llama la atención el creciente rechazo que se observa en la población a la actividad política: Según las Demos en el 1994 el 5.8% de las personas entrevistadas decía rechazar la actividad política convencional, este porcentaje se mantuvo estable en las encuestas del 1997 (4.6%), del 2001 (6.0%) y se elevó espectacularmente a 24.2% en el 2004. Pero, lo grave es observar cómo el nivel de participación efectiva de la gente en las organizaciones de la sociedad civil se redujo, aunque en menor medida, en efecto, en el 1997 el 46% de las personas mayores de 18 años pertenecían al menos a una organización de la sociedad civil, mientras que en el 2001 esta cifra se elevó ligeramente a 49.1% para reducirse a 41.2% en el 2004.

10 Tanto a los partidos como a la sociedad civil debe preocuparnos la reducción de la participación y la observación de la política desde una óptica negativa. Como dijo Bill Clinton en respuesta a una de las preguntas del presidente del BID, Luis Alberto Moreno, en un evento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) realizado en junio de este año: “Pienso que hay dos cosas que deben decirse. Primero, la política es frustrante, imperfecta y a menudo llena de banalidad y falta de visión. Si no quieren lidiar con eso, busquen otro tipo de trabajo. Y quejarse por ello es ser como estos jugadores en la Copa Mundial que reclaman penales cuando los barren para sacarles la pelota. Quien no quiera jugar porque alguien puede lastimarlo, que se quede en casa. Pero [la política] sigue siendo la mejor esperanza que tenemos para solucionar nuestros problemas comunes; es muy importante."

11 ¿Significa que la sociedad civil debe cruzarse de brazos? Evidentemente, no. Los ciudadanos responsables de la sociedad civil deben estimular la participación, la civilidad, ya que "el lugar óptimo para aprender virtudes sociales no es el ámbito político mismo, porque las relaciones políticas son relaciones secundarias, y no primarias, y las personas pueden manipularlas con mayor facilidad que las relaciones primarias" (Cortina, Pág. 194-195), Deben reclamar, exigir que los partidos cumplan el rol que les toca jugar, no deben intentar sustituirlos, deben provocar que hagan su labor con eficiencia y eficacia.

12 Las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales, las asociaciones, etcétera, han de enfocar sus actividades hacia la civilidad, hacia la búsqueda de influir en el aprendizaje de valores sociales que promuevan la democracia, la participación, deben ser ellas mismas democráticas y participativas. Después de todo, son los ciudadanos y ciudadanas quienes se organizan en partidos. Las organizaciones las construimos nosotros mismos a imagen y semejanza de nuestra cultura política. Las virtudes aprendidas en la socialización irán en beneficio de la transformación del partidismo dominicano.

13 El sistema político dominicano tiene imperfecciones evidentes. La forma en que los partidos se relacionan entre ellos no estimula la democracia y los procesos de ciudadanización, más bien refuerza el clientelismo y una visión de la política como guerra de exterminio. En este espacio Sociedad Civil y Partidos deben ir juntos tratando de resignificar el concepto de lo político. Gran parte de la sociedad civil dominicana es consciente de la necesidad del fortalecimiento del sistema de partidos, pero también es consciente de aspectos substanciales que la separan de los partidos.

14 De los aspectos que provocan más tensiones entre los partidos y las sociedad civil emerge como gigante imbatible la corrupción. Es un tema que todos los partidos declaran como de vital importancia, pero todos tienen más de una cola que pisarle. Vemos que se aviva y se apaga el fuego de la persecución según criterios que no están muy claros. Lo deseable es que de una vez y por todas los casos de corrupción sean estudiados, se establezcan las responsabilidades pertinentes y se someta a quien deba someterse. Pero este tipo de reclamo de la sociedad civil choca con la forma de hacer política de los partidos. Prefieren mantener como espada de Damocles sobre la oposición las acusaciones de corrupción y ser benignos con la corrupción propia. Los gobiernos en general, han sido y son timoratos y débiles con respecto a la corrupción propia.

15 El tema corrupción es de vital importancia, la cantidad de recursos que se enajenan del erario es enorme, recursos que muy bien puede ser invertidos en la articulación de una eficiente y equitativa política social. Pero, ninguno de los partidos la ha combatido con seriedad. Son muchos los sectores que no se sienten representados por los partidos políticos cuando de corrupción se habla.

16 Para la sociedad civil, la idea de fortalecer los partidos políticos debe significar sinergia donde se pueda e incordiar donde se deba. Cada uno debe cumplir con su labor. Lo que necesitamos es mayor capacidad y mecanismos para procesar nuestros conflictos, nuestras visiones.

Ramón Tejada Holguín
28 de Septiembre del 2006
Seminario “Sociedad civil y sistema de partidos”
Hotel Embajador,
Santo Domingo, Distrito Nacional
República Dominicana.