En efecto, es un día horrible para la tímida democracia dominicana y muchas palabras se precipitarán por el abismo de las interpretaciones.
Excusen los medios de comunicación que me han llamado, prefiero no ir a realizar algún análisis
en los medios, porque al calor de los hechos muchas veces hay pocas orejas para el
análisis sopesado y predisposición a buscar refajos en quien analiza. Además, no tengo respuestas, sino muchas preguntas.
Mi condición de funcionario público, no compromete mi
independencia, pero puede ser usada para invalidar ni análisis, por eso prefiero hablar con mis amigos y amigas virtuales , desde este instrumento para mi uso personal, y les digo que hay que
respirar hondo. A nadie satanizar. Y ver más allá de las ramas.
Hay que trascender las dos facciones y pensar en una frágil
democracia que amerita un cambio de rumbo.
Hay más preguntas que respuestas y muchas evidencias de la fragilidad
institucional dominicana y de la necesidad de un liderazgo nacional responsable
y democrático.
Hay la necesidad de mayor reflexión de la juventud que se interesa por la construcción de la democracia y que busca sustituir los liderazgos existentes.
Hay una juventud que debe mirar la dirigencia enfrentada en este
momento como un objeto de análisis del cual extraer experiencia, su propia
experiencia, debe mirar su futuro como negación del pesado pasado que quiere
ser presente y perpetuarse en el futuro.
Hay que acentuar más que nada el cómo vamos a construir una mejor
democracia, y no solazarse en la satanización de lo ocurrido.
En fin, antes de
satanizar a cualquiera de las partes involucradas, preguntemos con honestidad y
respondamos con sinceridad.
¿Puede existir una
democracia sana sin organizaciones institucionales y democráticas?
¿Puede existir una democracia sana sin demócratas, sin una
ciudadanía que aprenda a actuar democráticamente tanto cuando está en mayoría como cuando está en minoría?
¿Puede existir una democracia sana sin liderazgo democrático, sin dirigentes
que aprendan a respetar las reglas del juego tanto cuando están en mayoría como cuando están en minoría?
¿Puede existir una democracia sana sin que entendamos las
consecuencias políticas de nuestro comportamiento político?
¿Puede existir una democracia sana sin capacidad de diálogo entre
partes enfrentadas que siempre buscan un tercero, externo, que convoque al dialogo a las partes enfrentadas?
¿Puede existir una democracia sana cuando se culpa de los
conflictos internos a un tercero externo a las partes enfrentadas?
¿Puede existir una democracia sana sin partidos que compitan por
llegar al poder de forma democrática?
¿Se puede decir que estamos antes los estertores de una forma de
hacer política que ya no tiene espacio en la sociedad dominicana?
Es momento de trascender el chisme, la morbosidad de los análisis que
buscan culpas y culpables, que van por las ramas y pierden la esencia. El momento es buscar
el lugar que cada quien puede ocupar en la construcción de una mejor
democracia.