El año político

El año que recién termina reitera la debilidad de las instituciones políticas dominicanas, la falta de mecanismos institucionales para el procesamiento de los conflictos dentro de dichas instituciones y la carencia de mecanismos de gobernabilidad interna de las organizaciones relevantes de la actividad política.

Ninguno de los partidos escapa a este diagnostico.

El PRD no logra ponerse de acuerdo con la fecha de su convención y recién recurre a la JCE electoral para que esta tome cartas en el asunto. Lo que evidencia la perdida de confianza y la incapacidad para dialogar entre las corrientes que interactúan en ese partido. Incluso ha sido imposible que su órgano máximo de dirección se reúna para tomar una decisión al respecto.

El PLD se encuentra en una encrucijada de grandes proporciones debido al enfrentamiento entre los promotores de que el actual presidente se repostule en una esquina y en la otra esquina quienes desean que el candidato de ese partido sea Danilo Medina. Este partido convocó a su comité político y hubo de nombrar una comisión para que estableciera las reglas del juego. El enfrentamiento entre los grupos internos del PLD ha provocado enfrentamientos importantes entre autoridades electas. Diputados y Senadores se han enfrentados entre ellos y con Secretarios de Estados. El próximo año podría profundizar las diferencias y afectar la marcha del gobierno central y del poder legislativo e incluso de algunas de las sindicaturas del país.

En el Partido Reformista se observaron diferencias importantes y la ausencia de mecanismos institucionales para la definición del rol que ese partido debe jugar como oposición. Amable Aristy Castro, por ejemplo, coloca el partido como la punta de lanza para este mantenerse en la Liga Municipal Dominicana y seguir burlándose de los votantes de Higüey. En el tercer trimestre del año hubo intentos de la dirección de ese partido, en especial de su Secretario General, de llamar a capitulo al poderoso señor de la Liga Municipal. Infructuosos intentos. Aristy Castro ha terminado imponiendo su agenda y estableciendo las reglas del juego. Como alumno aventajado de Balaguer, subordina los intereses del partidos a sus intereses personales.

Los partidos pequeños no se quedan atrás, al final del año el recién nacido partido del toro, PRSD, ya conoció su primer cisma cuando Henry Mejía, -uno de los más cercanos colaboradores de Hatuey Decamps, líder del PRSD -, pasó a ocupar un cargo en la Cámara de Cuentas, y fue acusado de irrespetar decisiones del partido, provocando su renuncia.

La pregunta se cae de la mata ¿Cómo puede institucionalizarse una organización si no se respetan las autoridades elegidas por sus bases, si hay poderes fácticos internos que se colocan por encima de todo y si no hay compromiso con el respeto a las reglas del juego?

Estos hechos son sólo la punta del iceberg. La realidad es más profunda y desoladora, y nos llama a interrogarnos sobre la imposibilidad real de acciones políticas colectivas y democráticas en el actual contexto dominicano.

El estilo clientelista y autoritario de control de las instituciones políticas y sus organizaciones parecen estar socavando la legitimidad misma de esas organizaciones y se erigen como un formidable obstáculo para su crecimiento y para que estas respondan efectivamente a las demanda de la ciudadanía, de su militancia, de las personas que por ellas simpatizan, y por lo tanto se convierten en una barrera de grandes proporciones para la construcción de una democracia dominicana sustentable y sostenible.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
28 de diciembre del 2006

No más salvapatrias de ambos sexos

Se fueron los caudillos de la política dominicana y tras ellos debe ir esa tendencia a postrarse ante líderes mesiánicos, pero, ay, la nostalgia embarga muchos corazones y el deseo de sustituirlos babea por las comisuras de múltiples labios. 

Se fueron los caudillos de la política dominicana y hay quienes insisten en repetir la historia por miedo a la libertad. Se fueron y nada ni nadie los hará resurgir de las cenizas. 

Se fueron y dejaron su impronta en partidos, sindicatos, movimientos cívicos y todo tipo de organizaciones. Por doquier encontramos alguien que desea actuar cual Balaguer post moderno, o renovado Peña Gómez o Bosch recargado y yo grito que no necesitamos salvapatrias en ningún lado.

Lo peor que puede pasarle a nuestra incipiente democracia es el surgimiento de nuevos próceres que nos defiendan imponiendo sus férreas voluntades indomables definiendo lo bueno y lo malo según sus rancios pareceres recalcitrantes. 


La sociedad dominicana necesita el debate democrático, la circulación de las ideas y el respeto a la institucionalidad. Y no sólo la sociedad dominicana, sino también las organizaciones, tanto las políticas como las sociales. 

Hay tantas organizaciones sociales que conservan las democracia con bolita de naftalina, señores es tiempo de que la democracia huela a nardo, rosas o pachulí.

Nuestra nación no necesita personas extraordinarias, llenas de sapiencia, que luchen en nombre de lo que ellas entienden que es lo mejor para nosotros sin tomarnos en cuenta. Se necesita que construyamos la democracia en común, escuchándonos, entendiéndonos, conversando y aprendiendo a procesar los conflictos, no a obviarlos o negarlos. 


La democracia es una construcción colectiva, no individual, es suma de voluntades y no resta de ideas y personas. La democracia no debe confundir el debate de ideas con el chisme de personas que sólo saben escucharse a sí misma y regar de lodo su entorno.

Nuestra nación necesita una ciudadanía que respete las leyes y que demande el apego a la institucionalidad de parte de quienes en un momento dado se encargan de administrar los poderes del Estado, pero que también respete las internas reglas del juego aquel que pertenece a una organización social. 


La democracia necesita una ciudadanía activa y no borregas caducas, necesita seres humanos comunes y corrientes creyentes en las instituciones y no en las personas, libres de grandes lealtades a colosales y vetustos líderes. Uno de los más grandes obstáculos de la democracia dominicana es que en los partidos políticos, los movimientos cívicos, el empresariado y en toda la sociedad dominicana proliferan los salvapatrias de añejo cuño.

La democracia necesita gente de carne y hueso que jueguen su pequeño papel cotidiano, que respeten cabalmente las reglas del juego sin lealtades irracionales a personas providenciales que todo lo saben y todo lo ven. Porque el personalismo omnisciente atraviesa la sociedad por los cuatro costados, y quienes se creen omniscientes no permiten el surgimiento de nuevas visiones, de ideas innovadoras, condenándonos al atraso. 


¿Será por eso que el desarrollo de organizaciones democráticas e institucionales es tortuoso, lleno de retrocesos y bloqueado por salvapatrias de ambos sexos y de arcaico cuño?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
21 de diciembre 2006


El riesgo manufacturado

El concepto de riesgo se ha tornado en algo muy complejo con la llegada de las sociedades modernas. El riesgo ya no está asociado sólo a las fuerzas de la naturaleza, como en la antigüedad. Paradójicamente mientras la humanidad va logrando mayores niveles de control sobre los fenómenos naturales, el riesgo aumenta de manera exponencial. La intervención de la humanidad trae nuevas e inusitadas inquietudes. "Empezamos a preocuparnos menos sobre lo que la naturaleza puede hacernos y más sobre lo que hemos hecho a la naturaleza", dice Anthony Giddens en "Un mundo desbocado", Taurus, 2000. El riesgo puede ser "causado por la tradición o la naturaleza", o manufacturado, que es el fruto de la intervención humana sobre el mundo. El riesgo manufacturado se asocia a la probabilidad de que la humanidad, debido a la forma en que interactúa con la naturaleza, provoque daños ecológicos que comprometan a las generaciones porvenir, o que terminen con parte de la vida sobre el planeta. El riesgo manufacturado es la suma de todos los riesgos. Se diría que Hobbes tenía razón al decir: “el hombre es el lobo del hombre”.

Previo a Giddens, Ulrich Beck ubica la noción de “riesgo” en el centro de su reflexión sobre la crisis ecológica y social. Quizás no fue sólo una casualidad que la primera edición de su obra "La Sociedad del Riesgo: Hacia una Nueva Modernidad", se publicara el mismo año en que tuvo lugar una catástrofe nuclear. El 26 abril de 1986, en Chernóbil, Ucrania, antigua Unión Soviética, diversos errores humanos provocaron que un reactor fusionara su núcleo y desencadenara una explosión que liberó una gran cantidad de residuos radiactivos que flotaron por más de la mitad de Europa. Alrededor de dos mil personas perecieron, y millones respiraron o ingirieron partículas radiactivas, sin que todavía se sepa a ciencias ciertas sus consecuencias ya que los efectos de la contaminación continuan y continuarán en el futuro.

La humanidad está expuesta a sufrir las consecuencias del calentamiento global, del deterioro de la capa de ozono, de la desforestación, y en cada uno de estos grandes riesgos la acción humana es determinante, o quizás debería decir la irresponsabilidad de la humanidad y el colocar el lucro individual por encima del interés colectivo. La humanidad corre el peligro de que el batir de alas de una mariposa en el África desencadene la furia de los vientos y las mareas que provocan huracanes y tormentas en El Caribe. En las sociedades modernas el riesgo se asocia a las altas probabilidades de ocurrencia de desastres ecológicos y sociales provocados por la indolencia y voracidad de un sector de la sociedad. Con la agravante de que las acciones de los países más desarrollados comprometen el bienestar de los menos desarrollados. La magnitud de los riesgos manufacturados no son los mismos para todos, y parecería que hay a quienes no les importa que todo el edificio social se venga abajo un día de estos. ¿Será que piensan que en cualquier momento pueden tomar un trasbordador espacial e irse a otro planeta a depredar?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
14 de diciembre 2006

A veces sucede

A veces sucede, no sé si les ha sucedido a ustedes, que una especie de sopor me embarga, que cortinas de humo me nublan la vista de esta grosera realidad y por unos instantes no sé dónde estoy, ni lo que hago, ni porqué y para qué, me siento flotar en un mar de indiferencia, veo rostros desinteresados, gente que camina muy tranquilas por las aceras, parecería que no les importa el lodo, la pus y la baba que acompañan la vida pública en la República Dominicana. A veces sucede, no sé si les ha sucedido a ustedes, que creo ser uno de los muy pocos que se preocupan, sé que estoy equivocado, porque ustedes, sí, ustedes que me leen se preocupan y otros que no me leen también, pero a veces siento que somos muy poco y nos encerramos en pequeños hábitats, en nosotros mismos, en compartimientos estancos, como que nos solazamos en la soledad, siento que no nos conocemos y que hacemos pocos esfuerzos para saber uno del otro, una del otro, otra del uno, otro de la una, quizás somos más de lo que imaginamos y lo ignoramos. A veces sucede, admito que me ha sucedido y no sé si les ha sucedido a ustedes, que preguntas terribles martillan mi cerebro: ¿Hemos perdido la capacidad de indignarnos ante la injusticia, de asombrarnos ante las barbaridades de actos corruptos, ante la forma en cómo se premia el dolo descarado? ¿Somos como aquella periodista que admira la sagacidad para engañar, mentir y traicionar? ¿Es la política irreductible al comportamiento moral? ¿Acaso la sinceridad, la honestidad y una vida pública basada en la transparencia son vistas como cosas de dementes o son repudiadas como signos evidentes y claros de debilidad o de estupidez? ¿Estamos atrapados y sin salida en este torbellino clientelar? La sociedad dominicana está cambiado el sentido de lo imitable, de lo heroico. La medida de los héroes de un país nos habla de sus aspiraciones como nación. ¿Quiénes son nuestros héroes? ¿Admiramos al que vive dignamente acorde con sus ideas, o a quien recién se monta en una yipeta mil veces más grande que su estatura moral, en una yipeta del tamaño de su ambición monetaria? Y que conste el problema no es la yipeta, sino el cómo la obtienes, la forma en que la consecución de bienes materiales se convierte en la medida del éxito social. ¿Qué decir del profesor que tiene 20 años dando clases, que ha sido inspiración de generaciones y apenas puede andar en un carrito de los noventa o una yipetita de más de 5 años? Cuánta admiración por un hombre que tiene la suerte de dominar el bate y la pelota y el glamour y el jet set y el derroche de dinero, mientras aquel sacerdote que tiene un average de más de 30 años en los barrios pobres del Distrito Nacional, que ha contribuido como nadie en las luchas por viviendas dignas y contra los desalojos, que ha participado en la fundación de organizaciones para la defensa de los pobres, que ha contribuido con el conocimiento de la realidad, ¿sabe usted cómo se llama? ¿Sabe usted dónde está en este momento? No digo que lo admiremos por sacerdote, que no, que los hay de todos los tipos y colores, respetémoslo por sus acciones, que lo conozcamos “por sus hechos”. No me malinterprete no es que no me guste el deporte, ¿cuál debería ser el ejemplo de las generaciones por venir? Ahora me viene a la memoria otro cura, insisto no es por cura, sino por lo que ha hecho, Santiago Hirujo, ¿sabes quién fue? Hoy no me sucede eso que digo que a veces me sucede, hoy la indignación me embarga y me incendia el corazón y grito a voz en cuello que vamos por mal camino y te reclamo que cambies de héroes, que dejes de admirar la capacidad de robar y mentir y comiences a pensar que esos que admiras están llevando el país a la ruina, y te llevan a ti a ser más pobre, te pido que incendies tu corazón y busques algún espacio desde el cual puedas ayudar a cambiar esta realidad insoportable. Vamos no te achicopales, somos más de lo que piensas. Comienza por indignarte, luego haz algo.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
7 de diciembre 2006

Nueve vidas

Quizás alguna de ellas miraba absorta esas muñecas espigadas en manos de otras niñas o exhibiéndose en los escaparates de hermosas tiendas. Es posible que primero quisiera jugar con ellas y después parecérseles, colocarse en algún escaparate en Ámsterdam cual maniquí impúdico. Talvez alguna de ellas, de niña, se paseaba por la playa con sus moñitos recién hechos imaginando que uno de esos hombres, turistas semidesnudos colorados de sol, sería la puerta hacia la casa de la esbelta muñeca de perfecta formas.

¿En qué momento se dieron cuenta que sus cuerpos podían ser su medio de producción? ¿Y si algún familiar las acariciaba con cara de sátiro y las inició en el comercio del placer? Estoy seguro que ninguna de ellas, ahora las seis muertas por asfixia, tuvo la oportunidad de elegir entre un abanico de opciones, de ser la protagonista de su historia. Estoy seguro que una concatenación de hechos sobre los que no tuvieron control las llevó hacia el Jazzy's Elite Club propiedad, según la prensa, de Esdras Pérez Borges, en la cual murieron por asfixia debido a negligencias, indiferencias e irresponsabilidades múltiples.

¿Alguien pregunta por qué a uno de los tres hombres jóvenes muertos le llamaban lobo? A quién le importa que el lobo tuviera 22 años y que prefiriera quedarse a dormir en el club para no andar de madrugada arriesgándose en las inseguras calles, sin saber el peligro que corría durmiendo en un sitio herméticamente cerrado, en una jaula, en un lugar público sin salida de emergencia, y un guardián con la orden de no dejar salir ni entrar a nadie. Murieron nueve personas, por asfixia, y yo acuso directamente a la indolencia en que vivimos, a unas autoridades que no cumplen con su deber, a la calidad del sistema eléctrico. Acuso y me acuso.

Nada podrá levantar de las tumbas esas nueve vidas jóvenes, pero algo debe hacerse para impedir que vuelvan a ocurrir hechos similares. ¿Quién, llorando, dirá un panegírico y exigirá una investigación a fondo de los hechos? ¿Quién indignado dirá que el Estado dominicano le está fallando al soberano pueblo y la muerte de nueve personas es una metáfora irrebatible?

Irrebatible, sí señor, sí señora. Piensen ustedes en lo siguiente, las nueve personas murieron por asfixia, provocada por el humo de un fuego que no fue apagado por bombero alguno. La causa del fuego fue un cortocircuito, provocado o por negligencia de quienes construyeron las instalaciones eléctricas o por las deficiencia en el servicio energético. La única puerta para entrar y salir del lugar estaba cerrada con cadenas, no había ventana, no había salida de emergencia, pero alguien aprobó esa construcción, alguien la construyó, alguien no la supervisó. ¿Quién es responsable de vigilar para que los centros de diversión del tipo que sea cumplan con las normativas de seguridad? Muchas instituciones del Estado no cumplieron con su deber y eso costó esas nueve vidas jóvenes.

Para colmo veo que estamos perdiendo la capacidad de indignación en la nación, que nos estamos acostumbrando a la negligencia criminal. Fueron nueve vidas jóvenes señoras y señores, ¿nos vamos a quedar de brazos cruzados esperando que la tragedia ocurra en un centro del polígono central, que mueran hijos o hijas de las clases media y alta para comenzar a preocuparnos y demandar acción y demandar justicia?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
30 de noviembre del 2006

Como dice Fito Paez: yo vengo a ofrecer mi corazón

La sociedad dominicana camina por terreno pantanoso y parecería estar llena de podredumbre y lodo hasta las rodillas. La corrupción, la compra y venta de conciencia y de plumas y de bocas campean por sus fueros. La inmundicia es un buitre que sobrevuela las almas. La mentira y la traición son premiadas cual hazañas loables e imitables. Nosotros, ilusos e ilusas impenitentes, buscamos "un tranquilo y seguro camino al futuro", como dijo D.H. Lawrence. Pero el futuro se observa como nebulosa indescifrable. No queremos este presente de democracia secuestrada, sin embargo nos acongojamos frente a la incertidumbre de lo que el porvenir podría depararnos. Cierto sentimiento de desamparo y desprotección nos embarga.

Estamos en medio del camino con un gran temor: nos da pánico el futuro porque no sabemos de qué tendremos que defendernos, ni si tendremos las fuerzas suficientes para enfrentar los retos y desafíos por nuestra cuenta y riesgo. Por eso siempre estamos buscando los culpables fuera de nosotros mismos. Hay quienes desean protegerse de la incertidumbre lamiendo las migajas que politicastros dejan caer mientras pasean sus enormes y largas colas llenas de babas e inmundicias. Hay quienes sostienen que los políticos nos han sumido en estas tinieblas porque actúan en función de sus intereses personales. Otros dicen que los políticos son seres humanos comunes y corrientes, hechuras de nuestra cultura, por lo tanto son proclives a los exabruptos y a la discusión insensata tanto como cualquiera.

Hay quienes culpan a nuestra cultura, a esos dominicanos que gustan de la chercha, del espectáculo y del circo, esos que prefieren el chisme al dialogo, que actúan con indiferencia, o que forman parte de las redes clientelares que han perneado la sociedad de arriba abajo y de abajo hacia arriba. Otras sostienen que los culpables son los empresarios que sólo piensan extraer las riquezas nacionales para usufructo personal, sin importarles el medio ambiente, sin importarles la pobreza que padece la gran mayoría del país. No falta quien culpa a la globalización y el mercado internacional, a los gringos, a la sociedad civil, al comunismo ateo y disociador... en fin, hay una gama de culpables, sólo tiene usted que elegir su culpable favorito.

Buscar culpables es una de las tareas más tranquilizadoras que existe, ya que culpando a otros nos eximimos de responsabilidad a nosotros mismos. Pocas veces nos preguntamos qué hacemos para que las cosas sean diferentes. De qué manera la indiferencia ciudadana, el desencanto y la inacción son tan culpables como el más favorito de los culpables. Ahora me viene a la memoria Fito Paez, y digo que él tiene razón cuando canta "¿quién dijo que todo está perdido? / Yo vengo a ofrecer mi corazón". No se trata de buscar culpables simplemente, hay que buscar los corazones necesarios para unirse al coro que nos permita construir la forma de salir del atolladero en que estamos, de evitar el lodazal que se nos viene encima. No basta culpar a otros, a fin de cuentas quien encuentra culpables y no hace nada es cómplice.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
23 de noviembre

Los estertores del dragón: una análisis de los partidos políticos dominicanos a la luz de la situación del PLD y la separación de Danilo y Fernández

Rápido se suceden los procesos políticos. No bien comienza a cuajar una tendencia en el sistema de partidos y un repentino ventarrón arrasa sus cimientos. Todo lo que es sólido se desvanece en el aire como diría el viejo barbudo alemán. El movimiento es vertiginoso y las tendencias no llegan a fortalecerse cuando todo se resignifica de nuevo.

En apariencia, la sociedad dominicana avanzaba hacia una reconfiguración del sistema político y de partidos, con el PLD como centro del universo. Sólo este partido se presentaba fuerte y en expansión, mientras que las otras dos grandes formaciones políticas del sistema parecían ir en una pendiente hacia la vanalización política y en retroceso hacia formas caciquiles que lo sumían en querellas intestinas interminables. Las reyertas internas obnubilan los ojos de las direcciones y les impiden ver la sociedad como un todo y entender los cambios que en ella se evidencian.

El PRD se enfrasca en una competencia por la nominación presidencial, dejando atrás las preguntas que debe responder antes de pensar en candidaturas: ¿Cuáles fueron las causas de las estrepitosas derrotas del 2004 y el 2006? ¿Cómo pudo salir del espíritu de las masas el sentimiento perredeísta? ¿Cómo es que ya nadie habla del socialismo democrático y Peña Gómez, en el mejor de los casos, es una foto en alguna oficina olvidada? ¿Cómo pudo quedarse intacta la dirección que comandó las tropas derrotadas? ¿Qué oferta puede hacerle el PRD a la sociedad dominicana del siglo XXI? ¿Cuáles son sus fortalezas y cuáles las debilidades de los otros partidos con los que compite?

En el PRSC los señores feudales que Balaguer juntó y convirtió en su instrumento para llegar al poder, no han podido constituirse en un partido moderno que entienda los nuevos desafíos y algunos hacen acuerdos con el rico y otrora poderoso PPH, o con el PLD reconvertido en partido “atrápalotodo” o formando nuevas organizaciones, nacidas para ser satélites del mejor postor. Hay sus excepciones, claro. Uno de los potenciales candidatos a ser nominado para la presidencia de la República por el PRSC se burla del sistema electoral, de la democracia y de la ciudadanía consciente: Amable Aristy Castro tiene tres periodos consecutivos que renuncia a la curul que gana con mañas clientelares para ocupar un puesto en la Liga Municipal Dominicana que le permite andar orondo en Hummer y Helicóptero.

¿Algo nuevo entre los partidos pequeños en términos de su desempeño electoral? Son pequeños y el calificativo no es peyorativo es descriptivo. ¿Se preguntarán algunos de ellos porque tienen más de 20 años siendo pequeño y pretendiendo ser llamados “emergentes”? La mayoría de los partidos con menos peso electoral se comportan como lunas que giran alrededor del PLD o el PRD. Hay pocas esperanzas de algo nuevo, y para mayores males carecemos de una necesaria opción organizada de izquierda democrática. Algo más que necesario en países con los niveles de desigualdad de una nación como la nuestra.

En ese contexto el PLD se ve como el dragón, en el sentido chino, que puede usar su fuego para construir lo nuevo, para apostar con vigor por el fortalecimiento real de una democracia sostenida y sustentable o destruir de manera clientelar el poquito nivel de ciudadanía existente en la nación o simplemente mantener lo existente por miedo a comprometerse. Pero, la Política es compromiso con algo, el político que apuesta a perdurar ha de tener una visión y proyecto societal y trabajar para hacerlos realidad.

De la caída libre de los otros partidos, emerge el PLD como la opción que impide el colapso del sistema de partidos. Si bien no responde a las expectativas de las grandes masas, en términos de políticas sociales y combate a la pobreza, por ejemplo, se mantiene por ausencia de opciones e incapacidad de construcción de lo nuevo en los otros partidos del sistema y entre las elites intelectuales. Debemos autocriticarnos todos.

El clientelismo y el principio de inercia sostienen en sus hombros el actual liderazgo peledeista. Pero, ahora enfrenta un reto enorme, el de de procesar un conflicto interno entre quién ha tenido el mando organizativo del partido y quien tiene el favor de las masas. Le pasó lo que casi siempre pasa cuando sólo hay un partido fuerte en el sistema político: que la competencia más radical por la presidencia es interna, y el enfrentamiento interno radical debilita el partido y le hace descuidar los asuntos de gobierno. Así, en su autismo y preocupación interna deteriora su relación con la ciudadanía en general y la inercia que en principio le sostiene, se convierte en su enemigo. No responde ni mínimamente a las demandas ciudadana. Su autismo lo obnubila y cree tener el control de unas masas, que hace muy poco pertenecía a otro partido y cuyo autismo también lo hizo perderse en el limbo interno.

El frágil sistema político dominicano se tambalea por una lucha interna, porque en el conflicto entre Leonel y Danilo no sólo se está jugando la estabilidad interna del PLD, sino la estabilidad misma del sistema de partidos: la lucha es dentro del único partido que aparentaba estar fuerte y la lucha lo debilita. Hay un nuevo espacio para opciones, entre las que deben incluirse líderes mesiánicos y el autoritarismo. Y eso es lo preocupante, la ausencia de opción democrática. ¿Quiénes están, ahora, mejor equipados para irse constituyendo en la opción que salga fortalecida de esta lucha fatricida?

Ramón Tejada Holguín
Una versión corta fue publicada en El Caribe
16 de Noviembre de 2006

La Fabula de los perros con un sólo amo y sus hediondas materias fecales

En el país donde vivo hay perros de todas las razas y colores. Unos tienen ladridos más agudos que otros, más chillones que otros, más fuertes que otros. Hay perros que gustan de enseñar los dientes y ladrar tan alto como puedan para acallar a quien dice alguna verdad. Mientras más duro ladran más grande tienen las colas de suciedad e inmundicia que han construido en el ejercicio de ladrar al mejor postor.

En ocasiones me siento a conversar con dueños de perros, porque los amos son, digamos que diplomáticos, y hasta simpáticos, aunque hay algunos que son medio gatitas de María Ramos y ladinos, muy ladinos. Con los amos se pude hablar sopesadamente y con tranquilidad sobre lo que afecta al país e incluso sobre esa manía de los perros de ladrar lo más alto posible para acallar las palabras llenas de honestidad: más seriedad del que habla más alto aullarán y sus amos se ríen y me dicen que ellos cumplen una función, o sea que los perros cumplen una función y me les sotorrío a los amos.

No tengo nada contra los perros de cuatro patas, felpudos y juguetones. Son el mejor amigo del hombre, y de la mujer. Pero, la verdad sea dicha, hay perros, no importan si dicen gobernar la mañana o el día completo, que carecen de raciocinio y a veces meten en líos a su amo, porque muchos perros pueden tener un solo amo, pero ningún perro tiene más de un amo. Eso es una ventaja, porque usted habla con el amo de ese perro y él lo calla y con el rabo entre las piernas sale para el patio. Ya ha pasado antes, lo digo porque lo sé.

Dije que los perros no tenían raciocinio y me equivoqué. Lo tienen, pero en el estomago. El perro que su amo alimenta bien, será un perro contento dispuesto a morder a todo aquel que agreda a su amo. Esos perros a veces se confunden y creen que cuando uno le da la mano al amo, uno lo está agrediendo y el perro muestra los dientes y ladra bien alto y cree que el amo se lo va a celebrar, pero entonces el amo lo mira mal y le dice: vaya a su pozo. Pero, si por casualidad su amo no tiene con que alimentar al perro, y otro amo que gobierna otra casa le alimenta, entonces es probable que el perro cambie de amo. Hay perros nobles que se casan con un amo y lo acompañan hasta el final, pero esos son muy pocos, muy contados. No creo que haya un chihuahua con complejo de pastor o uno de esos que son como ciénagas que creen tener agua limpia en el pozo entre esos perros nobles

No me preocupa que los perros me ladren, y mucho menos si lo hacen a través de micrófonos amplificados por sus amos. No hablo con perros, ni siquiera les mando a callar cuando se ponen a ladrar alto y quieren ocultar la verdad sobre la cual converso. Esos perro no merecen siquiera un “zape” de mi boca. Si necesito mandar a callar a un perrito faldero voy donde el amo que lo alimenta, que le compra la piltrafa que come y le hablo claro, al amo le hablo claro. Hay veces que los perros no se conforman con ladrar y ensucian alguna parte de mi casa, quizás una parte visible como el frente. Todo el que me conoce sabe que mantengo muy limpio el frente de mi casa y cuando ve esa mierda de perro me llaman y me dicen: "ahí están los perros cagando en el frente de tu casa". Mis amigos y yo reímos y algún buen amigo trata de hablar con el amo porque los perros son testaduras y no se puede razonar con ellos. Hubo una época en que esos perros pasaban con respeto por el frente de mi casa, era cuando el amo no estaba donde ahora está.

Por suerte para mí, todo el mundo sabe como huele la mierda de perro, y hay perros cuya mierda es muy conocida, así que estoy seguro que nadie dirá que la mierda de esos perros me pertenece o pertenece a mi casa o a mi entorno, no, estoy seguro que la gente con tres dedos de frente sabe que mantengo limpio y diáfano el frente de mi casa y mis amigos, aquellos con los que comparto en mi terraza y que son los que me importan, han visto lo transparente que son las habitaciones, la sala, el comedor y la cocina de mi hogar. Por eso no dejo que entren los perros. Bueno, admito que me he equivocado alguna vez y uno de esos perros se ha colado en mi terraza. Ha visto todo tan limpio y diáfano y no se atrevió a cagar en ningún rincón, ni siquiera a ladrar: la transparencia es su peor enemigo.

Cuando los perros ensucian el frente de mi casa busco dos cartones, y resignado recojo la mierda y la tiro al basurero. Si el asunto es reincidente le envío un mensaje a su amo: “amarra un poco mejor a tus perros”, le digo y agrego: “recórtale la cadena para que no lleguen hasta mi casa”. Le envío un mensaje al amo de los perros porque es seguro que el amo es quien les permite cagarse en el frente de mi casa, no digo que se lo ordena, pero se lo permite. Hay veces que alguno de esos amos de perros se hacen los locos. Hay amos con mucha basura y mierda en su patio y les soy incomodo porque le he pedido de manera diplomática pero con energía que por favor limpie el patio.

Eso sí, quiero aclarar que no me importa el patio de ningún amo, el problema es que la mierda y basura de los amos trae todo tipo de alimañas que molestan a todo el vecindario, alimañas como esos perros con acceso a micrófono, y soy de ese tipo de gente que no se queda callada. Seguiré exigiéndoles a los amos que sean más transparentes, seguiré exigiéndole a los amos que no tiren tanta basura, que no nos sigan enlodando, sé que seguirán los perros ladrando, aullando, pero yo no volveré a referirme otra vez a los perros. Vivo mi vida acorde con mi cerebro y mis sentimientos, tengo mi conciencia en paz con mi vida y con mi práctica cotidiana. Algo que ninguno de esos perros puede decir y sé que al final del día serán las cosas en las que creo las que prevalecerán y los perros serán barridos de los gobiernos.

Sí, digo que los perros son pasajeros, y los amos también. Vivo en con la misma buena conciencia que mi abuelo Holguín Bonó me inculcó, siento que puedo mirar hacia atrás empezando por el día que nací allá a la orilla del Jaya, en una calle pequeñita llena de olores, cerca del mercado y decir: puedo defender mi honra con gallardía y honor. Ninguno de los perros puede decirlo y ellos lo saben y eso me basta. Cada uno es uno mismo y su conciencia. He soportado muchos amos y demasiados perros y sigo aquí idéntico en esencia, con dos cartones para recoger la mierda que me tiran en el frente y una boca y dos manos para decir y escribir que el amo que manda a su perro a cagar en mi casa es el culpable y es un burdo protector de corruptos porque si los manda a cagar en mi frente es porque lo que digo es la verdad y sólo por eso. Porque tengo la razón y hay amos que nos está llenando de mierda humana el país.

Nota: hay perros que son cerdos cimarrones que empinan con sus mentones para gobernar la mentira y el resentimiento ciertas mañana de un país que merece una prensa más seria y basada en hechos concretos y no el bolsillo que paga la basura que de su boca sale.

¿Son los partidos políticos dominicanos parte de la dimensión política del capital social?

Hay un capital social que juega un papel importante en el desarrollo humano, en ese desarrollo que coloca el acento en las personas, en la ampliación de las libertades y capacidades humanas, que estimula que la gente sea dueña de su propia historia, protagonista de la película de su progreso. Puede ser una herramienta para lograr ampliar la capacidad política de los sectores excluidos. Este capital social habla de cooperación, de asociación, de confianza mutua entre las personas para poder plantearse objetivos comunes. Por eso debemos verlo no sólo como una categoría económica o una categoría social, sino también como una dimensión política importante. En esa dimensión del capital social, el liderazgo y los partidos juegan un papel de primer orden. Según la visión clásica de los partidos, estos tienen la responsabilidad de ser promotores de la acción colectiva. Se supone que deben ser quienes se aprovechen de las fuerzas asociativas de la sociedad para mejorarla, que deben ser defensores de la cooperación, constructores de la confianza interpersonal y en las instituciones. Se supones que deben jugar el rol principal en la constitución de las normas formales que definen el pacto social que da sentido a una nación. Asociación, cooperación, normas, confianza son los componentes reconocidos del capital social. La conclusión es que los partidos son partes constitutiva del capital social de una nación, quizás sería mejor deben ser partes constitutiva para el desarrollo humano de una nación.

La pregunta cae desde de una mata de mango: ¿forman parte los partidos dominicanos del capital social del país? Según las cuatro encuestas Demos realizadas desde el 1994 al 2004, cuando a la gente se le preguntaba a quien representan los partidos, cerca de la mitad sostenían que sólo representan los intereses de los políticos, mientras que entre el 36% y el 43% decía que representan los intereses de algunos grupos o personas. Apenas entre el 10% y 7% sostuvo que representaban a todos los grupos de la sociedad. Estamos hablando de cuatro encuestas realizadas en un periodo de diez años, y en las cuatro los resultados fueron similares: menos del 10% de las personas creen que los partidos dominicanos representan los intereses de la sociedad. Este dato se agrava cuando observamos que para el año 2004 se observó que todas las personas tenían algún nivel de clientelismo: el 36% tenía un nivel bajo, el 28% un nivel moderado, el 23% un nivel alto y el 12% un nivel muy alto.

El clientelismo explica el apoyo al sistema de partidos. Pero es un apoyo que se sostiene mientras el partido pueda controlar recursos que le permitan responder a la clientela. Empero, los recursos son escasos y la ausencia de políticas sociales provoca rupturas en el sistema clientelar de parte de quienes no son beneficiados. Los resultados se verán en el futuro, pero mi hipótesis es que si los partidos dominicanos y su liderazgo no cambian el rumbo y buscan estimular mejor el capital social como gatillo del desarrollo humano, el sistema partidario tal como lo conocemos sufrirá cambios y nacerán nuevos liderazgos y muchos de los actuales morirán de inanición política.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
2 de Noviembre 2006

El senado de la República debe coronar el proceso de elección de la JCE de manera ejemplar

Terminar como empezó

Ha empezado con buen pie el Senado en cuanto a la elección de la Junta Central Electoral. Debe evitar tropezar. Se nombró una comisión especial en la que hay senadores de los tres partidos. La cual está presida por Reinaldo Pared Pérez e integrada por Cristina Lizardo, vicepresidenta del Senado, Francis Vargas Francisco (vocero de los senadores del PLD), César Díaz Filpo (vocero de los senadores del PRD) y Noé Sterling Vásquez (vocero de los senadores reformistas). Hubo vistas públicas, se escuchó a quienes hablaron, se entrevistaron a candidatos y candidatas. No hay pretexto que impida hacer una elección basada en la honestidad y eficiencia. El Senado tiene la oportunidad de demostrar que es capaz de legislar como demanda una nación moderna e institucional. La forma de elección de la nueva JCE será un indicador de que la institucionalidad promovida por el PLD no es sólo de palabras.

El Senado tiene la oportunidad de elegir una JCE que pueda ser recordada como hoy se rememora ésa que dirigió Estrella Sadhalá o aquélla que comandó don Sully Bonelly. El PLD, como partido que controla el Senado no puede dar un traspié y elegir a militantes de esa organización política, hayan sido o sean miembros del Comité Central. No puede negociar con los partidos mayoritarios la repartición de los cargos como si fueran botín de guerra. Tampoco debe trasladar la elección a otros espacios y con otros actores. No debe escuchar a quienes le gritan que haga lo mismo que hizo el PRD con las dos JCE anteriores. El mal comportamiento ajeno, no justifica el propio. No debe escuchar a quienes le recuerdan la forma balaguerista de elección. La nación no soportará más comillas sobre los triunfos electorales. No es necesario realizar una gran cumbre entre los jefes políticos de los partidos para elegir una buena JCE, basta con que la comisión haga su trabajo correctamente. Si el PRD o el PRSC tienen algo que decir sobre la elección de los miembros de la JCE, que lo diga a través del senador que les representa en la Comisión Especial nombrada por el Senado. Una cumbre sólo se justificaría si el Senado hace una elección carente de legitimidad, sentido común y sensatez, como se ha hecho en el pasado reciente.

El Senado debe darle un plazo a la nueva JCE para que busque una solución justa para la cantidad de personas pobres que carecen de documentos de identidad y debe exigirle que regularice los actos del registro civil, eliminando la práctica de los oficiales del estado civil de poner el precio que desean por cumplir con sus responsabilidades. El Senado tiene la oportunidad de mostrar un rostro transparente, si además exige que se investiguen las denuncias que se han realizado sobre irregularidades en la forma en que se ha manejado el contrato de automatización del registro civil, los intentos para establecer una modalidad específica de voto electrónico y la realización de pagos irregulares. Ha empezado bien el Senado y no debe terminar mal. Nada es peor que sentirse engañado, las promesas insatisfechas son la principal fuente de deslegitimación de los gobiernos.

Ramón Tejada Holguín es ciudadano
El Caribe,
26 de octubre 2006


Nueva JCE: Primer Desafío Institucional

Con la elección de la nueva Junta Central Electoral (JCE) el Senado de la República, el PLD y Leonel Fernández se están enfrentando al primer gran reto de la “Revolución Institucional” que propone el presidente. Es un desafío que fortalecerá o debilitará la percepción de que existe unidad de criterios dentro del PLD sobre el necesario cambio institucional. Nombrar jueces electorales pertenecientes a su partido y dar una cuota a los demás, como hizo el PRD, contribuiría a justificar las acciones del anterior Senado de la República, ofrecería un buen argumento a quienes piensan que a fin de cuentas todos los partidos dominicanos son iguales y arrojaría dudas sobre la sinceridad del proceso de reforma constitucional que se desea llevar a cabo.

Debemos recordar que uno de los aspectos que contribuyeron a deslegitimar al PRD fue la forma en que nombró la JCE en el año 2002 y cómo organizaciones de la sociedad civil mantuvieron vivo su reclamo de que se nombrara una JCE no partidista. Ese reclamo constante provocó que se convocara un dialogo entre todos los sectores y al final se aumentara el número de jueces de la JCE y se dividiera en dos cámara. Este proceso de lucha por lograr una JCE formada por juezas y jueces reconocidos más por su eficiencia, eficacia y verticalidad moral que por su militancia partidaria, contribuyó, indudablemente, a deteriorar la imagen del presidente Mejía y de sus congresistas.

Es bueno que Leonel Fernández, los senadores peledeísta y el PLD, tomen en cuenta que tener una JCE que le sea favorable no garantiza necesariamente que podrán retener el poder. O ¿acaso nos olvidamos que las dos últimas JCE, la de 1998-2002 y la actual tomaron medidas que beneficiaban a una tendencia dentro del PRD y sin embargo el proyecto reeleccionista naufragó y el PRD perdió estrepitosamente en el 2006? Leonel Fernández, los senadores peledeístas y el PLD tienen mucho más que ganar nombrando una JCE independiente, autónoma y formada por personas que han mostrado su vocación de servicio en su trayectoria profesional. Sería un error garrafal del PLD, los senadores peledeísta y de Leonel Fernández convocar a los partidos políticos para repartirse la JCE cual botín de guerra. Dar cuota no resuelve el tema de fondo, que no sólo tiene que ver con las elecciones.

En efecto, el control de las Oficialías del Estado Civil es una las cosas que hace apetecible pertenecer a la JCE. Se ha comprobado que muchas de ellas dan más beneficio que los consulados. Los Oficiales del Estado Civil cobran lo que desean por sus actos y acciones, ya sea por realizar una boda, por un acta de matrimonio o nacimiento. Eliminar esa discrecionalidad y obligar que los candidatos y candidatas a jueces de la JCE expliquen la forma en que eliminarán esa práctica clientelar y violatoria de la ley 8-92 sería una gran contribución de los senadores peledeístas, del PLD y de Leonel Fernández a la institucionalidad dominicana. Así al mismo tiempo que el Senado elige a juezas y jueces de la JCE debe incluirle el mandato de que deben cumplir con Ley 8-92 digamos en 6 meses o un año.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
10 de agosto 2006


Institucionalidad vs. JCE

Sería bueno que el Senado recuerde lo siguiente aspecto a la hora de elegir a las personas que integrarán la nueva Junta Central Electoral.

1) La JCE intentó imponer el uso de urnas electrónicas sin estudiar todas las opciones disponibles y sin haber diseñado una buena campaña de promoción. Descuidó el proceso organizativo para dedicarse a observar procesos electorales del mundo y firmar convenios que no necesitaban su presencia. Lo que provocó improvisación y situaciones difíciles, como el supuesto descubrimiento de un complot en el departamento de logística el día 15 de mayo. A dos meses de las votaciones, unas 20 Juntas Municipales no habían sido constituidas. La formación de los colegios electorales y la capacitación de sus miembros fueron deficientes y la impresión de las boletas se realizó tardíamente. Las consecuencias de esto se observaron en los tranques y retrasos del conteo.

2) Se nombró como vocero de la JCE, a pesar de haber sido impugnado por los otros partidos, a un periodista que había sido funcionario público durante el gobierno de Hipólito Mejía y es comentarista de radio crítico a uno de los partidos que participaba en el proceso. El padre de una de las juezas de la Cámara Administrativa corrió como candidato de la Gran Alianza Nacional en una de las provincias del país. La JCE no explicó la movilización de electores hacia municipios pequeños, en donde pocos votos influyeron en el resultado final. El caso más grave fue Pedernales hacia donde se movieron 3,454 personas. No se investigó el caso ni se establecieron las responsabilidades. La impunidad augura que puede repetirse en el futuro.

3) Según la prensa el Senado saliente aprobó la venta de 31,897 metros de terrenos propiedad del CEA al presidente de la Cámara Contenciosa, Salvador Ramos, a 10 pesos con 33 centavos el metro cuadrado. Según la Dirección General de Impuestos Internos el precio del Metro Cuadrado en el Higüero, zona en que se ubican los terrenos, es de 75 pesos. 4) A pesar que en un debate público sostenido conmigo en noviembre del 2005 Roberto Rosario aseguró que la JCE institucionalizaría a las Oficialías del Estado Civil. Esto nunca se realizó. La JCE con está actitud viola la ley 8-92 que pone en sus manos a las Oficialías y le exige que establezca “para las actuaciones de los Oficiales del Estado Civil un nuevo sistema tributario, consagrando como ingresos del Estado las tasas y derechos que actualmente perciben dichos funcionarios públicos y fijándoles a éstos sueldos del Estado”.

Si el PLD y Leonel Fernández están interesados en mejorar el ordenamiento institucional dominicano, tienen una gran oportunidad de demostrarlo, nombrando en la JCE nuevos jueces y juezas con una trayectoria moral impecable y con éxitos medibles en el plano judicial. Participación Ciudadana dice que no apoya a nadie y muchos menos a dirigentes de la sociedad civil. Dicen que no pueden ser juez y parte en el proceso, ya que son los principales observadores electorales. Advierte que no cejarán hasta lograr una JCE autónoma. El Senado tiene la última palabra.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
17 de agosto

Las Incomodas y nunca bien ponderadas relaciones entre los partidos y la sociedad civil dominicana de hoy

1. Declaración de principios

Si bien en las últimas décadas entre la sociedad civil y el sistema de partidos se observaron grandes tensiones y mutuas acusaciones de querer manipular los espacios públicos en provecho propio, dije mutuas acusaciones, lo cierto es que en el últimos lustro se observa una especie de “entente” y una tensa calma que ha logrado crear ciertos espacios para la creación de sinergia. Sin embargo, los recelos persisten en una buena franja de la dirección de los partidos y, claro, en buena parte de la sociedad civil organizada. Lo cual de por sí no es malo. Es labor de la sociedad civil incordiar, como diría un amigo. Así como es labor de los partidos llegar al poder y en ocasiones, si carecen de incordios, hacen lo que sea para llegar al poder. Y he ahí el problema, un poder sin nadie que lo incordie, que le exija, que le demande, que se ejerce en solitario, difícilmente puede responder a la ciudadanía en nombre de la cual se supones que se ejerce, y en esa no respuesta puede llegar a deslegitimarse. Por eso se necesita el incordio, se necesita una ciudadanía incordiosa, organizada, militante.

2. Aclaración

Permítaseme tratar, en el poco tiempo, de hablar de la sociedad civil y de los partidos tal como se presentan en el país, en nuestra nación. Permítaseme ver las singularidades. Porque en realidad la sociedad civil en dominicana dista mucho de la sociedad civil en otros países del área, así como nuestro sistema política dista bastante de los otros.

Seré un tanto "telegramático", debido al tiempo y obviaré ejemplos y referencias históricas. En el debate, si hay tiempo, podríamos señalar algunos de estos aspectos. Digamos que usaré el estilo de párrafos aparentemente sueltos, pero definitivamente conectados

3. Los dos actores

1 Hablaré de la sociedad civil dominicana, aquí y ahora y no de la sociedad civil como categoría filosófica, o política o social. Es decir, creo que en el país la sociedad civil es una especie de movimiento social. En tanto que movimiento social, “la sociedad civil” se define como el conjunto de grupos de ciudadanos que se organizan de manera independiente de los partidos, para defender intereses específicos, y participar en áreas de los espacios públicos que les afecta. La existencia de redes, foros y coaliciones que actúan juntas, colocan sobre el tapete y definen temas y demandas de manera conjunta, le da ese sentido de identidad y pertenencia a la “sociedad civil” a sus participantes, es lo que nos permite extender el término de Movimiento social un poquito, para aplicarla a esta eclosión de organizaciones de la ciudadanía que han irrumpido en el espacio público, antes reservados a los partidos políticos.

2 Los partidos los veo como organizaciones de carácter general que deben conciliar los diversos intereses de la sociedad. Se supone que deben competir entre sí por representar el “interés general” proponiendo modelos diferentes de gobiernos o de “buen gobierno”. Esa competencia entre los partidos es lo que remite al pluralismo y la democracia y la búsqueda de un tipo de gobierno cada vez mejor. Pero, lo partidos, en muchas ocasiones no representan los intereses de ciertos sectores sociales, por lo cual estos se organizan para hacer valer sus intereses de manera directa. Ahí adquieren sentido las organizaciones de la sociedad civil.

3 Desde esta óptica, hablar de sociedad civil en la República Dominicana de hoy significa poner de relieve la creciente importancia de diversos tipos de organizaciones en los asuntos políticos y de gobierno. El papel de la sociedad civil dominicana, en este momento y desde mi punto de vista es reclamar, exigir que los partidos cumplan el rol que les toca jugar, no deben intentar sustituirlos, deben provocar que hagan su labor con eficiencia y eficacia. Los intentos de sustitución de los partidos llevaron a diversas sociedades de América Latina a niveles de fragmentación que impiden su desarrollo, minando el capital social de las mismas e incluso imponiendo cuasi dictaduras como el caso del fujimorato en Perú.

4. Contexto de la emergencia: Genealogía de una enemistad innecesaria

1 La emergencia de la sociedad civil ocurre en un contexto en que los partidos dominicanos muestran una tendencia a abandonar sus antiguas ideologías, sus propuestas de ordenamiento social, sus aspiraciones de representar sectores específicos de la sociedad dominicana. Lo que los lleva a un proceso de igualación y de asumir políticas emanadas de una sola corriente intelectual, política y económica. La competencia política se asume como competencia entre líderes, en un primer momento, tras la muerte de los tres grandes líderes se asume como la venta de un producto. El marketing se acrecienta y se reduce los intentos de representar a la ciudadanía.

2 Se observa de manera paralela un creciente desencanto hacia la actividad partidista de sectores de la clase media e intelectuales. En algunos casos se confunden actividad partidista con actividad política en sentido general, provocando niveles de despolitización y satanización del partidismo y la actividad política. Grupos de estos sectores buscan resignificar la acción colectiva. Intentos de crear movimientos cívicos, fracasan. Se crean ONG´s y foros de debates colectivos.

3 Del lado de la izquierda y los sectores populares, la crisis de los paradigmas anteriores a la caída del muro, la caída del muro mismo, la mirada de los organismos internacionales y de crédito en las organizaciones no gubernamentales, provocan cambios importantes en grupos comunitarios ligados a las izquierdas y de origen popular que se mueven hacia el cambio en sus formas de intervención.

4 La muy limitada circulación de las elites de dirigentes dominantes a lo interno de los partidos, bloquea la participación de determinados sectores en la política. Estoy hablando de la época en que los tres grandes líderes de los partidos tradicionales y sus seguidores más cercanos dirigían los partidos con ciertos niveles de autoritarismo y escasa institucionalidad. Esto bloqueaba la entrada de nuevos cuadros políticos que debía buscar otras áreas para la participación. En las izquierdas el fenómeno fue similar.

5 Se puede decir que se captó la existencia de un nivel de demanda de organización y asociatividad insatisfechas por los partidos y la política misma. Y los partidos no estaban cumpliendo su papel de ser el principal mecanismo de mediación entre el estado y la ciudadanía. O por lo menos eran incapaces de hacernos creer que representaban los intereses de la mayoría. Las diversas demos así lo sugieren.

6 Es así como la irrupción de las organizaciones de la sociedad civil se observa como una amenaza al partidismo y a los liderazgos constituidos. Pero, de la otra orilla, también se observaban algunas actitudes. Veamos.

7 Hay sectores y personalidades que han querido venderse como los verdaderos representantes de la sociedad civil, como los voceros de los sin voz; otros la venden como algo homogéneo y organizado que regula el sistema político; parecería que sociedad civil es un grupo de organizaciones que concertar y se pone de acuerdo para “forzar a los partidos” a tomar ciertas medidas, lo que causa recelo en los partidos.

8 Algunos percibieron que la “sociedad civil” se refiere a un conglomerado de personas que se opone a los partidos y quiere sustituirlos; o a un grupo de personas que hacen carrera desde la sociedad civil para lograr cargos públicos o electivos sin tener que contaminarse, haciendo de esta manera una competencia desleal a los políticos profesionales. Esta visión de oposición entre partidos y sociedad civil ha sido alimentada por algunos sectores de la sociedad civil y por muchos dirigentes de todos los partidos. Algunas organizaciones de la sociedad civil han cometido errores de importancia en ese tenor, acrecentando la desconfianza mutua, y propiciando la confusión en la población.

5. El tenso trayecto que nos trae al hoy

1 Actualmente tanto dentro del PRD, del PLD como el PRSC hay sectores que abominan de la sociedad civil, pero en su seno ha ido creciendo una visión de coexistencia pacifica y de respeto mutuo. Durante mucho tiempo el PLD tuvo la percepción de que era perredeísta y quedan vestigios de esa observación. El PRD durante los cuatro años de gobierno de Hipólito Mejía no le perdonó el nivel de criticidad que mantuvieron las organizaciones con mayor presencia en la prensa y de mayo nivel de legitimidad entre las personas. Las relaciones con cada uno de los partidos que han llegado ha controlar el Poder Ejecutivo han sido siempre tensas mientras están en el gobierno y más fluidas a la hora de ser oposición.

2 El hecho de que gran parte de las organizaciones de la sociedad civil haya mantenido el mismo nivel de criticidad ante los diferentes gobiernos y haya mantenido su agenda sin importar quien esté en el gobierno ha contribuido grandemente a lograr que haya un cambio de actitud de los partidos hacia la sociedad civil. Esto a su vez ha influenciado en una relación más fluida e interesante que posibilita la sinergia, pero que al mismo tiempo corre el riesgo de que sectores importantes de la organizaciones y líderes de ella puedan ser cooptados.

3 Para analizar esta relación se tiene que tomar en cuenta que la cultura política dominicana está basada en "dame lo mío", y una irrefrenable pulsión por ser un "matatán" o una "matatana", lo que obstaculiza y bloquea las iniciativas que pretenden provocar cambios en la sociedad dominicana. El problema es de poder, se dice. Quienes se benefician de la fragilidad de las instituciones y de la ausencia de reglas del juego iguales para todos, abominan del establecimiento de instituciones que pretendan estimular a la población dominicana para que exija sus derechos como ciudadanos soberanos. Si tienen la sartén por el mango no la van a soltar. El hecho de que los ciudadanos se organicen al margen de los partidos, pone en entredicho los mecanismos de control social y político con que cuentan los partidos.

4 Los mecanismos de control social y político tradicionales han sido el clientelismos, el patrimonialismos, el rentismo y la idea de que a los partidos pertenece el espacio público y que a la sociedad civil corresponde el ámbito de lo privado y el velar exclusivamente por sus intereses en ese ámbito. Usando una metáfora desde el punto de vista de género es como si existieran dirigentes y organizaciones machistas que piensan a los partidos como perteneciente al orden de lo masculino y a la sociedad civil como perteneciente al orden de lo femenino, en el contexto de una sociedad patriarcal.

5 Hay tendencias contradictorias. Por un lado crecen espacios de concertación, dialogo y búsqueda de consenso entre los diversos sectores de la sociedad civil. Crecen al mismo tiempo los espacio de participación y dialogo entre partidos y las organizaciones de la sociedad civil. Pero, los partidos en el gobierno de su parte privilegia a sectores específicos para sus diálogos y concertaciones y a otros simplemente no los considera. En este caso se puede reseñar lo del Plan de Seguridad Democrática. Mecanismos de coordinación de la sociedad civil han reducido su impacto en la sociedad y se encuentra con ciertos niveles de inactividad. Para algunos esto sugiere que existe cierto desencanto y desanimo a lo interno de las organizaciones civiles o hay una pugna por controlar este tipo de espacio.

6 Todos esto nos lleva a aclarar que al hablar de la relación partidos y sociedad civil lo estamos haciendo desde una óptica totalmente analítica. Ya que no todos los partidos tienen la misma actitud y comportamiento hacia la sociedad civil, ni todas las organizaciones tienen las mismas actitudes hacia los partidos. En incluso a lo interno de los partidos hay diferencias significativas: experiencias como las del Dialogo Nacional fueron realiza en contra de la dirigencia del PLD, y quizás por eso sus resultados, que en el papel pueden ser vistos como excelentes, en efecto sus resultados no pudieron ser mejores en términos de participación de los grupos civiles y de propuestas. Pero, el gobierno a pesar de una experiencia tan positiva, no tomó en cuenta los resultados de dicho dialogo profundizando así el sentido de exclusión de estos grupos. Con la que con su convocatoria creó unas expectativas de participación que no pudo satisfacer.

7 La razón por la cual las diversas organizaciones de la Sociedad Civil dominicana tienen tanto prestigio y niveles de intervención se debe a que efectivamente los partidos políticos dominicanos no juegan el rol que deben jugar, no representan los intereses de la sociedad civil que dicen representar, no construyen gobiernos según lo que prometen, y para nada promueven la "civilidad", los lazos sociales, la asociatividad de la ciudadanía. La escandalosa corrupción gubernamental, el patrimonialismo, el uso clientelar de las políticas públicas, han ido teniendo efectos perversos en la sociedad dominicana, y hasta el momento ha permitido a los partidos políticos sobrevivir, contar con una base de apoyo en esa parte de la ciudadanía, especialmente los muy pobres, que es clientelar y patrimonialista también. Un clientelismo del cual no son culpables lo pobres sino que políticos se aprovechan de esa pobreza para cambiar apoyo político por favores económicos. Sin embargo, el dominio no es absoluto. Y la propia práctica clientelar y excluyente que hoy los legitima, puede contribuir a erosionar sus bases de apoyo vía la escasa participación. Sobre todo cuando se toma en cuenta que el reparto clientelar tiene límites y que los procesos de desregulación económica, la capitalización y la privatización imponen mayores limitaciones ya que le permite disponer de menos bienes para distribuir entre la clientela.

8 Dice Adela Cortina: "La comunidad política es responsable en gran medida de que los ciudadanos valoren la civilidad, porque si se trata de una comunidad injusta, que funciona de forma "caciquil", aunque se diga democrática, dejarán los ciudadanos de participar, y demostrarán con ello muy buen acuerdo, porque la participación sólo tiene sentido cuando es significativa" (Hasta un Pueblo de Demonios Pág.. 196).

9 En nuestro país hay llamadas de atención importantes que van más allá del hecho cierto de que en la presidenciales alrededor de tres cuartos de la población concurre a votar. Hay evidencia de que nos acercamos existe una crisis de representatividad. La sociedad se autorganiza para defender intereses particulares que los partidos no defienden. Hay demandas de participación que las ofertas de los partidos sólo satisfacen a medias. Llama la atención el creciente rechazo que se observa en la población a la actividad política: Según las Demos en el 1994 el 5.8% de las personas entrevistadas decía rechazar la actividad política convencional, este porcentaje se mantuvo estable en las encuestas del 1997 (4.6%), del 2001 (6.0%) y se elevó espectacularmente a 24.2% en el 2004. Pero, lo grave es observar cómo el nivel de participación efectiva de la gente en las organizaciones de la sociedad civil se redujo, aunque en menor medida, en efecto, en el 1997 el 46% de las personas mayores de 18 años pertenecían al menos a una organización de la sociedad civil, mientras que en el 2001 esta cifra se elevó ligeramente a 49.1% para reducirse a 41.2% en el 2004.

10 Tanto a los partidos como a la sociedad civil debe preocuparnos la reducción de la participación y la observación de la política desde una óptica negativa. Como dijo Bill Clinton en respuesta a una de las preguntas del presidente del BID, Luis Alberto Moreno, en un evento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) realizado en junio de este año: “Pienso que hay dos cosas que deben decirse. Primero, la política es frustrante, imperfecta y a menudo llena de banalidad y falta de visión. Si no quieren lidiar con eso, busquen otro tipo de trabajo. Y quejarse por ello es ser como estos jugadores en la Copa Mundial que reclaman penales cuando los barren para sacarles la pelota. Quien no quiera jugar porque alguien puede lastimarlo, que se quede en casa. Pero [la política] sigue siendo la mejor esperanza que tenemos para solucionar nuestros problemas comunes; es muy importante."

11 ¿Significa que la sociedad civil debe cruzarse de brazos? Evidentemente, no. Los ciudadanos responsables de la sociedad civil deben estimular la participación, la civilidad, ya que "el lugar óptimo para aprender virtudes sociales no es el ámbito político mismo, porque las relaciones políticas son relaciones secundarias, y no primarias, y las personas pueden manipularlas con mayor facilidad que las relaciones primarias" (Cortina, Pág. 194-195), Deben reclamar, exigir que los partidos cumplan el rol que les toca jugar, no deben intentar sustituirlos, deben provocar que hagan su labor con eficiencia y eficacia.

12 Las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales, las asociaciones, etcétera, han de enfocar sus actividades hacia la civilidad, hacia la búsqueda de influir en el aprendizaje de valores sociales que promuevan la democracia, la participación, deben ser ellas mismas democráticas y participativas. Después de todo, son los ciudadanos y ciudadanas quienes se organizan en partidos. Las organizaciones las construimos nosotros mismos a imagen y semejanza de nuestra cultura política. Las virtudes aprendidas en la socialización irán en beneficio de la transformación del partidismo dominicano.

13 El sistema político dominicano tiene imperfecciones evidentes. La forma en que los partidos se relacionan entre ellos no estimula la democracia y los procesos de ciudadanización, más bien refuerza el clientelismo y una visión de la política como guerra de exterminio. En este espacio Sociedad Civil y Partidos deben ir juntos tratando de resignificar el concepto de lo político. Gran parte de la sociedad civil dominicana es consciente de la necesidad del fortalecimiento del sistema de partidos, pero también es consciente de aspectos substanciales que la separan de los partidos.

14 De los aspectos que provocan más tensiones entre los partidos y las sociedad civil emerge como gigante imbatible la corrupción. Es un tema que todos los partidos declaran como de vital importancia, pero todos tienen más de una cola que pisarle. Vemos que se aviva y se apaga el fuego de la persecución según criterios que no están muy claros. Lo deseable es que de una vez y por todas los casos de corrupción sean estudiados, se establezcan las responsabilidades pertinentes y se someta a quien deba someterse. Pero este tipo de reclamo de la sociedad civil choca con la forma de hacer política de los partidos. Prefieren mantener como espada de Damocles sobre la oposición las acusaciones de corrupción y ser benignos con la corrupción propia. Los gobiernos en general, han sido y son timoratos y débiles con respecto a la corrupción propia.

15 El tema corrupción es de vital importancia, la cantidad de recursos que se enajenan del erario es enorme, recursos que muy bien puede ser invertidos en la articulación de una eficiente y equitativa política social. Pero, ninguno de los partidos la ha combatido con seriedad. Son muchos los sectores que no se sienten representados por los partidos políticos cuando de corrupción se habla.

16 Para la sociedad civil, la idea de fortalecer los partidos políticos debe significar sinergia donde se pueda e incordiar donde se deba. Cada uno debe cumplir con su labor. Lo que necesitamos es mayor capacidad y mecanismos para procesar nuestros conflictos, nuestras visiones.

Ramón Tejada Holguín
28 de Septiembre del 2006
Seminario “Sociedad civil y sistema de partidos”
Hotel Embajador,
Santo Domingo, Distrito Nacional
República Dominicana.

Juristas y Consulta Popular

El 26 de marzo del año 2001 el doctor Flavio Darío Espinal declaró en el periódico El Siglo que para reformar la Constitución de manera democrática lo que se necesita es "un mecanismo que combine dos cosas: por un lado, que la Asamblea Nacional sea la que tenga la atribución de hacer las reformas, pero que al mismo tiempo cualquier reforma a la Constitución sea sometida a un referéndum constitucional. Yo creo profundamente en el papel de la ciudadanía, como sancionador último de cualquier norma, o cualquier institución o cualquier procedimiento de la Constitución, porque ésta es la que define la comunidad política y por tanto debe tener una función popular de la manera más amplia posible". En aquella época yo escribía la página de análisis político de la edición dominical del diario “El Siglo” y me tocó hacer varios análisis sobre los intentos de reformar la Constitución sin participación de la gente. En varios de esos análisis cité a Flavio Darío, porque me identifiqué con su visión de que la ciudadanía debe jugar un papel como sancionador último del proceso.

Espinal es miembro de la comisión de especialistas en materia constitucional encargados de preparar, mediante las consultas que fueren necesarias, las propuestas de modificación de la Constitución. Flavio y gran parte de los miembros de esa comisión tienen la gran responsabilidad de garantizar una consulta amplia y democrática. Entre las personas que pertenecen a la comisión de juristas hay quienes tienen una tradición de participación. De los juristas que conozco puedo decir que Aura Celeste Fernández, César Pina Toribio y Luis Gómez se han colocado en muchas ocasiones al lado de las fuerzas del progreso.

Milton Ray Guevara y Eduardo Jorge son antiguos directores de FINJUS que hicieron su contribución en materia de institucionalidad y de participación de la ciudadanía en el mejoramiento del sistema jurídico dominicano. Pelegrín Castillo y Licelot Marte vienen del mundo de la política y parlamentario por lo que se supone que saben la importancia de que la gente se sienta que participa, y la legitimidad que esa participación brinda a cualquier proceso político. José Darío Suárez es un jurista de Santiago que ha participado en consejos directivos de varias instituciones de esa ciudad, y hay servidores públicos de reconocida trayectoria como Raymundo Amaro Guzmán y Julio César Castaños.

Como se ve en este equipo hay gente que conoce la importancia de la participación de la ciudadanía, que en su trayectoria han tenido que aprender a escuchar y tomar decisiones a partir de una diversidad de pareceres. Apelo a esa trayectoria y experiencia para solicitarles que sopesen las críticas que se le han realizado al cuestionario base de la consulta y al secretismo que se mantiene en cuanto a la forma en que se abordarán sus resultados. Un cambio constitucional define la comunidad política, como dijo Flavio Darío, y por tanto la ciudadanía debe participar de la manera más amplia posible, no debe ser relegada, ni tratada como si sólo fuesen capaces de decir sí o no a una serie de preguntas.

El Caribe
19 de Octubre
Ramón Tejada Holguín es ciudadano

La Reforma Constitucional se debate entre el metro y el dialogo franco

El presidente rechazó la Constituyente como método de modificar la Constitución con dos argumentos. El primero es que una constituyente se justifica cuando se trata de hacer un cambio profundo y dijo que ese no es el caso nuestro, porque estamos en la etapa de la consolidación de la democracia y no en la de construcción. Veo una contradicción con la parte de su discurso en que compara la reforma constitucional con una “revolución democrática”. Una revolución va a la raíz y es el punto de inicio del cambio profundo. O sea si seguimos los propios planteamientos presidenciales debemos hacer una constituyente para poder realizar una “revolución democrática”, pero si lo que estamos haciendo es el arreglos de algunos gazapos que quedan en la Constitución y cambiando sólo algunos aspectos, entonces no es una revolución democrática, sino una modificación sencilla.

El segundo es que la constituyente no garantiza la participación de las mayorías, mientras que una consulta popular puede hacerlo. Estoy de acuerdo. Ningún método de reforma garantiza la participación de las mayorías. Hemos preferido la vía constituyente porque, bien reglamentada, puede garantizar que la mayoría de los grupos en que se divide la sociedad dominicana estén representados. Una consulta popular puede lograr esto. Pero, la convocatoria a consulta popular que se ha realizado, si se mantiene en el esquema en que fue concebida y según el cuestionario dado a conocer no garantiza la participación de la ciudadanía, ni de sus grupos más representativos.

¿Porqué la consulta como se está convocado no garantiza el debate abierto? Porque las 77 preguntas que se formulan están elaboradas de tal manera que sólo pueden tener o respuestas afirmativas o respuestas negativas. No ofrecen la oportunidad de argumentar o plantear temas distintos. Son preguntas muy dirigidas. Tampoco se les ofrecen insumos para que las personas piensen. Las 77 preguntas constituyen un cuestionario que puede ser procesado en cualquier base de datos, cuyas informaciones sólo dirán si la gente prefiere tal o cual idea, pero no permite que la gente elabore argumentos distintos a los planteados por los juristas. Hay preguntas formuladas de tal manera que sólo pueden tener una respuesta y sólo una. Y muchas de las introducciones que se realizan a cada título son argumentaciones que pretenden influenciar en las respuestas de las personas que participen de las consultas. Además, no está claro cómo se procesarán las respuestas, ni si es posible que las personas que participen de las consultas tengan mecanismos transparentes para saber si sus respuestas fueron o no consideradas. Hay gente que participa de la comisión de juristas y de la comisión organizadora que conozco y creo en su buena fe, pero lamentablemente debo decirlo: ese cuestionario tiene un diseño que viabiliza la manipulación de la consulta. Este proceso de reforma puede ser o como el metro, que se consultó para no hacerle caso a nadie, o como un dialogo para escuchar a la gente. Para lograr esto último hay que rechazar el cuestionario y dialogar sobre otras bases.

El Caribe
12 de Octubre 2006
Ramón Tejada Holguín

Partidos y sociedad civil: aprendiendo las virtudes sociales

Dice Adela Cortina en su libro “Hasta un pueblo de demonios”: "el lugar óptimo para aprender virtudes sociales no es el ámbito político mismo, porque las relaciones políticas son relaciones secundarias, y no primarias, y las personas pueden manipularlas con mayor facilidad que las relaciones primarias" (Taurus, Pág. 194-195). Es pues que las virtudes sociales se aprenden en el ámbito de las relaciones primarias, o sea de la familia, las relaciones de amistad, las asociaciones voluntarias, entre otras.

Las organizaciones de la sociedad civil interesadas en mejorar la calidad de la política deben enfocar sus actividades hacia la civilidad, hacia la búsqueda de influir en el aprendizaje de valores sociales que promuevan la democracia y la participación de calidad. Y harían muy bien empezando por ser ellas mismas democráticas, participativas y con mecanismos para procesar los conflictos internos que permitan la convivencia en diferencia.

No lo olvidemos: todas las organizaciones, políticas o sociales, las construimos los dominicanos y las dominicanas a imagen y semejanza de nuestra cultura política.

Es cierto que el sistema político dominicano tiene imperfecciones evidentes y se está generalizando el clientelismo y el patrimonialismo. Sus tentáculos, como un valor que permea las interacciones sociales, llegan a los más inverosímiles espacios.

Oigo hablar de la necesidad de una mejor relación entre las organizaciones de la sociedad civil y los partidos. Hay espacio para esa relación: juntos pueden estimular la democracia y la participación de la gente. Hay tendencias dentro de los tres partidos tradicionales y de partidos distintos a ellos que se están dando cuenta de la necesidad del cambio de visión en cuanto a las acciones de las organizaciones de la sociedad civil, pero todavía hay quienes insisten en demonizarlas. Hay quienes desde las organizaciones de la sociedad civil satanizan a los partidos. Demonización y satanización forma parte de un discurso arcaico y falaz. Hay espacio para la sinergia, o mejor dicho es necesaria.

Pero, la verdad sea dicha: hay aspectos substanciales en los cuales el papel de las organizaciones de la sociedad civil es incordiar, como hay espacios exclusivos de los partidos. Las primeras deben exigir a los segundos que nos representen bien, que nos gobiernen bien y hacen bien en incordiarles cuando los partidos se quieren hacer los “caprinos dementes” en esta cuestión de la representación.

Hay temas donde sinergia es sinónimo de incordio, pues. Uno de esos es la corrupción. Los partidos lo declaran como de vital importancia, pero hay más de una cola que pisarles. Se aviva y se apaga el fuego de la persecución según criterios que no están claros. Lo deseable es que de una vez y por todas los casos de corrupción sean estudiados, se establezcan las responsabilidades pertinentes y se someta a quien deba someterse. Pero, este tipo de reclamo de organizaciones de la sociedad civil choca con la forma de hacer política prevaleciente en “la nomenclatura” partidarias. Parecería que se prefieren mantener, como espada de Damocles sobre la oposición, las acusaciones de corrupción.

Los gobiernos han sido y son timoratos y débiles con respecto a la corrupción propia. El tema es de vital importancia, los recursos que se enajenan del erario son enormes, recursos que muy bien puede ser invertidos en la articulación de una equitativa política social. Son muchos los sectores que no se sienten representados por los partidos políticos cuando de corrupción se habla.

Es así que para fortalecer los partidos políticos las organizaciones de la sociedad civil deben crear sinergia donde se pueda, como es el caso de la educación política. Pero, deben incordiar cuando se trata de temas como la corrupción. Demás está decir que ambos necesitan capacidad y herramientas para procesar sus conflictos y construir una mejor democracia.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
5 de octubre 2006

Desigualdad y políticas públicas

Decir “la desigualdad social debe ser objeto de políticas públicas” parece un Perogrullo, pero no lo es, porque hay tomadores de decisiones y ejecutores de políticas públicas que ven la desigualdad como algo normal y culpa de los mismos pobres. La idea del combate a la desigualdad parte de la aceptación de conceptos como “equidad”, “justicia” y “derechos”. Asumir esos conceptos como rectores de las políticas sociales, implica la visión de que las diferencias existentes entre los grupos sociales no justifican el acceso inequitativo a los bienes públicos, a la cultura y a la participación como ciudadano de pleno derecho. De esa visión parecen carecer los principales ejecutores de políticas sociales en el país.

Karen Mokate distingue la equidad horizontal de la equidad vertical. La primera significa trato igual para iguales parte del reconocimiento de que existen desigualdades históricas en las sociedades que es justo tratar de corregir. La segunda, la equidad vertical, considera que todos son iguales de manera absoluta y por lo tanto no son necesarias las políticas preferenciales y lo que se debe hacer es dejar libre el mercado ya que el mismo tiene los mecanismos para asignar a cada uno su lugar. La idea de equidad vertical sugiere que la desigualdad entre los grupos se motiva en las diferentes capacidades, potencialidades y aptitudes de las personas. Pero, considerar a todo el mundo como iguales para la definición de políticas sociales, impide ver las inequidades previamente existentes, fruto de la pasada interacción entre los grupos sociales, y de la desigual dotación de capacidades que la condición de inequidad histórica ha provocado.

Estas ideas van al centro del debate sobre las características de las políticas públicas y el papel del Estado en la reducción de la desigualdad. Para la escuela económica llamada popularmente neoliberal, la desigualdad o inequidad es un problema creado por las regulaciones que se les colocan al mercado o a los mercados. Lo mercados, sostienen, ubican socialmente a las personas según sus capacidades, aptitudes y voluntades individuales, por lo tanto no debemos hablar de desigualdad sino de diferencias provocadas por las distintas dotaciones con que se nace. Por lo tanto promueven un tipo de equidad vertical, basada en la idea de igualdad de oferta para todos. Esta visión de la desigualdad influye en la definición de las políticas públicas, tanto en nuestro país como en América Latina. La igualdad de oferta para todos, implicaría que la necesidad de extender una oferta (servicios, de información, o de otro objeto de la política) a toda la población, independientemente de su condición, su clase y su capacidad de pago. O sea, en primera instancia, la equidad se asociaría a oferta universal y homogénea de servicios sociales.

Pero, esta visión de la igualdad oculta la desigual capacidad de los grupos para poder “beneficiarse” de los productos sociales. Hay pues que estimular políticas sociales que permitan que los sectores excluidos sean incorporados a la sociedad, políticas especificas para estos sectores, pero no de cortes asistenciales y prebendarías, se necesitan políticas inclusivas.

El Caribe
28 de septiembre
Ramón Tejada Holguín

Cada vez nos distanciamos más

Cada vez nos distanciamos más y se ahonda la brecha que nos separa. No hablo de la brecha digital o virtual, sino de un enorme abismo que bloquea la construcción de la democracia. Siéntese unos minutos, por favor. Reflexione. No respire con aire de persona hastiada, sólo le pido que mire en derredor por un momento. Deje a un lado su sabroso café, mire lo hermoso que crece su hijo, lo radiante que se ve su hija. Libres del dengue. No se enfade, no se trata de hacer que el desayuno le indigeste. Pero, ¿sabe cuantas personas quedaron atoradas y no pudieron llegar a tiempo a sus trabajos, a la universidad o al hospital? Hubo una paralización del transporte, la hicieron unos empresarios que se llaman a sí mismos sindicalistas. Esos mismos, los que fueron condenados, luego descargados y luego condenados y todavía falta saber qué hará la Suprema Corte. ¿No me entiende? Es que en su país están pasando cosas que no se imagina, cosas terribles que cada vez nos distancian más, nos polarizan y hacen que una parte de nuestras gentes no disfrute de los más elementares derechos, y no puedan satisfacer sus necesidades perentorias.

No exagero. En algunos lugares ni siquiera la basura se recoge. Basura y dengue. ¿Se da cuenta? Hablo del Ayuntamiento del Distrito Nacional, porque también soy de sus víctimas. Sí, quizás no se da usted cuenta porque vive en un residencial, con servicio privado o quizás es amigo de algún funcionario del Ayuntamiento del Distrito Nacional. Sí, nos estamos distanciando más y más y se ahonda la brecha social que nos separa. Es que algunos pueden privatizar sus servicios. ¿Barrio seguro? Hay quienes tienen a los policías que nos deberían cuidar a todos cuidándolos a ellos. Hay quienes tienen para pagar seguridad privada, ya sea en el residencial o en la casa. ¿Servicio de energía eléctrica? Inversores, plantas eléctricas. Es cierto, cuesta mucho dinero vivir cómodamente en el país. Y vaya que hay quienes viven con mucho confort y otros ahí pasando el Niágara en bicicleta de canasto, sorteando una guagüita, arriesgándose a ser atropellados por un grupito de hijos de papi y mami que echan carreras en las noches sin luna.

Le digo que no exagero: la brecha social crece y nos separa, nos aleja más de tener un sentimiento común de amor a una nación. ¿Realmente somos una nación? Es decir un colectivo de personas que se siente que forma parte de la misma comunidad. ¿Tenemos un Estado? Ay, no se trata de un índice que nos dice que si somos o no un estado fallido, no hablo de eso. Hablo de algo muy concreto y se lo digo sin tapujos: aquí la mayoría tiene que bandeársela con servicios públicos deficientes, con basura que no se recoge, con epidemias cíclicas y anuales, que por cíclicas y anuales pueden ser relativamente fáciles de prevenir y controlar y con bajos salarios que apenas dan para pagar lo que el PRA (Programa de Reducción de Apagones) exige. Qué piensa usted que piensan esas personas cuando nos ven orondos y frescos en nuestros autos. Así no se construye una nación ni hay Reforma Constitucional que valga. ¿Qué le heredaremos a nuestra prole?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
21 de septiembre

El dilema del nuevo Procurador General de la República: entre el diseño infinito y la acción contundente

Dijo el Procurador General de la República, Radhamés Jiménez, que nunca ha estado de acuerdo con la forma “en que ha sido conducida la lucha anticorrupción en este país”. Esta percepción es compartida por muchas personas, entre las que me encuentro. Me atrevo a decir que todas las organizaciones del Foro Ciudadano y de la Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad que represento en la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción (CNECC) tampoco están satisfechas con la lucha contra la corrupción en el país. No sé si el nuevo procurador se da cuenta que su planteamiento muestra que tenemos razón al reclamar cero tolerancia con la impunidad. No sé si el nuevo procurador toma en cuenta que sus palabras se pueden interpretar como una evaluación crítica de la política anticorrupción de la gestión del antiguo procurador, ya que significan que no está de acuerdo con la forma en que actuaba el Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa (DPCA) bajo el mandato de Domínguez Brito. Tiene, el nuevo procurador, la oportunidad de reorientar las acciones en materia del combate al más grande de los flagelos de la nación.

Desde esta óptica, lo esperable es que el nuevo procurador redimensione la lucha contra la corrupción en la práctica, con hechos contundentes y, sobre todo, haciendo cumplir el “Plan estratégico 2005-2008 de ética, prevención y sanción de la corrupción” elaborado por la Comisión de Ética. Plan que es el producto de varios talleres realizados con las organizaciones de la sociedad civil y con sectores gubernamentales. El nuevo procurador, supongo, conoce muy bien el Plan estratégico y sabe de todo el proceso que se llevó a cabo para diseñarlo y debe saber que hay un pobre nivel de cumplimiento de este plan. El nuevo procurador debe saber, además, los malabares que realiza el DPCA para que los funcionarios y las funcionarias del Poder Ejecutivo hagan las declaraciones juradas de bienes según el decreto 287-06. A propósito, este decreto forma parte de lo establecido por la Comisión de Ética en el Plan estratégico y su intención es lograr una declaración jurada de bienes clara, precisa y pública. Pero, poco más de la mitad la han realizado y se venció el plazo inicial, y ya se venció el segundo plazo. Supongo que el nuevo procurador será enérgico con quienes no han cumplido con este decreto y pedirá que no se den más plazos.

Sólo una cosilla me preocupa. Según el nuevo procurador es necesario que la lucha contra la corrupción forme “parte de un nuevo diseño, con otro método”. Si interpreto bien al nuevo procurador debemos regresar al inicio. O sea, volver al huevo. Empollarlo de nuevo. O sea, volver a diseñar un nuevo plan. O sea, que no interesa la continuidad del Estado. O sea, que la lucha contra la corrupción es un diseño permanente que nunca se ejecuta, un plano para un edificio que jamás se construirá. Si el procurador diseñará algo nuevo, ¿tiene sentido la Comisión de Ética? El Plan estratégico, que fue un compromiso mínimo, ¿debe ir directo al basurero? No sé si llorar o reír.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
14 de septiembre 2006

Balaguer, el individualismo y el Desarrollo Humano

Sostuve la semana pasada que el Complejo del Gancho y la creencia en el Estado como un demiurgo se transformaron y se manifiestan como falta de confianza en las propias fuerzas y hacia los demás. Esto bloquea la construcción de Capital Social Comunitario. La pregunta es ¿Cómo se efectuó esa transformación? Las generaciones que vivieron y las que nacieron durante el trujillato se socializaron en el contexto de la paranoia estudiada por Zaglul y con la actitud esquizoide hacia el gobierno estudiada por Galíndez. Esquizoide porque mientras se expresaba adhesión al régimen se “sabía” que sus acciones carecían de legitimidad. Las representaciones de la sociedad y los temores se traspasan de una generación a otra y sobreviven a las condiciones sociopolíticas y económicas que las originaron. Es indudable que con el paso del tiempo y la influencia de otras culturas “la ideología” tiende a cambiar. No se trata de ruptura absoluta, es mutación: una pizca de lo mismo con algo de lo nuevo. El miedo al calié y el temor a no trabajar si se es desafecto ya no existe. Pero operó como un catalizador del individualismo egoísta, ya que bloqueó la existencia de relaciones fluidas y basadas en la confianza.

Otras tendencias globales y otras nacionales ayudaron a perfilar ese individualismo egoísta. Entre las globales están las migraciones y el individualismo que estimula la modernidad, que se relaciona con el reconocimiento de la persona como un sujeto individual con derechos y deberes en lo social, que con la globalización se ve adobado por una búsqueda hedonista del yo en una sociedad de cambios vertiginosos. Un proceso que podría ser positivo, y lo fue en muchos países, como el descubrimiento del individuo como sujeto de derechos y deberes deviene en una de las fuentes del individualismo egoísta y desconfiado de la acción colectiva que se ha ido convirtiendo en predominante en la “visión del mundo” de gran parte de la ciudadanía dominicana, especialmente los sectores de las llamadas clases medias.

La construcción de “la dominicanidad actual” se marca, pues, por esas tendencias sociales que fueron exacerbadas por el clientelismo balaguerista. Balaguer despreció tanto la acción colectiva que siempre prefirió negociar con personas individuales y no con grupos o colectivos. Por eso la fascinación que ejerció entre quienes le conocieron, fueran o no opositores, por eso su trato tierno con la persona individual desafecta o no y su rispidez hacia los grupos. No construyó un partido moderno y un liderazgo colectivo fuerte. El uso patrimonial del Estado es la base material de esta ideología y la reivindicación de Balaguer y la perseverancia en las prácticas clientelares son los formidables bloqueos para la construcción del Capital Social Comunitario en el país. Es decir, de ese “Capital” que estimula la cooperación y la confianza, que influye en una mejor distribución de las riquezas sociales, económicas y culturales y nos hace más solidarios, que reduce la desigualdad y la exclusión y se convierte en un pilar importante del Desarrollo Humano.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
7 de septiembre 2006

La herencia de violencia del Papá Grande

El Papá Grande: el día de la muerte de Balaguer.


Ramón Tejada Holguín - Ultima Hora 22 de julio 2002

Nos hemos ganado un sitial en la historia contemporánea porque aquí tuvo a bien nacer el Papá Grande, el más excelso prócer jamás conocido, constructor de la tranquilidad más tranquila que la tranca puede edificar, y de una paz más pacifica que la de los cementerios. El día de su muerte los informadores imparciales, guías espirituales del pueblo, nos quitaron la venda transparente de los ojos y pudimos ver la realidad real que nunca habíamos visto: éramos una partida de malagradecidos que nunca lo colocamos en su justo lugar, todos tenemos una formidable deuda con él.

Dijeron que gracias a su visión de futuro, el Papá Grande nos transformó en un pueblo monumental, con enormes avenidas atiborradas de lujosos autos y fastuosos puentes sobre secos ríos. Dijeron que nadie había construido tantas instalaciones deportivas para recreo de nuestros jóvenes, ni tantas escuelas y hospitales para recreo de nuestros profesores, estudiantes, médicos y pacientes. Por el luto generalizado el día de su sepelio nadie pudo encontrar ni un paño negro en tiendas de telas y ropas.

Algunos sabemos que debemos agradecer más. Por ejemplo, en lo económico su gran legado ha sido hacer a nuestros ricos más ricos que los de la mayoría de los pueblos vecinos, y con nuestros pobres hizo algo similar: los convirtió en más pobres que los de la mayoría de los pueblos cercanos. No le prestó atención a la gente pobre de su época porque era un visionario, un profeta que no debía detenerse ante pequeñeces como la vida humana. Por lo que concentró sus energías en erigir enormes obras que aprovecharían las futuras generaciones... de ricos. Pero, su legado político ha sido mayor.

Decidía las cosas con sapiencia y tacto sin que le importaran las instituciones, la justicia o la gente misma. ¿Si él era la encarnación del bien, quien mejor para ser el gran arbitro? Eso sí su Dios, y estrella guía, era el poder por el poder mismo. Pero lo que más le agradecemos es no haber dejado un líder intacto que nos desgobierne como él.



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Herencia de Violencia

Publicado en Ultima Hora, el 12 de Mayo del 2003

Ramón Tejada Holguín

Hay que conocer el pasado para entender el presente y construir un futuro en el que la vida buena sea accesible a quienes tienen la capacidad y la voluntad de trabajar honradamente.

René Fortunato, en "La violencia del poder", rescata imágenes que deben ser complementadas con una honesta reflexión que trascienda los macabros sucesos narrados.

Hay que buscar la singularidad de los hechos, observar su curso y las motivaciones de los actores que se adueñaron del escenario político y social dominicano, porque así podremos entender mejor la realidad, e hipotetizar sobre la marcha de los acontecimientos.

No todo fue color de rosa, pero el vampirismo político se cebó de un solo lado. Pudimos llegar a la modernidad por un camino diferente, respetando los derechos y la institucionalidad. La voluntad férrea de un Balaguer que agarraba con uñas y dientes el poder nos bloqueó un camino distinto. Ese ayer ha construido el hoy de la desinstitucionalización, del irrespeto por las reglas de juego, de la búsqueda de ventajas personales: esa es la gran herencia de Balaguer.

No hay dudas: él es padre de la debilidad institucional dominicana. ¿Y los otros? No pregunto por esos que construyeron partidos balagueristas en esencia. Pregunto por la fabulosa izquierda. Sabemos que unos se desviaron en algún recodo del camino: giraron hacia la delincuencia o abjuraron abrazando la causa de sus verdugos.

Los peores formaron bandas terribles; ese Macorís, que ayer en petulantes actuaciones televisivas reclamó orondo sus presas saladas de sangre y horror, hoy dice que la terrible Banda, esa sanguinaria asociación de malhechores, fue un organismo de la sociedad civil. Quedan enormes preguntas sin respuesta sobre los que se mantuvieron fieles a los principios. Por ejemplo: ¿por qué la izquierda democrática no pudo construir una opción política y moral que viabilizara una sociedad en la cual no se adore a Balaguer ni su terrible herencia coquetee con las voluntades de quienes nos dirigen? ¿En qué fallaron nuestros héroes?