El doctor Iván se cansó de hablarme de ella y de insistir en
que no disfrutarla era un crimen.
Pero, quería disfrutarla con Ruth y la dejé reposar. Hasta
que la vimos: Amour de Michael Haneke.
Cuando le preguntaron a Haneke qué quiso decir con “Amour”,
respondió: “el arte no funciona con respuestas fáciles”.
Creo que el arte, y menos el cinematográfico, tampoco tiene
que dar respuestas, fáciles o difíciles. Su objetivo es interrogar.
O colocar sobre el tapete filosofías, visiones, sentimientos,
ideologías y percepciones.
En Amour, Haneke habla del ocaso. O sea de la vejez, la
enfermedad, la muerte y la imposibilidad de ser lo que se ha sido.
¿Cómo puede esa artista y maestra seguir existiendo si no
puede continuar siendo quien ha sido? No es trabalenguas.
Los “pone etiquetas”, o sea esos que se llaman críticos,
dirían que es una película minimalista.
Porque su puesta en escena parece simple. Consta de lo
necesario: espacios cerrados, dos personas existiendo uno para la otra y
extras.
La hija y su vida es extra, porque es otra vida distinta a la
vida de las dos personas en el espacio cerrado.
La del gran músico y alumno por igual.
Son ella y él bajo los reflectores.
Escribí dos personas existiendo, y lo escribí bien, porque la
película suda existencialismo por todos sus cuadros y recuadros.
Es indagación filosófica sobre cierto tipo de pareja: clase
media exquisita y artística. ¿Pareja que muere como concepto? Y por eso…
Es una película que a veces parece lenta, pero la intensidad
de las escenas compensan la atmosfera ralentizada con que se narra.
Es un filme de unas vidas tan unidas que cuando una es muerta,
de la otra nada se sabe.
Sale y no regresa… ¿qué le habrá pasado?
Es un filme plurisignificante, del cual no vale la pena
escribir, sino volver a ver.
Lo que haré esta noche.
Ramón Tejada Holguín
Abril 4 2012
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