La existencia de reglas de competencia política claras y respetadas por quienes aspiran a gobernar y de procedimientos que permitan a la ciudadanía optar por una de las ofertas políticas propuestas, constituyen componentes básicos de las democracias reales, o como diría Robert Dhal, de la poliarquía.
Claro, es preciso que existan mecanismos de participación de la ciudadanía, pero es condición necesaria de esa participación que exista un sistema de representación. Imagine, ¿cómo pueden participar directamente seis millones y medio de ciudadanos y ciudadanas del país? El sistema de representación es un pilar de la democracia en el mundo.
Perfeccionar el sistema de representación, hacerlo fuerte y confiable, debe ser el norte de todos los actores políticos y de la ciudadanía interesada en el desarrollo y consolidación de la democracia. Lamentablemente, parecería que hay líderes, dirigentes y militantes silvestres de ciertos partidos dominicanos que carecen de ese sentido de la democracia elemental y no ven la obligatoriedad de tener un marco mínimo de reglas.
Cuando se desconfía del sistema de representación y se crean dudas sobre las reglas de la competencia política, las puertas de la selva se abren y por ellas se cuelan el poder unipersonal, la sustitución de la representación partidaria por la imposición de voluntades individuales, la inestabilidad que se alarga en el tiempo y se convierte en obstáculo para el desarrollo de la nación, o el sálvese quien pueda.
Hay líderes, dirigentes y militantes silvestres de ciertos partidos que cuando pierden los procesos electorales buscan la fiebre en la sábana. O tratan de justificar sus actuaciones, cuando de lo que se trata es de analizar y poner correctivos. O tratan de culpar a otros y extender el desprestigio a todo el sistema con tal de ocultar sus propios errores e incorrectas estrategias. Es así como quieren ocultar los problemas internos del partido, vendiéndolos como problemas nacionales o de peligro de la democracia dominicana. Para mejorar la representación, los problemas deben ser encarados directamente.
Esa forma de querer ocultar el fracaso de las estrategias electorales culpando a los otros y a todo el sistema, es una espuria manera de calmar a sus militancias, y contribuye al desprestigio de todo el sistema electoral y del ordenamiento constitucional. ¿Es esa la misión de un liderazgo que dice contribuir a la democracia? ¿Es esa la misión de un partido que ha sabido luchar en condiciones adversas y que posee una fuerte historia en favor de la democracia?
Mucho trecho debemos recorrer para lograr una democracia política, social y económica que satisfaga a la mayoría de la ciudadanía. Pero, hay un trecho recorrido que no debe ser tirado al tacho de la basura simplemente porque hay quienes quieren ocultar sus responsabilidades en la coyuntura electoral pasada.
Sangre, sudor y lágrimas ha costado la tímida democracia que tenemos. No es satisfactoria, no es la que deseamos, hay que luchar por mejorarla. Eso sí, es claro que desprestigiando el sistema para justificar un fracaso nada cambiaremos.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
26 Junio 2012
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