Para desgracia de Miguel Vargas Maldonado y de una proporción importante de la nación que sufre recordando el cuatrienio de Hipólito Mejía, éste ha regresado con ímpetu y rodeado de una aureola de triunfo que hace fruncir el ceño a quienes temen a las mordidas del perro de Mamá Belica.
Perplejas, algunas personas preguntan, ¿cómo pudo el MVP perder el control del PRD tan rápidamente?
Hace un año las encuestas mostraban que el Guapo de Gurabo tenía altas tasas de rechazo y menos del 10% de aceptación. Hay quienes sostienen que su éxito actual lo explican lo pegajoso del Llegó Papá, los asesores que han morigerado su carácter y el estilo chabacano de comunicarse con la gente. Disiento de tal aserto. No se niega la importancia de estos aspectos, sostengo que hay otros que contribuyeron más al regreso de este político atípico.
El retorno de Mejía está estrechamente relacionado a las fallas en el estilo de liderazgo de Vargas, a la forma en que éste intentó controlar el proceso de elección de la dirigencia del PRD, a las candidaturas congresuales y municipales que se reservó y a que no tomó en cuenta la cultura política del militante perredeísta.
El PRD se ha caracterizado por relaciones directas, casi primarias, entre sus cuadros y el liderazgo nacional, así como entre la dirigencia y la militancia más activa. Miguel intentó copiar el estilo de Leonel Fernández y del PLD, tipificado por una relación menos directa y más vertical. No tomó en cuenta las diferencias históricas y de cultura política de las militancias de ambos partidos. Hipólito aprendió a tener una relación horizontal y chanflona con sus seguidores de todos los sectores sociales.
El MVP comprometió gran parte de su liderazgo en obtener la presidencia del partido y en evitar por todos los medios que Guido Gómez Mazara fuera el secretario general del PRD, y que los partidarios de Mejía llegaran a la dirección del partido. En el proceso se granjeó enemigos dentro de los mandos medios. Miguel obvió que si bien gran parte de la sociedad dominicana tiene una percepción negativa del desempeño del gobierno de Mejía, para la militancia perredeísta hubo pingües beneficios.
Gómez Mazara, uno de los más importantes colaboradores de Hipólito, a inicios del gobierno de Mejía fue filmado mientras arengaba a dirigentes y militantes del PRD con las siguientes palabras: “Primero nosotros, luego nosotros y si queda algo después de eso, será para nosotros”. Hipólito nunca se cansó de decir que gobernaba sin olvidarse de los suyos.
Papá llevó al PRD a uno de los resultados electorales más bajos de su historia partidaria, mientras que Vargas y su equipo aumentaron sustancialmente los votantes del PRD. Pero, los argumentos del MVP no calaron porque desconoció importantes liderazgos locales, imponiendo sus propios candidatos a diputados, senadores y alcaldes, además promovió sectores recién llegados de otros partidos por encima de la dirigencia media tradicional y profundizó su aislamiento frente a las masas perredeistas. Prefirió quedarse con los mandos del aparato partidario, sin importarle las bases y la periferia del partido. Mientras que durante sus cuatro años de mandato, el nieto de Mamá Belica usó los recursos que tenía a su disposición desde el Estado Dominicano para crear una base clientelar interna.
Vargas tenía razón al decir que Hipólito es más vulnerable que él como candidato presidencial, y es posible que grupúsculos reeleccionistas hayan dado algún apoyo para su triunfo; pero no convenció porque no supo nadar en las aguas del perredeísmo histórico.
Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
El Caribe
8 de marzo de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario