Sabemos que la Estrategia Nacional de Desarrollo es una excelente oportunidad para lograr que los diversos grupos del país empujen el carruaje nacional en el mismo sentido. Puede ser un espacio de diálogo y negociación de primer orden. Pero, enfrenta dos grandes retos.
El primero: los diálogos que se han realizado llegan a conclusiones con las cuales nadie queda satisfecho, pero la mayoría fingen, por eso ante cualquier oportunidad pelean por volver a la posición anterior. Una forma de conjurar ese monstruo es haciéndole caso a Roger Fisher, William Ury y Bruce Patton, que en su texto “Sí... de acuerdo. Cómo negociar sin ceder”, sostienen: “cualquier método de negociación puede ser juzgado equitativamente por medio de tres criterios: debe producir un acuerdo sabio y prudente, si es que ese acuerdo es posible; debe ser eficiente y debería mejorar o por lo menos no dañar, la relación existente entre las partes”. Nunca ha sido más actual este libro, ni más importante este consejo.
Según los autores mencionados las etapas de las negociaciones son cuatro: 1) preparar, 2) negociar, 3) revisar y evaluar y 4) pactar y comprometerse. En el pasado se han llevado a cabo las primeras tres etapas y donde más se ha fallado ha sido en cumplir con lo prometido. Quizás porque en el fondo los negociadores han querido abarcar más de lo que pueden.
El segundo reto es no crear demasiadas expectativas. En efecto, no debe venderse la Estrategia Nacional de Desarrollo como si fuera a resolver todos los problemas nacionales de una vez y por todas. La mejor forma de hacer fracasar un diálogo es colocando objetivos que sobrepasan las posibilidades de los actores. Hay que darse objetivos modestos y colocarse metas factibles. Si el diálogo tiene éxito en esta meta, entonces se procede a avanzar más allá.
Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
9 -Septiembre-2010
Gracias, Raúl.
ResponderEliminar