Mientras el gran empresariado puede hacer valer sus demandas a través de sus organizaciones, las personas más vulnerables y pobres carecen de representantes con poder, capacidad de intervención y movilización. Hoy el principal déficit del país es la exclusión de los grupos vulnerables y pobres, por lo que se necesitan organizaciones que les representen y defiendan, que luchen para que las políticas públicas les sean favorables.
Podría decir que estamos ante una democracia coja, ya que las instituciones empresariales tienen más capacidad de influencia en el estado, que las de la clase media y que las de los sectores populares. ¿Es negativo eso? Sí, porque, por ejemplo, existen sectores organizados y con poder que hacen lobby para lograr que el régimen fiscal del país no toque determinados intereses, y los sectores que buscan que los ingresos del Estado se usen para tener mejores y más inclusivas política sociales carecen de poder. Invertir en política sociales, implica uso correcto de los ingresos y más ingresos para el estado.
He ahí un reto importante: ¿cómo hacer que la democracia no sea coja? La respuesta parece sencilla: fortaleciendo las instituciones de los grupos vulnerables de manera que sean efectivos al determinar cómo y en qué influir. Quienes han estado claros en esto han sido los más exitosos. La Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), fundada por el empresariado, tuvo una influencia en la reforma del sector judicial en los noventa, en los aspectos de interés de su sector. Hoy se necesita una justicia que llegue a los pobres de manera rápida y eficiente, lo que demanda de una institución popular y comunitaria.
El sector organizado de las mujeres tuvo grandes éxitos en los ochenta y noventa, su capacidad de movilización se redujo en los últimos años, pero la Reforma Constitucional las activó de nuevo. Hasta el momento no ha logrado recoger los frutos de esa movilización en el proceso de Reforma Constitucional. Es importante que lo haga.
Participación Ciudadana influyó en la mejoría de los procesos electorales, hoy se mueve hacia la lucha por la transparencia y mejorar el entorno institucional y político en general, pero no logra tener ni la misma capacidad de movilización que tenía en los asuntos electorales, ni la capacidad de modificar las políticas públicas relacionada con lo institucional y la transparencia. Es necesario una alianza más estrechas con los grupos vulnerables.
La capacidad de influir depende de diversos factores, acá señalo los tres que me parecen más importantes: 1) La legitimidad de las demandas que se hacen, y la credibilidad de la organización; 2) La capacidad de movilizar a quienes se dice representar, y el apoyo que se logra de otros sectores; y 3) La capacidad para elaborar estrategias exitosas para que las demandas de los grupos representados sean escuchadas y tomadas en cuentas; así como para definir las alianzas. Uno de los grandes desafíos de las organizaciones sociales es la formación de "tanques de pensamiento" que evalúen las coyunturas y establezcan los cursos de acción en función del análisis, hay algunas que tienen grupos que hacen estas funciones, pero, a veces carecen de las herramientas de análisis, o no planifican correctamente el futuro, o tienen otros intereses.
Ramón Tejada Holguín es ciudadano
El Caribe
26 de abri 2010
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