Las instituciones son esencialmente reglas, pautas de conducta, formas de relacionarse la gente basadas en los comportamientos esperados.
El análisis del transito vehicular es un gran laboratorio para ver cómo funcionan las instituciones y para explicar con el ejemplo la importancia de estas.
Verbigracia la circulación de vehículos a la derecha. Si cualquier persona puede decidir si circula a la derecha o a la izquierda, cuando se encuentren de frente ninguno tendrá certeza de cuál de los carriles tomará el otro, por eso hay una regla de que se debe manejar a la derecha, si todos respetan dicha regla, no habrá colisiones entre vehículos que vienen de frente. O sea, cuando hay instituciones que se respetan, las relaciones entre los seres humanos se hacen más fluidas, menos costosas, de menor nivel de riesgos y con menos enfrentamientos.
Las razones de circular a la derecha y no a la izquierda tienen que ver con tradiciones y convencionalismos. En Gran Bretaña, y algunos de los países que fueron su colonia, se circula a la izquierda, y no hay evidencia de que existan mayores o menores accidentes que en los países que se circula a la derecha. Imaginemos por un momento que la decisión de guiar a la derecha o a la izquierda dependa de cada persona, el número de accidente irá en aumento, uno no estará seguro para dónde moverse, la gente estará nerviosa e irritable, el costo en términos psicológicos de manejar sería mucho mayor del que ya es.
Esto aplica en el ámbito general, y particularmente el estatal. En nuestro país hay muchos accidentes estatales porque hay gente que se cree más diestra en el manejo que las demás, confía demasiado en sus propias habilidades y quiere adaptar las normas a su visión particular y propia. Una institución lo que hace es pautar un tipo de comportamiento esperado en situaciones similares. Si dos vehículos vienen de frente, lo normal es que cada uno tome su derecha, así evitan un accidente.
Lo necesario es crear instituciones, reglas del juego, que normalicen el comportamiento de quienes ejercen una función pública, que cuando se vea en una situación determinada, el comportamiento esperado esté claramente establecido, sea la persona honesta o no. El caos en el transito vehicular dominicano parecería ser una metáfora de la ausencia de reglas claras y respetadas por todos. El problema de la institucionalidad dominicana es que las excepciones a la reglas son más que las reglas. Aquí el dicho es inverso: “toda excepción tiene su regla”.
Sí, en el país hay expertos en excepciones. Por ejemplo, La Ley no. 114-1999 que modifica y amplía la Ley 241 sobre transito de vehículos dice en el tercer párrafo del artículo 161: “Igualmente, todo vehículo de motor que transite por las vías públicas deberá estar provisto de tantos cinturones de seguridad como capacidad de pasajero tenga en los asientos delanteros, cuyo uso será obligatorio, con excepción de los autobuses, así como de los carros del transporte público urbano”.
El chofer de carritos del concho que se para donde quiera, que rebasa como le da su santa y real gana está exento de respetar una disposición de transito que puede salvar su vida y la del pasajero. Sospecho que la filosofía que está detrás de está excepción es que por encima de todas las reglas y las leyes está la búsqueda del sustento. Idea que en apariencia parece buena, pero que es perniciosa, porque es como aceptar que la Ley de la Selva está por encima de la racionalidad humana y la moral. Las fieras tienen derecho a comerse a los débiles porque ellos, los indefensos, son el sustento de las fieras.
Ya sé que entre quienes me leen de vez en cuando, hay gente pensando que voy a comparar ciertos servidores públicos, incluyendo secretarios de estado y otras yerbas aromáticas, con fieras que aborrecen de las reglas humanas. Pero en realidad me pregunto: ¿Nosotros a quienes no quieren comer estas fieras seguiremos de brazos cruzados?
Ramón Tejada Holguín
4 de Julio 2007
El análisis del transito vehicular es un gran laboratorio para ver cómo funcionan las instituciones y para explicar con el ejemplo la importancia de estas.
Verbigracia la circulación de vehículos a la derecha. Si cualquier persona puede decidir si circula a la derecha o a la izquierda, cuando se encuentren de frente ninguno tendrá certeza de cuál de los carriles tomará el otro, por eso hay una regla de que se debe manejar a la derecha, si todos respetan dicha regla, no habrá colisiones entre vehículos que vienen de frente. O sea, cuando hay instituciones que se respetan, las relaciones entre los seres humanos se hacen más fluidas, menos costosas, de menor nivel de riesgos y con menos enfrentamientos.
Las razones de circular a la derecha y no a la izquierda tienen que ver con tradiciones y convencionalismos. En Gran Bretaña, y algunos de los países que fueron su colonia, se circula a la izquierda, y no hay evidencia de que existan mayores o menores accidentes que en los países que se circula a la derecha. Imaginemos por un momento que la decisión de guiar a la derecha o a la izquierda dependa de cada persona, el número de accidente irá en aumento, uno no estará seguro para dónde moverse, la gente estará nerviosa e irritable, el costo en términos psicológicos de manejar sería mucho mayor del que ya es.
Esto aplica en el ámbito general, y particularmente el estatal. En nuestro país hay muchos accidentes estatales porque hay gente que se cree más diestra en el manejo que las demás, confía demasiado en sus propias habilidades y quiere adaptar las normas a su visión particular y propia. Una institución lo que hace es pautar un tipo de comportamiento esperado en situaciones similares. Si dos vehículos vienen de frente, lo normal es que cada uno tome su derecha, así evitan un accidente.
Lo necesario es crear instituciones, reglas del juego, que normalicen el comportamiento de quienes ejercen una función pública, que cuando se vea en una situación determinada, el comportamiento esperado esté claramente establecido, sea la persona honesta o no. El caos en el transito vehicular dominicano parecería ser una metáfora de la ausencia de reglas claras y respetadas por todos. El problema de la institucionalidad dominicana es que las excepciones a la reglas son más que las reglas. Aquí el dicho es inverso: “toda excepción tiene su regla”.
Sí, en el país hay expertos en excepciones. Por ejemplo, La Ley no. 114-1999 que modifica y amplía la Ley 241 sobre transito de vehículos dice en el tercer párrafo del artículo 161: “Igualmente, todo vehículo de motor que transite por las vías públicas deberá estar provisto de tantos cinturones de seguridad como capacidad de pasajero tenga en los asientos delanteros, cuyo uso será obligatorio, con excepción de los autobuses, así como de los carros del transporte público urbano”.
El chofer de carritos del concho que se para donde quiera, que rebasa como le da su santa y real gana está exento de respetar una disposición de transito que puede salvar su vida y la del pasajero. Sospecho que la filosofía que está detrás de está excepción es que por encima de todas las reglas y las leyes está la búsqueda del sustento. Idea que en apariencia parece buena, pero que es perniciosa, porque es como aceptar que la Ley de la Selva está por encima de la racionalidad humana y la moral. Las fieras tienen derecho a comerse a los débiles porque ellos, los indefensos, son el sustento de las fieras.
Ya sé que entre quienes me leen de vez en cuando, hay gente pensando que voy a comparar ciertos servidores públicos, incluyendo secretarios de estado y otras yerbas aromáticas, con fieras que aborrecen de las reglas humanas. Pero en realidad me pregunto: ¿Nosotros a quienes no quieren comer estas fieras seguiremos de brazos cruzados?
Ramón Tejada Holguín
4 de Julio 2007
¿Nosotros a quienes no quieren comer estas fieras seguiremos de brazos cruzados?
ResponderEliminarPienso que todo este problema comienza en la educación de nuestros ciudadanos en relación a su propia conciencia como tal. Me explico, nuestro sistema educativo durante años ha ido decreciendo en términos de calidad y dentro de este deterioro podemos citar el factor ciudadano.
Cada vez más, nuestra sociedad es menos conciente de lo que es ser ciudadano. Así como se han diluido los valores morales y han cambiado los criterios que norman la convivencia civilizada y ordenada de los ciudadanos. Así como los nuevos egresados de las instituciones educativas no dominan la historia, la literatura y la filosofía; al punto tal que hemos comprobado como hay alumnos que han respondido “Juan, Pablo y Duarte” a la pregunta ¿Quiénes son los padres de la patria?
El concepto de ciudadanía ha sufrido una lesión muy grave que tenemos que superar para lograr vencer a esas fieras de la selva y a los padres de familia. Por lo que, tenemos que crear conciencia de ciudadanía y re-valorizarla desde la inserción de los individuos en instancias decisivas de la sociedad.
Esto quiere decir, que tenemos que contar con partidos políticos, ONG, empresas privadas, instituciones públicas e instituciones jurídicas, compuestas por ciudadanos comprometidos con los valores de honestidad, transparencia, legitimidad y austeridad.
Tenemos que lograr que todas y todos asuman su compromiso ciudadano. Que cada uno asuma la responsabilidad de insertarse en estos diferentes ámbitos (partidos políticos, instituciones estatales, organizaciones de la sociedad civil, movimientos populares, educación, salud…) y crear las condiciones para lograr los cambios que nos permitan, como seres humanos, vivir mejor.
Se trata de transformar esta sociedad corrompida en una sociedad transparente e integra. Se trata de limitar los poderes del Estado para que no continúen deteriorando nuestra sociedad. Esta re-composición permite el equilibrio de los mismos ciudadanos dentro de la sociedad.
Tenemos que lograr re-dimensionar nuestra sociedad para colocarla un paso más adelante, en donde el ciudadano pueda entender que su entorno social será mucho mejor, que su calidad de vida será más elevada y que sus derechos serán respetados y, sobre todo, que su voz y su voto tendrán un peso más decisivo en las decisiones sobre nuestro futuro, para que, por fin, sean para el bien común y no para el bien de esos que nos quieren comer.
¿Cuál es nuestro rol en este cambio? Creo que este cambio puede lograrse por dos vías. La primera es uno de los desafíos, a mí entender, de la educación dominicana. Una educación que estimule el desarrollo de un ser humano capaz de comprender y transformar su realidad. De manera que, la institución escolar se convierta en un espacio de re-definición de lo público y político que permita egresar jóvenes concientes de lo que es la ciudadanía, concientes de sus derechos y preparados para asumir un rol digno en la sociedad que garantice nuestro bienestar.
La segunda vía es crear movimientos, foros y grupos de ciudadanos. Enarbolar proyectos que nos permitan retomar el control de nuestra sociedad y poder reclamar nuestros derechos ante los que no cumplen con su responsabilidad ni hacen lo que tienen que hacer porque les conviene más hacerlo de otra forma que les beneficie particularmente sin importarles en bien común.
Unirnos como dominicanos que queremos una sociedad integra y adecuada nos garantiza poder prepararnos para enfrentar los atropellos exteriores, la irremediable globalización que nos ha impactado tan negativamente y para comprobar que esos gigantes no son tan gigantescos ni feroces si somos verdaderos ciudadanos que ejercemos nuestros derechos y, más aún, dejamos de permitir que nos continúen jodiendo la vida.