Balance y desafíos de la participación de “la sociedad civil”, o la genealogía de un actor diverso, múltiple, plural


Es un reto formidable intentar hablar de la participación de las organizaciones de la sociedad civil dominicana. Por diversas razones.

En primer lugar se impone la realización de un balance histórico de la participación de las organizaciones de la sociedad civil en la construcción de la democracia.

El balance histórico no puede ser lineal ni basado en una sola perspectiva de la historia. Unos hacen la apología de la participación y convierten su participación en el centro del escenario. Otros disputan ese centro. Otros juegan el rol de detractores ocultando, mas no mostrando el punto de emergencia de diversas organizaciones civiles con roles protagónicos en el drama político dominicano.

De manera que en este caso como en muchos otros, debemos echar mano de la genealogía [1]. Es decir no se trata de encontrar el origen, sino esos diversos puntos convergentes, que cada uno de ellos por sí mismo puede ser visto como “el comienzo histórico” de lo que luego llamaríamos sociedad civil dominicana.

¿Por qué la genealogía? Porque es la historia no lineal, que renuncia a encontrar el origen, y apuesta por la observación de las diversas líneas que convergen, se unen, se separan y de nuevo se acercan. Se renuncia, de esta manera a ese protagonismo de tantos y tantas dirigentes y líderes de la sociedad civil dominicana que quieren y desean ser llamados y llamadas padre o madre del movimiento.

En cierto sentido, lo que sostengo es que existen historias paralelas y a veces no tan paralelas, ¿perpendiculares?, que vienen a confluir a finales de los 80 y principios de los 90 para configurar ese ente amorfo y diverso que llamamos hoy sociedad civil dominicana.

Una línea que parte del Consejo Nacional de Hombres de Empresas (CNHE), otra que viene de las bases, de los clubes deportivos y culturales de los 70, que fueron centro de resistencia frente al autoritarismo balaguerista, frente a esa caricatura caribeña del Gran Hermano, una tercera línea gravita sobre los llamados frentes de masas de las izquierdas, una cuarta nos recordará a las organizaciones no gubernamentales o sin fines de lucros amparadas en la ley 520, que con financiamiento de organizaciones de izquierda nórdicas y de los países escandinavos trataron de ayudar a la auto organización y concientización de las personas más pobres y excluidas, y finalmente nos tropezaremos con los movimientos sociales de los 80, o lo nuevos sujetos: feminismo, ecologismo. En segundo lugar, este formidable reto implica armar una definición de participación, de sus modalidades y sus tipos.

Más preguntas asaltan cuando relacionamos participación con la diversidad de organizaciones y grupos que interactúan y se enfrentan en el contexto amplio de la sociedad civil dominicana: ¿Qué es participación y qué es “injerencia” en los asuntos propios de un Estado o Gobierno? ¿Cuáles son los límites de la participación y cuáles los de la conformación y definición de las políticas públicas del Estado o, incluso, de un gobierno en concreto?

Obviamente, no es lo mismo participar desde las esferas de las organizaciones empresariales, con sus recursos y claridad de metas, que desde las organizaciones comunitarias sin financiamiento, con escasa relación entre ellas y más dependientes de los vaivenes de las políticas públicas y de la situación económica. Y aunque parezca una obviedad, nuestros líderes sociales no lo ven así.

En tercer lugar, hay grandes preguntas todavía sin responder que atemorizan a cualquier investigador que se aproxima a la historia de la sociedad civil dominicana: ¿Cómo hacer un balance y hablar de los desafíos de un sujeto que es heterogéneo, diverso y cuyos intereses no siempre coinciden, sino que en más de una ocasión se ven enfrentados? O, ¿me equivoco y sí es posible hacer un balance de la participación de las organizaciones de la sociedad civil dominicana como un todo? O, ¿no me equivoco y hay que segmentar la sociedad civil en grupos diversos para hacer el balance de cada uno de ellos y ver los desafíos desde cada uno de ellos?

Pero, ¿se puede ver la sociedad civil como un todo? ¿No es tiempo de diferenciarnos? Es obvio que en este texto hago una aproximación esquemática al tema. La esperanza es que en algún momento sea factible hacer esa genealogía de la sociedad civil, no más tiempo y recursos de investigación.

Tomen este artículo como notas para un debate necesario.

La genealogía de la sociedad civil dominicana

Escribiré a modo de telegrama y pensando en la genealogía pendiente. La emergencia, que no el origen, de la sociedad civil dominicana está por hacerse. Hay intentos de hacer la historia pero tienden a no ver todas las líneas de origen que coinciden en ella y no se ha estudiado con claridad el contexto que hace coincidir cada línea de emergencia.

Lo que hoy conocemos como sociedad civil viene de tradiciones diversas y en ocasiones enfrentadas. Haré el camino al revés, y observaré lo que hoy llaman sociedad civil, y cual Benjamín Button marcharé hacia la infancia de esa sociedad civil.

Las organizaciones que hoy se reclaman y se perciben como de la sociedad civil son: por un lado las organizaciones empresariales CONEP, ANJE, los industriales de Herrera [2]; por el otro las organizaciones tipo ONG del sector salud (Profamilia, Colectiva mujer y salud, Insalud), las relacionada con la educación e investigación (Centro Bonó, Poveda), las híbridas como Participación Ciudadana (que se reclama como movimiento cívico y tiene estructura de ONG), las comunitarias (Acopro, Uva), en el sector derecho y justicia Finjus (proto-empresarial) y Cedail (popular). Hay más organizaciones. Pero, la mayoría de las veces estas son las que invitan para que representen a la “sociedad civil” en cónclaves, consejos, mecanismos de articulación con el Estado y una gama de etcéteras.


Todas confluyeron a mediados y finales de los noventa, momento de esplendor de la sociedad civil dominicana, en el Foro Ciudadano. Podríamos pasar horas hablando de las reuniones de coyunturas del Foro, y de cómo jugó un papel importante durante los últimos dos años del primer gobierno del PLD, y se fue reduciendo durante el gobierno del PRD.

Del Foro salen las organizaciones del mundo empresarial cuando se hizo necesario debatir una reforma fiscal. Salen las del mundo sindical cuando fue necesario debatir la reforma del sector salud, en especial el tema de la seguridad social.

Una hipótesis para explicar el tema del Foro: la imposibilidad de que estas organizaciones se mantengan juntas tiene que ver con las historias diversas de las organizaciones que la conformaron y los intereses disímiles, y con la ausencia de un sujeto popular constituido. ¿De dónde vinieron todas esas organizaciones que hoy se llaman sociedad civil? El punto de emergencia uno está constituido por el sector empresarial, que en nuestro país forma parte integral de la sociedad civil, pero que muchos autores lo ven de otra manera.

El Consejo Nacional de Hombres de Empresa (CNHE), junto con los empresarios agrupados en la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) y la mayoría de los grupos empresariales, según Moya Pons en el texto “Empresarios en Conflictos”, prohijaron grupos derechistas en los 60 [3] y se opusieron a los procesos de reformas que se venían dando desde los 80 y principios de los 90. A finales de los 70 y principios de los 80 eran esencialmente grupos de presión los que enfrentaban el tipo de políticas públicas llevadas a cabo por el PRD, que se definía como socialdemócrata.

¿Por qué sintieron los hombres de empresa más necesidad de enfrentar el populismo perredeísta que el autoritarismo balaguerista?

El CNHE, que se convirtió luego en CONEP, y esta última fue de las instituciones propiciadoras de organismos como la Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad, y participaron activamente en el Foro Ciudadano y otros mecanismos de articulación de la sociedad civil. Mientras este sector del empresariado dominicano recibía al PRD reorganizándose, para defender sus legítimos intereses.  

Ante el temor del tipo de política de podría llevar a cabo, los grupos populares, los clubes deportivos y culturales, que constituyen nuestro segundo punto de emergencia de lo que hoy llamamos sociedad civil, recibían jubilosos al PRD. Habían sido forjados en la resistencia frente a Balaguer. Fuente de movilización y preservación de la cultura popular, ni la temible "banda colorá", pudo con ellos.

Pero, con la llegada del PRD al poder su beligerancia se redujo. Se habló de cooptación de una parte del liderazgo juvenil. De cómo centraron su acción exclusivamente en la lucha contra el balaguerismo, por lo que una vez este salió del poder se quedaron perplejos y les fue difícil encontrar un norte claro. Retomaron los clubes sus funciones deportivas, pero no así los y las jóvenes que en ellos participaban.

El tercer punto de emergencia remite a las organizaciones sin fines de lucro (como se llamaban en aquel entonces, los 70, las que luego se llamaron ONG). Las había de todo tipo, pero las que contribuyeron a configurar y forjar parte del liderazgo que luego se convertiría en parte substancial de la “sociedad civil” fueron aquellas que laboraron en el tema de la educación popular, inspiradas por Paulo Freire y por la teología de la liberación, con raíces importantes en el movimiento campesino, movimientos étnicos y pobladores urbanos.

El advenimiento de la década perdida, esos aciagos años 80, la llegada del pensamiento único y la caída del muro de Berlín impactaron en estas organizaciones. Se movieron sus fuentes de financiamientos escandinavas y de izquierda, y su forma de participar e intervenir en la sociedad, también.

El cuarto punto de emergencia nos lleva casi volando hacia las izquierdas, o mejor dicho, sectores de las izquierdas, intelectuales de izquierda, grupos comunitarios (CLP y CUP), que también forjaron parte del liderazgo que hoy se encuentra en las organizaciones de la sociedad civil dominicana, y existen organizaciones que todavía sobreviven.

La participación de estos grupos

Cada uno de estos grupos venía con visiones distintas sobre la sociedad dominicana, la sociedad política y las formas de participación.

Para unos participar significaba acción política anti-Estado capitalista y tenía como norte la lucha revolucionaria. Sus herramientas: El paro, la huelga, la manifestación, construir la hegemonía popular, como diría algún gramsciano de la época.

Aporta esta izquierda que intenta reinventarse en sociedad civil, el contacto con las masas, el discurso aglutinador, la capacidad de movilización de algunos sectores.

Para otros, ligados al mundo empresarial, defender el tipo de políticas públicas y la gobernabilidad conservadora propiciadas por Balaguer, se constituía en la forma idónea de participar. Este sector disponía y dispone de mayor cobertura en los medios e influencia vía la financiación de las campañas en el mundo político.

Para otros, participar era ayudar con la auto organización de las personas. La búsqueda de que se reconocieran como grupos y se convirtieran en sujetos de sus propias historia. Para lograrlo, la educación popular y la organización como sector social o incluso de clase era la vía de participación.

¿Cómo confluyen estas diversas organizaciones y sectores?

Hay que tomar en cuenta el contexto en que se da esta confluencia.

En lo nacional tenemos:

1) La ausencia de organizaciones de izquierda, fuertes, con diagnóstico de la sociedad dominicana que trascendiera al anti balaguerismo. Estos grupos tenían una visión teleológica de la sociedad, ya que tarde o temprano, nos decían, tomaremos el camino hacia el reino milenario socialista: Faltó una “imaginación positiva” que construyera nuevas herramientas de intervención. La estrechez de mira y una gerontocracia que se perpetúa se relacionan a la inexistencia de una opción de izquierda democrática.

2. La población votante se concentra en dos partidos del sistema (Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y Partido Reformista (PR, que luego se convertiría en Social Cristiano asumiendo las siglas PRSC) primero, luego en tres (PRD, PRSC y Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y de nuevo en dos (PRD y PLD). Mueren los tres líderes que construyeron la democracia dominicana y se pasa al momento de la transición de liderazgo [4] .

3. La concupiscencia organizacional en la sociedad civil se explica, también, por el contexto del déficit democrático dominicano: debilidad en la institucionalidad democrática, debilidad de la Justicia, corrupción gubernamental, autismo del liderazgo partidario y el clientelismo como forma de relación entre la política y las masas.

4. En lo internacional, tenemos la caída del muro de Berlín que deja en la orfandad a algunos, el advenimiento del neoliberalismo (que promociona la sociedad civil y algunas organizaciones sin fines de lucro se reciclan pasando a llamarse tercer sector, u organizaciones intermediarias u ONG).

Así confluyen dos polos: la izquierda y la derecha en la idea de que debe estimularse la sociedad civil. Pero, para unos, sociedad civil significa una forma de achicar el Estado y promover el mercado. Estos ven la sociedad civil como si fuera el mercado, siendo lógico en este contexto considerar al empresariado como parte de la sociedad civil. Estos piensan que el mercado nos asignará a cada quien nuestro merecido lugar.

Para otros, sociedad civil significa lo que es contrario al sistema, su proyecto es convertir a la sociedad civil en movimiento social. Pero las estrategias y la forma de participación resultan distintas; están juntos, pero no reburujados, aunque algunos están más claros que otros. En este caso el sector empresarial, más claro que el sector popular.

Otro elemento que ayudó a la concupiscencia fue la promoción de la democracia de parte de la USAID, con recursos y una política más democrática, lo que debemos sumar al debilitamiento de los fondos nórdicos y provenientes de las izquierdas, que se movieron a los países del Este.

Veamos dos ejemplos, dignos de que se elaboren estudios de caso sobre ellos, y que en cierto sentido ejemplifican o simbolizan la confluencia de diversos sectores en lo que se llama sociedad civil, y al mismo tiempo son paradigma de las dificultades actuales por la que discurren las organizaciones de la sociedad civil dominicana.

Uno es Participación Ciudadana, en donde confluyen: 1) grupos proveniente de la izquierda reciclada que aporta la base y el contacto con organizaciones que viabilizan la observación electoral; 2) grupos medio hartos del autoritarismo balaguerista y las trampas electorales de su partido, y 3) “empresarios democráticos”. Conformaron lo que estuvo a punto de convertirse en un auténtico movimiento social. Tuvo grandes éxitos en la mejora de la normativa electoral y la transparencia de los procesos electorales. Se ha convertido en una ONG de los sectores medios que desean mayor nivel de transparencia e institucionalidad.

El segundo estudio digno de caso es la Fundación Institucionalidad y Justicia, FINJUS. Una organización proto-empresarial que hizo grandes contribuciones al adecentamiento de la Justicia dominicana, pero enfocada en los aspectos de interés del empresario y en particular del sector financiero: la garantía de los contratos y evitar la constitución de un Estado fuerte que diseñe políticas fiscales progresivas.

Serían dos estudios de caso que en su momento fueron las organizaciones preferidas por la cooperación internacional, en especial por la Agencia Estadounidense de Ayuda al Desarrollo (USAID, según sus siglas en inglés).

Perspectivas y desafíos

Previamente a comentar sobre los desafíos, creo que es importante insistir que estos se deben observar desde la óptica del colectivo, en base al diálogo interno y ser construidos en función de un acuerdo de las diversas fuerzas que influyen en el movimiento social.

Tomando en cuenta que la sociedad civil es múltiple, plural y con diversos intereses, debemos sostener que los desafíos, por lo tanto, difieren según el sector dentro de las organizaciones de la sociedad civil desde el cual se hable.



Hablaré, pues, de los desafíos desde una visión que apuesta a la constitución de un movimiento social de los excluidos, vulnerables, popular diríamos.

Desafío 1: Redefinir el concepto de participación ya que muchas organizaciones terminan siendo en realidad agencias de consultorías o teniendo vida propia en función de los proyectos financiados por la cooperación internacional.

Desafío 2: Una sociedad civil fuerte necesita de acceso libre a los medios de comunicación, los cuales deben ser democráticos. Pero, en el país existe el corporativismo de los medios de comunicación, los cuales están en manos de sectores empresariales que no se dedica exclusivamente a la prensa, y, por lo tanto, los medios de comunicación masivos constituyen una de las herramientas para la defensa de sus actividades principales como empresarios de otras ramas.

Desafío 3: Desde el ámbito de los excluidos y vulnerables: la constitución propia como actor. Abandono de esa manía concupiscente del consenso y el “todos debemos estar juntos”. Hay áreas de coordinación como la anticorrupción, pero no en todo se debe estar juntos. Es necesario la articulación de “tanques de pensamiento” de los sectores más excluidos que ayuden al diseño de estrategias de intervención política y social. ¿Qué organización política les representa, y cuáles tienen más oído para el mundo empresarial y para los sectores medios?

Desafío 4: Complementar la apuesta por hacer sinergia con el Estado dominicano (no con gobiernos específicos), con la crítica desde fuera del ámbito estatal. Pero, no caer en ser consultores de las actividades estatales.

Desafío 5: Resignificar lo político. Hay una tendencia peligrosa dentro de las organizaciones de la sociedad civil. Se trata de una visión cada vez más negativa de la política, o sea, de desprestigiar la actividad política y creer que la buena participación se hace desde las esferas civiles exclusivamente, mientras que lo malo se encuentra en el mundo político. Craso error, el mundo de las organizaciones políticas y el de las organizaciones civiles se alimenta de seres socializados en la sociedad dominicana. En ambos hay ángeles y demonios.

Desafío 6: Trascender la visión de que necesitamos profundizar las reformas institucionales: como si necesitáramos más y más leyes que engrosen las filas de los papeles que no se cumplen, ni se cumplirán. Usemos lo que hay: la Ley de Acceso a la Información, Ley de Presupuesto, Ley de Compras y Contrataciones del Estado, el decreto que crea las comisiones de auditorías sociales, la ley que establece el sistema nacional de planificación y la Ley de Función Pública. En todas hemos, las organizaciones civiles y sus representantes, participado de una u otra forma, todas aprobadas, todas se violan sistemáticamente, y a pocas les hemos dado un seguimiento constante.

Desafío 7: Necesidad de un diagnóstico claro, sin temor, no complaciente de nuestra sociedad, del tejido social, del sistema político clientelar, y de las organizaciones civiles. Sistema clientelar que se perpetúa y produce en todas las organizaciones, sean civiles o políticas. Finalmente tenemos el desafío de concentrar nuestras fuerzas, no seguir dispersos y quejándonos de que el otro no quiere aceptar que nuestra idea es la mejor, sin darnos cuenta que somos el otro, de ese otro. Hay que dialogar entre nosotros, pero tomando en cuenta lo diverso y plural de la sociedad civil. Muchas veces en el seno de los debates dentro de las organizaciones civiles decimos “nosotros esto”, “nosotros aquello”, pero no nos interrogamos seriamente ¿de qué nosotros hablamos?

Admito que en mi caso, el nosotros desde el cual escribo, es ese sector de la sociedad civil que viene de la tradición de la izquierda democrática, que cree que debemos revisar nuestras formas, herramientas y métodos de participación, porque las condiciones han cambiado. Y nuevas condiciones requieren de nuevas formas de intervención, así como se requiere que redefinamos las políticas de alianzas y se hace más necesaria la acción política.

Notas:

[1] “... La genealogía [...] se opone [...] al despliegue meta histórico de las significaciones ideales y de los indefinidos teleológicos. Se opone a la búsqueda del “origen”… “El origen está siempre antes de la caída, antes del cuerpo, antes del mundo y del tiempo: está del lado de los dioses, y al narrarlo se canta siempre una teogonía. Pero el comienzo histórico es bajo, no en el sentido de modesto o discreto como el paso de la paloma, sino irrisorio, irónico, propicio a deshacer todas las fatuidades.” M., Foucault, F. Nietzsche, la genealogía, la historia, Microfísica del poder, Ediciones La Piqueta, Madrid, 1980. pp. 9-10.

[2] Dicho sea de paso estas organizaciones, para algunos autores, no forman parte de la sociedad civil en sentido estricto. Dicen estos autores que la sociedad tiene tres esferas: Estado-mercado (Economía) y sociedad civil . En ese sentido el mundo empresarial pertenece al mundo del mercado y la economía, siendo por tanto su lógica distinta a la lógica de la sociedad civil.

[3] Moya Pons, Frank, Empresarios en Conflicto : política de Industrialización y Sustitución de Importaciones en la República Dominicana. Fondo Para el Avance de las Ciencias Sociales, Santo Domingo, 1992. Algunas citas: “Al perder las elecciones, muchos industriales dieron su apoyo a un grupo político aún más radical y derechista llamado acción dominicana independiente que formó un frente común con el recién creado Consejo Nacional de Hombres de Empresas. Obsesionados con la idea de que Bosch estaba llevando al país hacia un régimen comunista, todos comenzaron a agitar y conspirar contra el gobierno” (página 98)

[4] La transición de liderazgo significa el paso a una etapa de construcción de liderazgos colectivos y organizacionales para sustituir a los tres líderes carismáticos y caudillistas desaparecidos, proceso que ha quedado trunco en el país. Cfr. Tejada Holguín, Ramón: "La transición de liderazgo y la legitimidad en el centro de la espiral clientelista". Revista Global no 23, Santo Domingo. República Dominicana, Pág. 48-55.


Ramón Tejada Holguín 
Revista Voces no. 7, Abril 2012. Santo Domingo. República Dominicana, Pág. 2-11.

Análisis, no justificación

La existencia de reglas de competencia política claras y respetadas por quienes aspiran a gobernar y de procedimientos que permitan a la ciudadanía optar por una de las ofertas políticas propuestas, constituyen componentes básicos de las democracias reales, o como diría Robert Dhal, de la poliarquía.

Claro, es preciso que existan mecanismos de participación de la ciudadanía, pero es condición necesaria de esa participación que exista un sistema de representación. Imagine, ¿cómo pueden participar directamente seis millones y medio de ciudadanos y ciudadanas del país? El sistema de representación es un pilar de la democracia en el mundo.

Perfeccionar el sistema de representación, hacerlo fuerte y confiable, debe ser el norte de todos los actores políticos y de la ciudadanía interesada en el desarrollo y consolidación de la democracia.  Lamentablemente, parecería que hay líderes, dirigentes y militantes silvestres de ciertos partidos dominicanos que carecen de ese sentido de la democracia elemental y no ven la obligatoriedad de tener un marco mínimo de reglas.

Cuando se desconfía del sistema de representación y se crean dudas sobre las reglas de la competencia política, las puertas de la selva se abren y por ellas se cuelan el poder unipersonal, la sustitución de la representación partidaria por la imposición de voluntades individuales, la inestabilidad que se alarga en el tiempo y se convierte en obstáculo para el desarrollo de la nación, o el sálvese quien pueda.

Hay líderes, dirigentes y militantes silvestres de ciertos partidos que cuando pierden los procesos electorales buscan la fiebre en la sábana. O tratan de justificar sus actuaciones, cuando de lo que se trata es de analizar y poner correctivos. O tratan de culpar a otros y extender el desprestigio a todo el sistema con tal de ocultar sus propios errores e incorrectas estrategias. Es así como quieren ocultar los problemas internos del partido, vendiéndolos como problemas nacionales o de peligro de la democracia dominicana. Para mejorar la representación, los problemas deben ser encarados directamente.

Esa forma de querer ocultar el fracaso de las estrategias electorales culpando a los otros y a todo el sistema, es una espuria manera de calmar a sus militancias, y contribuye al desprestigio de todo el sistema electoral y del ordenamiento constitucional. ¿Es esa la misión de un liderazgo que dice contribuir a la democracia? ¿Es esa la misión de un partido que ha sabido luchar en condiciones adversas y que posee una fuerte historia en favor de la democracia?

Mucho trecho debemos recorrer para lograr una democracia política, social y económica que satisfaga a la mayoría de la ciudadanía. Pero, hay un trecho recorrido que no debe ser tirado al tacho de la basura simplemente porque hay quienes quieren ocultar sus responsabilidades en la coyuntura electoral pasada.

Sangre, sudor y lágrimas ha costado la tímida democracia que tenemos. No es satisfactoria, no es la que deseamos, hay que luchar por mejorarla. Eso sí, es claro que desprestigiando el sistema para justificar un fracaso nada cambiaremos.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
26 Junio 2012