Democracia y transición de gobierno

En esta exposición manejamos tres ideas esencialmente: 1) Que las dificultades, bloqueos y obstáculos que enfrenta el traspaso de mando en el país está relacionado a las limitaciones que enfrenta el desarrollo de la democracia y lo pocos espacios existentes para la participación de la ciudadanía y sus organizaciones; 2) Que el principal problema del traspaso de mando se relaciones con una concepción de la política como guerra, como enfrentamiento entre dos ejércitos, en el cual uno debe aplastar al otro, lo que provoca una espiral de retaliación y venganza que afecta el buen desempeño social, económico y político de la nación en el proceso llamado de transición; y 3) Que si bien hay que normar la transición, lo más importante es provocar un cambio en la forma de hacer política lo cual se logra a través de un reclamo mayor de la ciudadanía de espacio de participación y debate político. O como dice el PNUD, pasar de una democracia puramente electoral a una democracia de ciudadanos y ciudadanas.

1.

La democracia no es un proyecto que tiene una meta de llegada, como quien dice que llegado a un punto determinado y un proyecto terminado. La democracia, como bien han demostrado numerosos estudios, es mucho más que un régimen político; es, además, una cultura. Resulta estimulante, pues, ver la democracia como un largo y tortuoso camino, como un proceso interminable en el cual por cada nueva conquista, se presentan nuevos retos.

Precisamente, la larga transición de gobierno que experimentamos los dominicanos en estos momentos se constituye en un buen ejemplo para reflexionar sobre los límites de nuestro régimen democrático. Ver lo que pasa en estos tres meses de transición nos permiten repensar la necesidad de prestar mayor atención a la democracia como cultura, como un espacio que estimula el diálogo entre los actores, como la creación de un norte común para toda la nación, como el ambiente que ofrece el marco perfecto para la competencia política. Y nos permite ver cómo la ausencia de ese espacio de concertación tiene consecuencias económicas y sociales para los que no tienen voz y como el coronel aquel, no Pepe Goico no, hablo del Coronel de Márquez, el que no tiene quién le escriba.

Los relativamente pocos cambios de gobiernos que ha experimentado el país han estado normados por preocupaciones e inquietudes; por rumores de golpe de Estado, por saqueo del erario de parte de los funcionarios salientes, por el interés expreso del partido que sale del poder en hacer fracasar al que recién entra. Pensemos en 1978, por ejemplo y en como mucha gente daño obras de valor incalculable, incluso podemos pensar en la transición del 2000, y recordar la negativa del gobierno del PLD de ajustar los precios de los combustible.

Ahora bien, nada puede ser más mezquino y dañino para la construcción de la democracia que justificar los errores del presente, sosteniendo que en el pasado se hizo de esa manera. Esa ha sido una de las peores actitudes y la que más bloquea a nivel micro el desarrollo de la democracia. Y sin embargo, Fello Suberví echa manos del argumento para justificar las actuales mezquindades.

Las actividades de la última semana evidencian que hay obstáculos y reedición de viejos comportamientos que bloquean el camino hacia la construcción del régimen democrático dominicano. El comportamiento de los actores políticos en la transición revela que los sentimientos de venganza, las apetencias políticas y la intención de aportar su grano de arena para que el PLD fracase en su gestión, dominan las acciones de sectores del partido en el gobierno, a pesar de que ese fracaso signifique sumir al país en una crisis de proporciones importantes.

La actual transición se asemeja al período conocido en la historia nuestra como el de la España Boba. Estamos en presencia de un gobierno Bobo, o que se quiere hacer el Bobo. Así, este período parecería ser un espacio en el que no hay claridad sobre quién gobierna. La desidia se apodera de los principales funcionarios gubernamentales. Los que salen quieren dejar a los que entran la tarea de gobernar, pero los que entran no tienen mecanismos para gobernar.

Pero hay más, las aristas de este problema son múltiples, las consecuencias no son sólo en el plano económico, hay, también graves consecuencia en lo político, y particularmente en lo que se refiere a la continuidad del Estado.

Hablemos ahora de cierta apatía que se ha apoderado del tren gubernamental. Si la apatía se debe a que los funcionarios simplemente están desmotivados, a que no responden al piloto del avión que vuela a 400 mil pies de altura, hay formas de corregir la situación y urge un compromiso nacional para hacerlo; si entre las causas de la inacción gubernamental hay una “voluntad política” de castigo hacia el PLD, y de paso a la población dominicana, poco o nada puede hacerse, excepto, claro, acusar al gobierno actual de actuar con mezquindad y de llevar la nación al borde de un abismo por bárbaro deseo de venganza. Y esto último tendrá consecuencias políticas de grandes proporciones, para el futuro del PRD-PPH

2.

Partimos pues de los hechos, no de las palabras. Y los hechos evidencian que el actual gobierno se encuentra en un estado de inacción, de parálisis, y quien sabe si de abulia y desidia, lo que se ve en el plano de la electricidad no se puede ocultar por apagón alguno.

En primer lugar los hechos hacen creer que los críticos del gobierno del presidente Mejía tenían razón cuando decían que la actitud de diálogo promovida por el gobierno no era sincera, que sólo se trataba de un maquillaje, y que no hay voluntad para realizar un traspaso de mando que beneficie al país. Se diría que se prefiere castigar a quienes votaron contra el partido de gobierno.

La Comisión de Transición designada por el presidente electo ha dicho que la Comisión de Transición designada por el gobierno le oculta las informaciones que le solicitan. Lo que al parecer no han entendido quienes así están actuando, es que no sólo están afectando al PLD y al país, sino que están comprometiendo, además, su propio futuro político.

El gobierno no sólo va a la deriva, sino que el desorden se ha apoderado del tren gubernamental.

El gobierno no es una máquina cuyos diversos engranajes actúan en un mismo sentido. Parecería que hay quienes quieren distanciarse del mismo. En ese sentido, no sólo se está actuando por retaliación política, sino por descontento unos, y otros por deseos de ponerse donde el nuevo capitán le vea.

La actitud del PRD arroja dudas sobre la sinceridad del mandatario. La gente dice: una cosa es con guitarra y otra con violín. Parecería que el PLD y el PRD han permutados sus lugares, y sus cambiantes posiciones, lleva al descreimiento y la desconfianza, y afirma la visión de que los políticos no actúan en función de los intereses nacionales. Percepción, que como demuestran las dos Encuestas Nacionales de Cultura Política (Demos 94, Demos 97 y 2001) está muy generalizada.

¿Qué nuevo círculo de venganza traerán consigo las acciones del período bobo? ¿Cuál es el mensaje que los políticos están enviando a la población, a la ciudadanía? He ahí las consecuencias de las acciones del gobierno bobo, o que se hace el bobo, en el seno de la cultura política.

¿Qué pueden pensar quienes crean opinión pública, quienes tienen acceso a los medios de comunicación y se interesan por el desarrollo de la democracia dominicana del hecho de que este gobierno tenga voluntad política para nombrar a funcionarios tan importantes como los miembros de la Cámara de Cuenta, sin previa concertación con el gobierno entrante, mientras se niega a tomar otras medidas, como por ejemplo lo relacionado con la reforma fiscal, bajo el argumento de que son competencia del futuro gobierno?

En este contexto, el gobierno saliente reduce aún más su credibilidad entre importantes sectores de la prensa nacional, entre sectores organizados de la sociedad civil y buena parte de la ciudadanía. Limitando sus posibilidades electorales en el futuro y el espacio a ocupar en el sistema políticos dominicano.

En un contexto en que el reformismo se encuentra apagado y disminuido, el PLD emerge como triunfador. He ahí las consecuencias para este último actor. Dependiendo de la forma en que se maneje el PLD, existe la posibilidad de que el mismo se convierta en el amo y señor de la política dominicana. Lo cual tendría consecuencias importantes para la democracia dominicana.

Son tres meses de incertidumbre y parálisis que pueden costar caro a la economía dominicana, y cuyos efectos pueden tener consecuencias políticas importantes. Para muchos resulta lógico que el gobierno no se interese por la aprobación del proyecto de reforma tributaria, así como que haga caso omiso a la idea de celebrar una cumbre política que permita llegar a algún consenso mínimo sobre el qué hacer en el futuro inmediato.

Se dice que el PLD le hizo la vida imposible al PRD en la transición anterior, ¿por qué tiene el PRD ahora que facilitarle las cosas al PLD? Para quienes así piensan, la política es una guerra. Su máxima preferida es aquélla de que en política todo se vale. Quienes así piensan parece que no conocen el concepto de continuidad del Estado, no entienden que sea como sea a la política hay que imprimirle una dimensión ética. Quienes así piensan no ven a fin de cuentas esta visión y estos comportamientos terminan afectando negativamente a todos y todas. Quienes así piensan evidencian que no les importa la nación, el país, sino sus mezquinos intereses y las más bajas pasiones humanas.

La ciudadanía debería prestar atención a este tipo de político. Nadie puede negar que en más de una ocasión el PLD haya colocado los intereses partidarios por encima de los intereses de la nación; que la visión de la política como guerra fratricida sea dueña y señora de la cultura política dominicana. Pero nadie puede usar como argumento para hundir el gobierno en el marasmo y la lentitud esos argumentos, porque no es al PLD que están castigando, nos están castigando a todos y todas.

Incluso por el propio interés político Mejía debería obligar a los funcionarios a cumplir con la realización de una transición armónica. Porque la actitud en apariencia vengativa que está asumiendo el PRD-PPH, puede llegar a afectar el nivel de aceptación con el que salga el presidente Hipólito Mejía, que desea mantenerse en política y llegar a ser líder de su partido, o de la parte que logre nuclear a su alrededor. Si la transición la realiza como actúo en su gobierno, sus posibilidades políticas serán muy limitadas. Día a día crecen los sectores organizados y la proporción de ciudadanos que reclaman "ser bien gobernados". Entendiendo como bien gobernados la colocación del interés nacional por encima de los intereses partidarios. Día a Día, por lo tanto el tipo de político que coloca sus intereses personales y su guapeza por encima del interés nacional, está desfasándose y pareciéndose más a los dinosaurios

Los políticos del PPH-PRD tienen hoy la oportunidad de romper el círculo de la venganza. Y mientras tanto la nación se encuentra paralizada y al borde de una crisis fiscal de importantes proporciones. En ese sentido, habrá quien sospeche que el gobierno saliente está efectivamente ayudando al fracaso del gobierno entrante, profundizando el déficit fiscal. El PRD-PPH e Hipólito Mejía están desaprovechando la oportunidad de romper el círculo vicioso de la venganza política, y en el camino está comprometiendo sus posibilidades de retorno al poder. Evidentemente que el PLD no se quedará cruzado de brazos, y algo hará. Así, el circulo se amplía, y la política dominicana seguirá basada en el tú me tiras a mí las cajas y yo te tiro a ti los cajones.

3.

El limbo por el que pasa la República Dominicana está muy relacionado a la forma en que se visualiza el período de transición en el país. En primer lugar, cuando un candidato gana en la primera vuelta la transición se hace demasiado larga. En ese sentido, sería interesante que entre las modificaciones propuestas a la Ley Electoral se contemple la idea de que el cambio de gobierno se realizará 45 días después de proclamado un ganador. La única razón para realizar los cambios de gobierno un 16 de agosto, es un fetichismo a las fechas patrias, heredado del trujillismo.

En segundo lugar, sería interesante que las leyes normalicen la creación de las comisiones de transición, y le den ciertas potestades a la comisión creada por el gobierno electo; así como regulen las capacidades del gobierno saliente. Hay que evitar que como en todas las transiciones los gobiernos saliente repartan el patrimonio estatal cual si fueran heredades personales.

En tercer Lugar, en el caso concreto de la actual transición, y de la coyuntura económica, la idea de realizar una cumbre política tiene validez. Pero no una cumbre de dos, ni de tres. Sino, una cumbre en la cual participen el más amplio espectro de la sociedad dominicana y no sólo los dos candidatos, los empresarios y sectores de la iglesia católica. La ciudadanía común y corriente somos los más afectados por los desaciertos y pueriles enfrentamientos entre los partidos, por lo tenemos tanto o más derecho de participar en las actividades de concertación.

Lo que estoy diciendo es que no se piense que lo único que se necesita concertar son los aspectos económicos, o las reformas políticas. Ahí está el gabinete social y el plan de lucha contra la pobreza, en su continuidad o redefinición debe contarse con instituciones como el Centro De Estudios Padre Juan Montalvo, los grupos comunitarios. En el Plano Educativo el Centro Poveda, Educa, el Centro Bonò, las escuelas Fe y Alegría tiene mucho que decir. En el plano de la Salud hay que escuchar a Profamilia y a Insalud. En fin digo que nuestro país no sólo debe ser visto como que necesita una reforma fiscal y presentar sólo la agenda empresarial en esa reforma. El asunto hay que verlo de manera integral, y amerita ver las conexiones entre las políticas sociales y las económicas, y para esos los actores a sentar en las mesas de negociaciones somos mucho.

La realización de dicha cumbre beneficia a todos, en todos los sentidos. El presidente Hipo saldría por la puerta grande de la Presidencia de la República. Si lo que desea es que las consecuencias sociales de las políticas económicas propuesta y de la reforma fiscal fondomonetaria no recaiga sobre su historia, sobre sus hombros no se vean como su responsabilidad. La cumbre permitiría redefinir las propuestas de manera que la población asuma las medidas allí propuestas, y las decisiones tomadas en consecuencia sean vistas como responsabilidad de los actores participantes. Por lo tanto ninguno de los actores políticos saldría perdedor.

El presidente electo, de su parte, iniciaría así con un claro mensaje de que su propuesta de un gobierno de unida, de sus llamados a la creación de sinergia entre todos los sectores es más que una consigna; demostraría que no se trata simplemente de ofrecer cargos a los opositores, sino que efectivamente es un político que coloca el interés nacional por encima de los intereses partidarios.

Aunque parezca mentira en el 2000 escribí dos artículos en el fenecido El Siglo, uno se llamaba ¿Y dónde está el piloto? Y el otro, “pequeños cambios que traen grandes esperanzas”, ambos artículos me sorprendieron por su frescor y me dio pena ver que hoy lo dicho hace cuatro año se ajusta perfectamente a lo vivimos. Incluso el final de uno de ellos es perfecto para finalizar esta exposición: Si no se rompe la espiral de venganza existe la posibilidad de que a mediano plazo se editen en República Dominicana versiones Caribeñas de Fujimori y Chávez. En efecto, si el PRD no alcanza determinados logros en materia de lo social, ni demostrar una actitud diferente, los ojos de la ciudadanía podrían mirar hacia candidatos antipartidos y antipolíticos, al estilo Chávez y Fujimori. Hoy más que nunca estamos necesitado del piloto y la tripulación de esta nave. Pero, ¿Dónde están?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
04 de junio 2004

Regular, no recular

Me quedé boquiabierto. Leí de nuevo la información, y no había dudas, el presidente de la Cámara Administrativa de la Junta Central Electoral –JCE- decía que favorecía la unificación de las elecciones presidenciales, congresionales y municipales, además establecía con claridad cómo debería hacerse: “hay varias propuestas, -dijo- una en la que yo creo es que el próximo período (congresional y municipal) sea de dos años y que entonces ahí se unifiquen las elecciones” (Hoy, 26 de mayo). Mi estupor fue mayor al enterarme que tanto el presidente de la Cámara Contenciosa como el del Pleno respaldaban la unificación de las elecciones (Listín, 27 de mayo). Tengo un amigo perverso que lo primero que dijo fue: “claro, como ahora existe la posibilidad de que el PLD logre hacer un mejor papel en las elecciones del 2006, le quieren reducir el periodo”. Pero, no creo que esa sea la motivación. Claro que no.

¿A qué se debe mi estupor? A que los presidentes de la JCE están reculando, y lo que deben hacer es cumplir su rol regulador de los procesos electorales. Actitudes como esa no contribuyen al proceso de institucionalización, y por el contrario se convierten en retranca de la consolidación de la democracia. Debido a su condición de presidentes de las diversas partes en que se divide el máximo organismo electoral del país, uno esperaría que hicieran un análisis sopesado de los beneficios y perjuicios de la unificación, antes de apoyarla o rechazarla. Pero el argumento de los presidentes es manido y es el mismo que han utilizado los congresistas que en el pasado han querido extenderse sus mandatos: que las elecciones separadas implican un gran costo económico para el país, y detienen la marcha normal de la sociedad. No, señores; si la JCE cumpliera su función como órgano regulador, las elecciones no serían tan costosas, ni traumáticas.

Realizar las elecciones congresionales el mismo año que las presidenciales es una forma de recular, y lo que se debe es regular las campañas electorales, de manera que el dispendio de recurso sea menor, y menos frustrante su desempeño. Ya basta de hacer concesiones antidemocráticas a los partidos, hay que establecerles límites a su dispendio y uso de los recursos y del tiempo de la ciudadanía. Los tres presidentes de la JCE están renunciando a cumplir con sus funciones reguladoras.

La ley electoral es clara en cuanto a los tiempos de las campañas, sólo faltaría regular con claridad lo que se refiere al financiamiento de los partidos políticos, y especialmente la parte proveniente del sector privado. Sólo hay que aplicar la ley correctamente y nos ahorraremos el dinero y el tiempo. Además, la existencia de un congreso gobernado por un partido diferente al del ejecutivo puede ser una ventaja en lo que se refiere a la fiscalización y el control de ambos poderes del estado. Sólo tenemos que ver los cuatro años del PPH-PRD controlando el Poder Ejecutivo y el Legislativo: festival de préstamos, reforma constitucional nefanda, ausencia de controles en la Cámara de Cuentas y un largo etcétera. Por otro lado, la renovación del Congreso a mitad de periodo estimulará en el largo plazo los procesos de negociación entre los diversos partidos. Hay que entender que los cambios institucionales tardan un tiempo en impactar en los comportamientos de los humanos. A la separación de las elecciones no se le ha dado ese tiempo.
Insisto, lo que hace falta es regulación. Lo lamentable es que esta actitud de los presidentes de la JCE reitera el comportamiento de parte de los miembros de la JCE durante el proceso recién finalizado. Cuando se le pidió aplicar la ley electoral en cuanto al uso de los recursos del Estado, dos de los tres presidentes, Nelson Gómez y Salvador Ramos, votaron en contra de que la JCE cumpliera con su papel de reglamentar el proceso electoral y brindar la igualdad para todos los contendientes. Por otro lado, Luis Arias, presidente del pleno, fue quien llamó a Agripino Núñez Collado y a los observadores internacionales, aquel anochecer del día 16 de mayo, y estos hicieron lo que de legítimo derecho le tocaba hacer, si es que había algún peligro, a la JCE. Regulen, no reculen.

Ramón Tejada Holguín
El caribe
01 de junio 2004

Las encuestas de preferencias electorales: ¿modesta herramienta de análisis de la realidad o arma de lucha política?

Ramón Tejada Holguín.

Resumen: Se argumenta sobre los límites y alcances de los sondeos de preferencias electorales en el país, sus virtudes y pecados. Ofrece pistas para que cada lector o lectora responda a las preguntas de si las firmas encuestadoras son utilizadas como armas de lucha política, si las encuestas influyen o no en las decisiones finales de los y las votantes y sobre los diversos tipos de sesgos que todas las encuestas tienen. Además, se hace una propuesta de investigación que lograría mejorar la calidad del diseño muestral de las encuestas política en la República Dominicana.

I. Introducción: Oráculos modernos

En nuestro país, en cada proceso electoral nos dejan perplejos ante la avalancha de pronósticos sobre los resultados electorales y la proliferación de firmas encuestadoras. Durante los certámenes electorales uno se hace las mismas preguntas: ¿a quién le creo? ¿A qué se deben las grandes diferencias en el posicionamiento según las diversas firmas? Y más aún, ¿si las firmas fracasan en su capacidad de predicción, porqué las siguen contratando?

Hay quienes pueden llegar a pensar que las firmas encuestadoras juegan a las adivinanzas. Hay quienes pueden llegar a creer que las encuestas se han convertido en una herramienta de lucha política, por lo que antes de creer en un sondeo, primero se preocupan por saber quién lo financia, quién lo hizo y a quién beneficia el resultado. Pero, lo peor es que hay políticos y empresarios que simplemente desconfían de las encuestas, creen que todas están amañadas y responden a intereses particulares, por lo cual contratan sus propias firmas encuestadoras para intentar, también, “manipular” a la opinión pública.

Este artículo tratará de establecer los límites y alcances de los sondeos de preferencias electorales en el país, sus virtudes y pecados, no se trata de apoyar a una u otra firma encuestadoras, se trata de reflexionar junto al lector y lectora sobre el diverso y nebuloso mundo de las encuestas políticas dominicanas, y las razones de tantas disparidades. Para esto nos detendremos a observar las encuestas realizadas durante el año 2004, cuando ya los candidatos de los partidos estaban definidos. Además, observaremos las empresas que publicaron sus resultados en los medios de comunicación, que realizaron más de un sondeo y que públicamente no estaban ligadas a un partido o candidato en específico.

II. Una instantánea perecedera: ¿Puede captarse la mudanza de la intención de votos a través de las encuestas?

Es ya un lugar común comparar las encuestas a una fotografía. La expresión quiere acentuar el hecho de que la técnica de encuesta ofrece una mirada estadística de un momento y lugar dado, y sus resultados sólo son válidos para analizar ese momento y lugar. Pero hay que tomar en cuenta que existen cierto tipo de opiniones, percepciones y conocimientos que se estudian a través de encuestas cuya mudanza es relativamente lenta y otros que es más rápidas. Así, por ejemplo, para estudiar la fecundidad de una nación se estila realizar encuestas cada 5 años. Ya que la fotografía de la realidad que ofrece una encuesta tiene mayor vigencia y duración en el tiempo.

He ahí uno de los factores que diferencian las encuestas de preferencias electorales de las otras: las primeras fotografían una realidad de mayor nivel de movilidad, son más perecederas porque los hechos que las influyen se suceden de manera vertiginosas. Decisiones gubernamentales tomadas en un momento pueden costar el apoyo de la ciudadanía al candidato oficial. Opiniones disonantes e irreflexivas pueden provocar que un candidato de oposición pierda apoyo. Mientras más se acerca el momento de echar el voto a las urnas, mayor es la aceleración del tiempo político, y por lo tanto más breve es la vigencia de la fotografía. Baste señalar como ejemplo el caso de las elecciones española de este año 2004, en la cual la forma en que el gobierno de Aznar manejo la investigación de un atentado contra el Metro de Madrid provocó que la tendencia a subir la intención de votos a favor de Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se acelerara en los tres días previos a la jornada de votación, dándole el triunfo a este partido.

Ya que la vigencia de las fotografía de la realidad tomada por las encuestas de intención de votos es tan reducida, para tener una imagen clara del momento, y los partidos poder tomar las decisiones pertinentes, deben realizar encuestas en intervalos de tiempos más cortos, en ocasiones hasta de semanas, para tratar de captar la tendencia, el movimiento. Para lo cual hay que utilizar las mismas herramientas, es decir las mismas preguntas, el mismo tipo de muestra y los mismos criterios para la recolección de la información.

Estos significa que las encuestas realizadas por firmas encuestadoras diferentes, no siempre son comparables, ya que las preguntas no son diseñadas de la misma manera, no se utiliza la misma forma de elección de las personas que van a ser entrevistadas, o sea no se diseña la muestra de la misma manera, e incluso aunque se publiquen en fechas similares, muchas veces las recolección de la información, es decir la aplicación del cuestionario o trabajo de campo no se realiza en la misma fecha. En ese sentido vale recordar que las encuestas son una fotografía tomada en el momento en que se entrevista a las personas elegidas en la muestra y no en el momento que se publican como algunas personas piensan.

Veamos esto con un ejemplo, mire los cuadros 1, 2 y 3. Observe que en Abril del 2004 las tres firmas encuestadoras consideradas publicaron los resultados de sus indagaciones. Sin embargo, la Penn, Shoen and Berland (PSB) realizó el trabajo de campo del 17 al 24 de marzo, la Gallup lo hizo del 20 al 23 de marzo, y la Hamilton, Beattie and Staff (HBS) lo hizo del 22 al 25 de abril. El trabajo de campo de la encuesta de la HBS publicada a finales de marzo se realizó del 20 al 23 de ese mismo mes, es decir, exactamente los mismos días que la Gallup. Esto quiere decir que si deseamos analizar los datos de las tres firmas encuestadoras, debemos mirar las encuestas publicadas en Abril de PSB y Gallup y la publicada en Marzo de HBS.



(1)Trabajo de campo realizado del 21 al 24 de Enero
(2)Trabajo de campo realizado del 17 al 24 de Marzo
(3)Trabajo de campo realizado del 19 al 22 de Abril.

Elaborado según las informaciones publicadas en El Caribe

Estudiemos, pues, los resultados de las tres encuestas realizadas en fechas similares. Los datos son diferentes, incluso en su organización. La PSB, que presenta sus resultados en números enteros, redondos, sin decimales, encontró que Leonel Fernández tenía el 63% de preferencia de las personas votantes, el 19% para Hipólito Mejía, el 16% para Eduardo Estrella y 2% estaban indecisos. Es decir según la PSB, para marzo casi todo el mundo ya tenía definida sus preferencias, los indecisos eran muy pocos y nadie tenía la intención de votar por un candidato diferente al de los tres partidos con mayor representación electoral. Los resultados de la Gallup fueron muy diferentes, y está presenta los resultados en decimales, la discrepancia con la PSB en cuanto al candidato Fernández era de -8 puntos, las diferencia con Mejía de +8 puntos, con Eduardo Estrella era de -2. La Gallup no organizó sus resultados según si había gente indecisa, sino que los colocó como no sabe. En esta encuesta, tampoco aparecieron personas que dijeran que iban a votar por otro candidato fuera del sistema tripartito, y también sugería que los dominicanos y dominicanas tenían claramente definidas sus preferencias electorales.


1Trabajo de campo realizado del 20 al 23 de Marzo.
2 Trabajo de campo realizado del 14 al 18 de abril
3 Trabajo de campo realizado del 7 al 11 de Mayo
Elaborado según las informaciones publicadas en Diario Libre

Las Gallup y HBS se acercaron bastante, pero la segunda presentaba sus resultados en números enteros, como la PSB. La diferencia en cuanto a la intención de votos por Fernández era de cerca de - 3 puntos, con respecto a Mejía era + 2 y con respecto a Estrella era de + 3 también. Sin embargo, la HBS encuentra que el 1% de los entrevistados podría preferir otro candidato y los indecisos llegan a 5%. Estas dos encuestas podría decirse que coinciden, debido a que las diferencias que tienen se pueden deber al margen de error, que explicaremos más adelante y al hecho de las diferentes herramientas de análisis que utilizaron.


1Trabajo de campo realizado del 20 al 23 de Marzo.
2 Trabajo de campo realizado 22 al 25 de abril
Elaborado según informaciones publicadas en el Hoy


¿A qué se deben estas marcadas diferencias de las Gallup y HBS con respecto a la PSB? Pueden ofrecerse tres argumentos: 1) La “calidad” de las firmas encuestadoras, 2) la manipulación política, y 3) al hecho de que hay varios tipos de errores o sesgos que poseen las encuestas. Es probable que en nuestro caso la respuesta a nuestra pregunta sea la tercera.

Los sondeos de opinión trabajan sobre una realidad cambiante, no estática, retratan un momento específico de la realidad. Pero, ese retrato no es nítido, claro y preciso, es un retrato borroso de la realidad, como dijimos. Por esa razón los resultados de dos sondeos nunca serán exactamente iguales. Aunque hayan sido realizado por la misma firma encuestadoras. En otras palabras, los estudiosos han establecido que las encuestas, todas las encuestas, pueden tener dos tipos de errores. El primer tipo lo llamaremos error calculable, ya que puede ser contabilizado y el segundo el error no calculable que tiene que ver con los aspectos organizativos, la calidad del personal de recolección de la información, la forma en que se diseñan las preguntas, entre otros aspectos.

III. Los errores calculables

En las fichas técnica de todas las firmas encuestadoras es común que usted lea que el error muestral es de + o – 3. El cálculo del error muestral se realiza en función del número de personas que se entrevistan y el número de personas que conforman todo el universo. En general las firmas encuestadoras entrevistan 1200 personas y el universo está formado por todas las personas hábiles para votar, es decir aquella que poseen carné de identidad y electoral, que tienen 18 años y no son militares, no están en prisión o fuera del país. En las elecciones pasadas el universo era de poco más de 4 millones de personas. El error muestral lo que nos dice es que si entrevistamos a 1200 personas de los 4 millones que conforman el universo, los resultados que obtendremos podrían tener una diferencia de 3 puntos porcentuales por encima o por debajo. Lo que quiere decir que las encuestas Gallup y HBS realizadas a finales de marzo arrojan resultados que se ubican dentro del margen de error, y que la encuesta PSB es la única de las tres que definitivamente se sale de dicho margen de error.

Pero, hay otro elemento interesante a considerar a la hora de interpretar datos tomando en cuenta el margen de error. En el caso de la PSB y la Gallup resulta claro que las posibilidades de una doble vuelta electoral son nulas. En efecto, según la PSB Fernández podría obtener el 63% de los votantes, lo que tomando en cuenta el margen de error, nos dice que a finales de marzo del 2004 entre 60% y 66% (tres puntos por debajo y tres puntos por encima) de las personas hábiles para votar puede preferir a Fernández. En el caso de la Gallup las cifras serían entre 51.4% y 57.8%. Sin embargo, la HBS sugiere que existe una pequeña probabilidad de una segunda vuelta ya que según sus datos entre 49% y 55% de las personas favorece a Fernández.

Este hecho hace que los porcentajes por sí mismo deban ser vistos con mucho cuidado. Y nos debe llevar a pensar que todas las encuestas, no sólo las de intención de votos, no son nítidos retratos de la realidad, más bien son borrosos. En otras palabras, los datos de las encuestas son los insumos del análisis, la materia prima para poder hablar de tendencias hacia donde marchan las variables estudiadas, no son el análisis mismo. Es como en los proceso de investigación policial, lo importante no es sólo tener un retrato hablado del criminal, hay que tener además una base de datos con los diversos criminales fichados y sus modus operandis.

Otro tipo de error relacionado con la muestra, y que al igual que el error muestral escapa al control de las firmas encuestadoras. Es lo que llaman el Nivel de confianza de la muestra. Es decir, la posibilidad de que salga una muestra atípica. Cuando observamos las fichas técnicas de las diversas encuestas realizadas estas no informan que tienen “un nivel de confianza”, el cual generalmente es de 95% en este tipo de encuestas. Esto significa que si se elaboran 100 muestras diferentes, 5 de ellas podrían darnos resultados no acordes con la realidad, mientras que 95 de ellas se acercaran a lo que realmente piensa la población. Esas 5 que no nos dan resultados acordes con la realidad es lo que llaman “muestra atípica”. Como se ve estos tipos de errores pueden ser fuentes de las diferencias entre las firmas encuestadoras.

Ahora bien, cabe preguntarse, ¿es posible que una firma encuestadora sistemáticamente elija una muestra atípica? La respuesta es que es muy poco probable, porque como dijimos más arriba, de cada 100 encuesta sólo en 5 casos existe la probabilidad de que se haya elegido una muestra atípica.

Ya que la probabilidad de que sistemáticamente una firma encuestadora saque una muestra atípica es muy reducida, cabe preguntarse pues, ¿qué está pasando en el mundo de las firmas encuestadoras que trabajan en República Dominicana que las diferencias entre sus resultados es tan grande? Es evidente que los errores calculables, es decir el error muestral y el nivel de confianza no explican esas diferencias. Pero, las encuestas tienen otro tipo de errores, son errores no calculables. ¿Pueden adjudicarse a estos tipos de errores las diferencias?

IV. Los errores no calculables

Los errores no calculables, son de diversa naturaleza, van desde la forma en que se redactan las preguntas, hasta el error que se puede cometer cuando las informaciones se están digitando, es decir pasando a la computadora. La redacción de la pregunta y la forma en que la gente capta esa pregunta es muy importante a la hora de interpretar los resultados de una encuesta.

En ocasiones una pregunta puede estar bien diseñada, pero mide una cosa diferente a la que se desea interpretar. Eso pasó en las elecciones recién pasada con una interpretación de una pregunta sobre la calidad del trabajo de la Junta Central Electoral (JCE), que se quiso interpretar como si se refiriera a la confianza en esa institución tendía a crecer.

En el sondeo cuyo trabajo campo se realizó entre del 22 al 25 de abril, HBS incluyo una pregunta que buscaba establecer si la JCE electoral estaba haciendo una labor excelente, buena, mala o muy mala. Los resultados arrojaron que el 19% de los entrevistados opinó que la JCE estaba haciendo una labor excelente y 61% sostuvo que la labor era sólo buena. Esto fue interpretado como que la gente confiaba en la JCE, pero no. Una cosa es la medición de la confianza y otra muy distinta la percepción sobre la calidad del trabajo. Una institución puede hacer un trabajo excelente, pero no ser confiable a la hora en que se le presente una situación en la cual tenga que actuar a favor o en contra de alguien.

La misma encuesta HBS revelaba que la gente tenía sus reservas en cuanto a la confiabilidad en la JCE: el 33% de los ciudadanos dijo que la JCE sirve mejor a los intereses de los políticos y el 18% que sirve mejor a sus propios intereses; es decir la mitad de las personas entrevistadas (51%) creía que la JCE respondía a los intereses de los partidos o a los suyos propios y no a los intereses para los cuales se les eligió. El dato revela un grado de desconfianza a ser tomado en cuenta. Incluyamos, ahora, en el análisis los porcentajes de las personas que creían que podía haber un fraude electoral, es decir el 46%, casi la mitad de los electores.

Como se ve al analizar todos los datos de la encuesta HBS, debemos decir que no teníamos pruebas para decir que la confianza en la JCE era del orden del 70 por ciento o más, como se interpretó en el momento.

El ejemplo, sirve para mostrar, además, como para el diseño de las preguntas y su análisis hay que tomar en cuenta el grado de información que posee las personas entrevistadas. Cuando la gente respondía “excelente” o “bueno” cuando se le pedía que calificara el trabajo que estaba haciendo la JCE en el momento de la encuesta, es decir a finales de abril, posiblemente estaba pensando en la Cámara Administrativa y no en la JCE como un conjunto. La pregunta diseñada no tomaba en cuenta el hecho de la división de la JCE en Cámaras. En el momento de la encuesta quien tenía la voz cantante y estaba en la palestra era la Cámara Administrativa. En los momentos anteriores en que la JCE tenía muy, pero que muy bajos niveles de confianza, y era criticada por todos, en la palestra se encontraba la Cámara Contenciosa, aquella que decidió a favor de PPH en los conflictos internos del PRD y que la gente identificó como favorable a esa corriente.

Hay otras fuentes de errores que no me parece estén actuando en el caso dominicano, me refiero a la calidad de las personas que realizan la entrevistas, y de las personas que hacen el proceso de digitación. Las encuestas establecidas en el país tienden a usar casi el mismo personal para la recolección de información, por lo que es muy difícil que la fuente de los errores y disparidades se ubique en este ámbito.

Ahora la pregunta del millón: ¿Es posible decir, tomando en cuenta los argumentos esgrimidos hasta el momento que las principales causas de las diferencias entre los resultados de las firmas encuestadoras dominicanas se debe a las fuentes de errores reseñadas? Es obvio que hay evidencias de que lo que está ocurriendo en el mundo de las encuestas políticas en República Dominicana es una de dos cosas: o hay firmas encuestadoras que no están realizando su trabajo con todo el rigor debido, o se están utilizando las encuestas como una herramienta de lucha política.

Piense en como la mayoría de las firmas encuestadoras que realizaron más de una encuesta daban como ganador a Fernández en la primera vuelta, con una diferencia muy marcada con respecto al segundo lugar que tenía Mejía. Las firmas encuestadoras que sistemáticamente se salían de esta tendencia, por lo general, estaban asociadas a funcionarias gubernamentales, como Ana María Acevedo, o a investigadores con larga tradición de relación con el PRD como José Cabrera.


V. ¿Las encuestas son efectivas como armas de lucha política?
Se dice que hay una proporción de personas que tiende a votar por el que va a ganar. Otros dicen que si un candidato está muy bien posicionado, algunos de sus seguidores, los menos militantes, pensarán que su voto es innecesario, y se evitarán “la molestia” de ir a votar. En el caso de la República Dominicana hay la tradición de votar en contra de un candidato. Por lo que los resultados de los sondeos pueden influir para que los votantes decidan ir a votar por el que tiene mayores probabilidades de ganarle al candidato en contra del cual se desea votar.

En teoría, los resultados de las encuestas pueden contribuir a desalentar a las filas de un partido cuyo candidato se encuentre en una situación difícil. De manera que presentarse en una mejor posición de la que realmente tiene, permite al candidato unificar sus filas, poner a trabajar el partido a su favor, al tiempo que rediseña su estrategia, el candidato puede lograr una mejor posición de la que le asignaban las encuestas en un momento dado. En otras palabras una mano que arregle una encuesta, necesariamente no se está engañando a sí misma.

¿Tenemos evidencia para hablar de esa influencia de las encuestas? Francamente creo que la experiencia del 2004 dice que los resultados de los sondeos políticos influyen poco en la intención del voto, o que su influencia es muy reducida en situaciones como las del 2004.

VI. Preferencias móviles y trasiego de votantes
Las encuestas de mayor prestigio y avaladas por medios de comunicación y ciertos éxitos anteriores comenzaron a dar como seguro ganador a Leonel Fernández desde finales del año 2003, durante el primer trimestre del año 2004 las encuestas revelaban un muy cómodo primer lugar para Fernández (ver cuadros 1, 2 y 3). Pero, las encuestas vista en su tendencia van captando un proceso de estabilidad (en el caso de la HBS) o de reducción en el caso de la PSB y la Gallup del porcentaje que posee Fernández, mientras que Mejía se observa que va teniendo un crecimiento espectacular, de 13% a 27% según la PSB y de 14.9% a 29.9% según la Gallup.

Como se ve el crecimiento de Mejía se verifica a pesar de que las encuestas más publicitadas y con mayor prestigio lo ubicaban en un segundo lugar y colocaban a Fernández como el seguro ganador en primera vuelta. No fueron las encuestas, ni su manipulación, la que influenciaron en la subida de Mejía y el desaceleración o reducción de Fernández. Otros hechos políticos, que no competen analizar en detalles en este momento hicieron el milagro: la aceptación de la candidatura de Mejía de parte de los quienes le enfrentaron dentro del PRD, la inversión clientelar que hizo el Estado Dominicano en los últimos meses, la fuerza del PRD en el seno de las masas, serían los factores a observar.

Ahora bien, las tres firmas encuestadoras coinciden en que hay tres partidos que concentran más del 90% de las preferencias electorales y en que para finales de marzo del año 2004, los indecisos son insignificantes, es decir que la gente tenía claramente definida sus preferencias electorales. Sin embargo, encuestas realizadas posteriormente revelan un crecimiento inusitado de Mejía y una reducción importante de Fernández y de Estrella. ¿Cómo se explica que luego se movieran esas preferencias? Una línea de interpretación de fenómeno es que hubo un trasiego de votos desde el PLD al PRD. Pero, no necesariamente puede ser cierto.

Más bien creo que la explicación de la modificación de los porcentajes se explica por un elemento técnico. La PSB, la Gallup y la HBS entrevistan sólo a aquellas personas que dicen que van a votar y que muestran su cédula. Hay, pues, en todas las encuesta un sesgo: no se entrevistan a las personas que dicen que no votarían, no se entrevista al abstencionista. Esto se debe a que con 1200 casos, que es lo que aplican todas las encuestadoras es imposible captar la abstención electoral. Para poder captar la abstención tendría que aumentar el número de casos y por lo tanto las encuestas saldrían más costosas. Y como generalmente lo que se quiere saber es quién tiene probabilidades de ganar pues las cosas se quedan en los 1200 casos.

El trabajo de campo se hace de la siguiente manera, el entrevistador o la entrevistadora visita un hogar que salió en la muestra, encuentra a una persona que cumple con el perfil que le toca entrevistar en esa zona (el perfil se construye generalmente en función de la edad, el sexo y el estrato socioeconómico), hace las dos preguntas claves, ¿tiene cédula? ¿Va a votar? Y sólo a las personas que hayan salido en la muestra y que hayan respondido afirmativamente las dos preguntas se entrevistan.

Algunas veces las personas dicen que sí que van a votar y después que se les aplica el cuestionario dicen que no están seguro por cuál candidato votarán. Esos son los indecisos que aparecen en la encuesta. Es posible que mucha gente que está indecisa le diga al entrevistador que no va a votar aunque en realidad lo que pasa es que no está seguro de por quién va a votar. Eso significa, que tampoco el porcentaje de indeciso es confiable en las encuestas.

Una hipótesis que podría explica el crecimiento acelerado de Hipólito Mejía en los primeros 4 meses del 2004, a pesar de la gran tasa de rechazo que tenía este candidato, es la siguiente: debido a los encarnizados y fratricidas enfrentamientos entre la cúpula perredeísta y tomando en cuenta la tradición antirreeleccionista de los militantes de ese partido, estos estuvieran muy desalentados y desencantados, pero no observarán el PLD y Leonel Fernández como una opción debido a la ya vieja rivalidad de estos partidos de similar origen. En ese sentido estaban más motivados a ser abstencionistas que votantes de otro partido. Es decir, que cuando alguien los fuera a entrevistar estos decían que no iban a votar, entonces el entrevistador o entrevistadora, seguía buscando quien cumpliera con el perfil y además respondiera afirmativamente las dos preguntas claves para aplicarle el cuestionario.

Evidentemente, es probable, muy probable, que una vez la candidatura de Mejía fuera un hecho consumado, y que mucho adversarios expresaran apoyos críticos, algunas personas que decían que no iban a votar se motivaran a votar no tanto por Mejía como por su tradicional partido. Si ninguna de las encuestas capta el total real de indeciso, ni la abstención, como hemos establecido, se diría que estos están fuera de la fotografía. En pocas palabras una de las fuentes de crecimiento del PRD pudo estar dada en los abstencionistas que estaban fuera de la fotografía, y no en la influencia que podrían haber tenido las encuestas realizadas por grupos relacionados al gobierno. A lo sumo las encuestas relacionadas al gobierno y que se alejaban de la tendencia de las tres firmas reseñadas más arriba, podrían haber creado confusión con respecto a la calidad de todas las encuestas. Quizás ese es el objetivo, reducir el impacto que provocan las encuestas de mayor prestigio en la autoestima de los y las votantes de cada candidato. El peligro es que usando las encuestas como armas políticas se está desprestigiando esta herramienta, tan útil.

Una vez conocido los resultados electorales, resulta fácil argumenta sobre cuáles encuestas pueden ser vistas como que sus predicciones quedaron en el ámbito de los limites de todas las encuestas y cuales pudieron ser manipuladas. Pero, durante las campañas quienes tienen experiencias en el diseño y ejecución de encuestas, saben que es difícil evaluar la calidad de las encuestas. Para esto debería disponerse de una serie de información. Por ejemplo, sería necesario revisar el cuestionario que se aplica, conocer la forma en que se elige la muestra, establecer la capacidad del personal que se entrevista, así como del que digita los cuestionarios, entre otros aspectos. Lamentablemente, una proporción de las firmas encuestadoras no ofrecen estas informaciones, ni en sus fichas técnicas, ni a investigadores(as) particulares que la soliciten. La experiencia del Perú, en donde las diversas firmas encuestadoras formaron una asociación, que a su vez elaboró un “Código de Ética”, puede resultar aleccionadora para nuestro país. Hay que establecer algunos mecanismos que permita evitar el inadecuado uso de las encuestas, ya que puede contribuir a desprestigiar todas las encuestas en general, y provocar resistencias a ser entrevistada de parte de la población. Este peligro se ve potencializado, además, por el desconocimiento que existe sobre las limitaciones y las posibilidades reales que las encuestas, como herramientas científicas de análisis, ofrecen.

VI. A manera de conclusión: una propuesta de investigación previa necesaria

Hay, todavía un elemento a dilucidar, ¿por qué las firmas encuestadoras de más prestigio acertaron en cuanto a la tendencia, ya que sus datos predijeron que Fernández pasaría en la primera vuelta, pero sus cifras estuvieron lejos de los resultados reales y entre sí tuvieron diferencias importantes? Uno de los principales obstáculos que enfrentan las encuestas de preferencia electoral en el país es que no se conoce con precisión el perfil del votante. Para diseñar una buena muestra es necesario conocer la población o universo del cual la muestra será una parte representativa. Es decir, la muestra debe tener la misma estructura de edad, la misma proporción de cada sexo, la misma distribución según zonas y regiones que la población o universo.

La distribución de la población por sexo, edad, área de residencia y estrato socioeconómico que se encuentra en el censo no es la misma distribución de las personas que votan. Los votantes tiene otro perfil, pero ¿cuál es ese perfil? Es difícil saberlo con precisión, y ese es el gran problema que enfrentan las empresas encuestadoras. Algunas firmas trabajamos con la distribución que existe en el padrón de electores, que se acerca más a los votantes efectivos. Lamentablemente, conocer el perfil de los votantes efectivos, implicaría realizar un estudio pormenorizado de los votantes en los procesos electorales. Para esto se deberían tener los padrones electorales de cada colegio electoral, en los cuales se consigna quienes fueron a votar y quienes no, de manera que se pueda tener la edad, el sexo, y el lugar de residencia de cada uno de los y las votantes, y construir así el perfil quienes cumplieron ese deber cívico. De manera que cuando se diseñen las muestras para las encuestas estas representen mejor la realidad.

Esta investigación previa del universo de electores daría mayor capacidad para predecir el comportamiento de los y las electores a las encuestas políticas que se realicen en el país.

[1]Publicado en la Revista “Estudios Sociales” no. 135, Santo Domingo República Dominicana, páginas 111 a 127.