Me quedé boquiabierto. Leí de nuevo la información, y no había dudas, el presidente de la Cámara Administrativa de la Junta Central Electoral –JCE- decía que favorecía la unificación de las elecciones presidenciales, congresionales y municipales, además establecía con claridad cómo debería hacerse: “hay varias propuestas, -dijo- una en la que yo creo es que el próximo período (congresional y municipal) sea de dos años y que entonces ahí se unifiquen las elecciones” (Hoy, 26 de mayo). Mi estupor fue mayor al enterarme que tanto el presidente de la Cámara Contenciosa como el del Pleno respaldaban la unificación de las elecciones (Listín, 27 de mayo). Tengo un amigo perverso que lo primero que dijo fue: “claro, como ahora existe la posibilidad de que el PLD logre hacer un mejor papel en las elecciones del 2006, le quieren reducir el periodo”. Pero, no creo que esa sea la motivación. Claro que no.
¿A qué se debe mi estupor? A que los presidentes de la JCE están reculando, y lo que deben hacer es cumplir su rol regulador de los procesos electorales. Actitudes como esa no contribuyen al proceso de institucionalización, y por el contrario se convierten en retranca de la consolidación de la democracia. Debido a su condición de presidentes de las diversas partes en que se divide el máximo organismo electoral del país, uno esperaría que hicieran un análisis sopesado de los beneficios y perjuicios de la unificación, antes de apoyarla o rechazarla. Pero el argumento de los presidentes es manido y es el mismo que han utilizado los congresistas que en el pasado han querido extenderse sus mandatos: que las elecciones separadas implican un gran costo económico para el país, y detienen la marcha normal de la sociedad. No, señores; si la JCE cumpliera su función como órgano regulador, las elecciones no serían tan costosas, ni traumáticas.
Realizar las elecciones congresionales el mismo año que las presidenciales es una forma de recular, y lo que se debe es regular las campañas electorales, de manera que el dispendio de recurso sea menor, y menos frustrante su desempeño. Ya basta de hacer concesiones antidemocráticas a los partidos, hay que establecerles límites a su dispendio y uso de los recursos y del tiempo de la ciudadanía. Los tres presidentes de la JCE están renunciando a cumplir con sus funciones reguladoras.
La ley electoral es clara en cuanto a los tiempos de las campañas, sólo faltaría regular con claridad lo que se refiere al financiamiento de los partidos políticos, y especialmente la parte proveniente del sector privado. Sólo hay que aplicar la ley correctamente y nos ahorraremos el dinero y el tiempo. Además, la existencia de un congreso gobernado por un partido diferente al del ejecutivo puede ser una ventaja en lo que se refiere a la fiscalización y el control de ambos poderes del estado. Sólo tenemos que ver los cuatro años del PPH-PRD controlando el Poder Ejecutivo y el Legislativo: festival de préstamos, reforma constitucional nefanda, ausencia de controles en la Cámara de Cuentas y un largo etcétera. Por otro lado, la renovación del Congreso a mitad de periodo estimulará en el largo plazo los procesos de negociación entre los diversos partidos. Hay que entender que los cambios institucionales tardan un tiempo en impactar en los comportamientos de los humanos. A la separación de las elecciones no se le ha dado ese tiempo.
Insisto, lo que hace falta es regulación. Lo lamentable es que esta actitud de los presidentes de la JCE reitera el comportamiento de parte de los miembros de la JCE durante el proceso recién finalizado. Cuando se le pidió aplicar la ley electoral en cuanto al uso de los recursos del Estado, dos de los tres presidentes, Nelson Gómez y Salvador Ramos, votaron en contra de que la JCE cumpliera con su papel de reglamentar el proceso electoral y brindar la igualdad para todos los contendientes. Por otro lado, Luis Arias, presidente del pleno, fue quien llamó a Agripino Núñez Collado y a los observadores internacionales, aquel anochecer del día 16 de mayo, y estos hicieron lo que de legítimo derecho le tocaba hacer, si es que había algún peligro, a la JCE. Regulen, no reculen.
Ramón Tejada Holguín
El caribe
01 de junio 2004
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