Las encuestas electorales analizadas sin fanatismo constituyen una pieza fundamental para la elaboración de estrategias políticas exitosas.
Faltando seis meses para el día de las votaciones, es más importante observar el movimiento de los números y no los números mismos. Es decir, hay que mirar las tendencias que revelan encuestas realizadas en momentos distintos.
El examen de las tendencias, ofrece pistas para estudiar por qué se observan cambios o estancamientos en las preferencias y diseñar las políticas necesarias para mejorar el posicionamiento de la candidatura.
Para comparar tendencias deben estudiarse varias encuestas hechas con la misma metodología. Las últimas Gallup cumplen con estos requisitos.
En agosto los resultados de la Gallup mostraron una diferencia de 14.5 puntos a favor de Hipólito Mejía, quien tenía 47.9% de preferencia electoral, frente a Danilo Medina con 33.4%.
Tres meses después la diferencia se reduce a 5.3 puntos, quedando Mejía con el mismo porcentaje y logrando Medina un 42.6%. Los datos sugieren que estamos en presencia de un candidato que tiende a subir y otro que tiende a quedarse estático, y con mayores probabilidades de bajar en las preferencias del electorado.
¿Por qué mayores probabilidades de bajar?
Desde la primera encuesta Gallup realizada en mayo, los y las votantes perredeístas habían dejado claro su decisión de votar por Mejía. Más del 95% de los perredeístas lo aseguraban. En el caso de Medina la situación era distinta. Quizás porque las encuestas Gallup anteriores se hicieron en momentos en que Medina todavía no era el candidato oficial del PLD; sólo poco más del 80% de los peledeístas decía que votaría por él. Los datos sugerían que la estrategia de Medina debía, en primer lugar, reencantar a los y las votantes peledeístas, para reducir la diferencia.
La encuesta actual muestra que el 94% de los peledeístas dicen que votarán por Medina, acortando así la diferencia con Hipólito Mejía. Medina completa de esta manera una fase y debe ahora concentrarse en mantener la lealtad de los peledeístas, pero encantar a los votantes indecisos, abstencionistas, de otros partidos y nuevos votantes.
Mejía ya tenía seguros a los perredeístas (más del 90% decían y dicen que votarán por él) por lo que sus votos debía buscarlos entre indecisos, abstencionistas, de otros partidos y nuevos votantes. Obviamente no lo ha logrado, como lo demuestra el que su intención de votos se ha congelado en 47.9%. Si tomamos en cuenta que los partidarios del presidente del PRD no se han incorporado a la campaña, que hay cierto desconcierto entre sus militantes, Mejía tiene más probabilidades de perder votos perredeístas que de ganar apoyo de otros sectores.
Medina se fortalece internamente y ahora su estrategia debe ser ir tras el voto de los no peledeístas, incluyendo el de los perredeístas descontentos. Próximas mediciones nos dirán quién come más hojaldre.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
22 de noviembre 2011
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