El problema policial no es sólo la existencia de sádicos policías, que incluso pueden ser la minoría dentro de las filas. Es más complejo.
Los métodos policiales de combatir la delincuencia no son efectivos, ni dan resultados, además hay miembros de la institución, tanto en la jefatura como en las patrullas, que son parte del problema.
Conozco casos en que los afectados de un robo o cualquier fechoría no llaman a la policía por temor a que se maltrate a los familiares de las víctimas, es frecuente que la gente use métodos informales para hacerse justicia.
Todas las muertes en los llamados intercambios de disparos no han impedido el crecimiento de la delincuencia y el aumento de la violencia. La lista de equivocaciones de la policía sería larga, tanto como la trompa de un elefante, pero muchas de ellas carecen de importancia para la plana mayor porque afectan a gentes de los sectores vulnerables y pobres.
Si bien hay personal de gran capacidad y nivel de especialización (por ejemplo quienes combaten los delitos electrónicos, tan importante para mantener la confianza de la gente en la banca y las finanzas), la Policía no es un organismo útil para el acceso a la justicia de pobres y clases medias. ¿Por qué en esa área se avanza tanto y se progresa muy poco en dar seguridad a la ciudadanía común y corriente? Esa es una pregunta relevante.
La policía tiene defensores porque garantiza la paz de un grupo reducido de la población, la ineficiencia e ineficacia policial son selectivas.
Actualmente, en América Latina se está discutiendo la necesidad de transformar los cuerpos policiales en policía comunitaria, que además de sus labores de mantener el orden, de prevenir y reprimir la criminalidad, ayuden a la comunidad en la solución de diversos tipos de problemas.
Ruido, conflicto entre vecinos, podrían muy bien solucionarse con la ayuda de un policía con nociones básicas de derecho y sicología. Dicho agente funcionaría como árbitro y las soluciones podrían surgir evitando que cualquier caso termine frente al fiscal o al juez.
Evidentemente que tal transformación es imposible sin un proceso de concertación entre todos los sectores, y sin que la mayoría de los actores estén más o menos de acuerdo.
La construcción de una policía comunitaria en estos momentos es un sueño imposible, porque hay evidencias de que el apoyo desde el poder a la actual estructura es substancial y profundo. Esto a pesar de que es fácil llegar a la conclusión de que la Policía Nacional no es un cuerpo que necesite ser reformado, sino cambiado de cabo a rabo, modificado totalmente, transformado, reconstruido, se necesita una nueva policía. Pero, sólo será posible cambiarla cuando los grupos poderosos así lo decidan.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
13 de Julio del 2010
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