Muchos años después frente al pelotón de autores que escriben sobre la Confianza como un componente del desarrollo social, económico y político fue que entendí lo pernicioso que para la República Dominicana es lo que el doctor Antonio Zaglul llamó Complejo del Gancho que, todavía hoy, penetra parte del “ser dominicano”. Zaglul sostuvo que, en sentido general, la personalidad dominicana tiene un alto componente de sentirse perseguido y pensar que se le quiere engañar. Es posible que esta actitud, que algunos asocian al llamado “pesimismo dominicano” se relacione directamente con los años de dictaduras y de gobiernos autoritarios que hemos vivido.
Jesús de Galíndez escribió que Trujillo había logrado inculcarle al dominicano la idea de que no podía ni siquiera trabajar a menos que declarara una adhesión expresa al régimen. En ese sentido, se desarrolló en las generaciones socializadas durante el trujillato una especie de doble pensar y mucho temor a decir lo que realmente se creía. Esto ha sido un mecanismo de control social y político que todavía tiene sus consecuencias en nuestra “estructura caracterológica”. El hecho de que el Estado Dominicano, en sus diversas dimensiones, sea el principal empleador, de que cada vez que hay un cambio de partido en la dirección de alguna de sus organizaciones se cambie una muy alta proporción de los mandos medios y bajos, tiende a estimular ese mecanismo. En el sector público se tiene muchísimo temor al caliesaje.
La pregunta del millón es, ¿el “complejo del gancho” y “el doble pensar” se han ido reduciendo con el paso de los años y el cambio generacional? Creo que se han transformado, que ahora se expresan como “falta de Confianza” en las instituciones y en los demás. Las Demos sistemáticamente muestran que la mayoría de la ciudadanía desconfía de las principales instituciones del sistema de representación política, destacándose el Congreso Nacional como la de menor Confianza. Las encuestas muestran cómo la mayoría cree que los políticos dominicanos sólo buscan su beneficio personal y de su grupo. Incluso en una de las encuestas que hice para el CIES se observa que la gente admite que participa en política buscando sus beneficios personales.
Se ha demostrado que la Confianza juega un importante papel en la organización de la gente, en lograr estimular la cooperación, en hacer un uso más eficiente y colectivo de los recursos públicos e influye en la construcción de un sentido de futuro común de la ciudadanía. La Confianza forma parte del Capital Social. Es claro que además de Capital Social se necesitan recursos económicos y naturales, así como uso de las tecnologías para producir riquezas. El Capital Social ayuda a hacer un uso colectivo de los recursos públicos y que beneficie a las mayorías. La dirigencia social y política debería centrarse en estimular el Capital Social para lograr un mayor nivel de desarrollo humano. Las actuales políticas asistenciales y el clientelismo estimulan el individualismo y redimensionan el complejo del gancho y el doble pensar.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
31 de agosto del 2006
Jesús de Galíndez escribió que Trujillo había logrado inculcarle al dominicano la idea de que no podía ni siquiera trabajar a menos que declarara una adhesión expresa al régimen. En ese sentido, se desarrolló en las generaciones socializadas durante el trujillato una especie de doble pensar y mucho temor a decir lo que realmente se creía. Esto ha sido un mecanismo de control social y político que todavía tiene sus consecuencias en nuestra “estructura caracterológica”. El hecho de que el Estado Dominicano, en sus diversas dimensiones, sea el principal empleador, de que cada vez que hay un cambio de partido en la dirección de alguna de sus organizaciones se cambie una muy alta proporción de los mandos medios y bajos, tiende a estimular ese mecanismo. En el sector público se tiene muchísimo temor al caliesaje.
La pregunta del millón es, ¿el “complejo del gancho” y “el doble pensar” se han ido reduciendo con el paso de los años y el cambio generacional? Creo que se han transformado, que ahora se expresan como “falta de Confianza” en las instituciones y en los demás. Las Demos sistemáticamente muestran que la mayoría de la ciudadanía desconfía de las principales instituciones del sistema de representación política, destacándose el Congreso Nacional como la de menor Confianza. Las encuestas muestran cómo la mayoría cree que los políticos dominicanos sólo buscan su beneficio personal y de su grupo. Incluso en una de las encuestas que hice para el CIES se observa que la gente admite que participa en política buscando sus beneficios personales.
Se ha demostrado que la Confianza juega un importante papel en la organización de la gente, en lograr estimular la cooperación, en hacer un uso más eficiente y colectivo de los recursos públicos e influye en la construcción de un sentido de futuro común de la ciudadanía. La Confianza forma parte del Capital Social. Es claro que además de Capital Social se necesitan recursos económicos y naturales, así como uso de las tecnologías para producir riquezas. El Capital Social ayuda a hacer un uso colectivo de los recursos públicos y que beneficie a las mayorías. La dirigencia social y política debería centrarse en estimular el Capital Social para lograr un mayor nivel de desarrollo humano. Las actuales políticas asistenciales y el clientelismo estimulan el individualismo y redimensionan el complejo del gancho y el doble pensar.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
31 de agosto del 2006
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