Hemos hablado del peligro que enfrenta la democracia debido al creciente poder e influencia que tienen las élites empresariales en el Estado, con la agravante de que, según Crouch, en su libro “Posdemocracia”, existe un gran desequilibrio entre los intereses empresariales y los de prácticamente todo el resto de los grupos (Pág. 145). El problema es que no están teniendo contrapeso de ningún tipo, que su poder se acrecienta en un contexto en que la gente común se excluye o es excluida de la política, dejándoles así el campo libre.
En la posdemocracia dominicana, los partidos políticos conocen un proceso creciente de debilitamiento, y la influencia empresarial se hace sentir fuertemente a través del financiamiento de las candidaturas y las actividades partidarias. El costo de las candidaturas se eleva cada día: precio de la televisión, de la radio, de los diarios, de los asesores y consultores ¿Quiénes tienen el dinero suficiente para financiar partidos y candidatos? Para los empresarios financiar campañas es una inversión, pero para la ciudadanía que apenas tiene los recursos para sobrevivir financiar campaña es un gasto. El financiamiento privado de las candidaturas en el país se asemeja a un bono con el cual se compra los favores y se trafica con la influencia, antes de llegar al poder.
¿Ejemplos? Las formas en que se realizan las privatizaciones, es uno. Las compras que realizan las entidades estatales sin previa convocatoria a concursos públicos transparentes. La asignación de obras grado a grado. La evasión de impuestos. La colocación de la propaganda publicitaria. La inexistencia de entidades de protección al consumidor o consumidora y las trabas que se colocan para crear este tipo de institución. Las ineficiencias de las diversas superintendencias: eléctrica, banca, seguros. Nombramiento de funcionarios que favorecen a grupos empresariales específicos. Ausencia de legislación sobre determinados aspectos de la protección de la ciudadanía frente a determinados productos.
Estamos en una encerrona. ¿Qué hacer? Crouch propone tres campos de acción. El primero es enfrentar el creciente poder empresarial en la política. Para lo cual una ley que limite el financiamiento privado de los partidos y sus candidaturas ayuda. Se trata de nivelar la competencia política, legislando sobre el uso igualitario de los medios de comunicación masivos. Se trata de evitar que el que tenga más dinero pueda influenciar en los partidos, de manera que cuando estos lleguen al Estado le devuelvan con intereses lo “invertido”. El segundo campo de acción es la búsqueda de nueva formas de hacer política. En el país hay un interesante proyecto de Ley de Partidos Políticos que contiene aspectos importantes. El tercero es la ciudadanía. Este campo tiene la ventaja de que ayuda a mejorar los otros dos. Para actuar en este campo hay que entender los tres modelos de ciudadanía que según Crouch existen (Pp. 25-27).
El modelo de ciudadanía que puede ayudar a enfrentar la posdemocracia es el que llama “ciudadanía positiva”: que la gente se organice en grupos de intereses en comunes, que creen sus propias identidades, definan con claridad sus demandas e interpelen directamente al sistema político. El ciudadano activo reconoce en la política la principal esfera de participación. Los modelos de ciudadanía que contribuyen con la posdemocracia son: 1) la ciudadanía que se vive quejando de de las élites, que vive refunfuñando y diciendo que todos los políticos son corruptos, por lo que no vale la pena participar en política; y 2) la ciudadanía pasiva que entiende que cree que es suficiente con ir a votar cada cuatro años, y no vuelve a interesarse en las cuestiones políticas. El resabioso y el apático contribuyen por igual a la posdemocracia, uno porque vive quejándose sin hacer nada y el otro porque no se queja de nada. ¿Y usted en cuál modelo se ciudadanía se inscribe?
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
16/diciembre/2004
En la posdemocracia dominicana, los partidos políticos conocen un proceso creciente de debilitamiento, y la influencia empresarial se hace sentir fuertemente a través del financiamiento de las candidaturas y las actividades partidarias. El costo de las candidaturas se eleva cada día: precio de la televisión, de la radio, de los diarios, de los asesores y consultores ¿Quiénes tienen el dinero suficiente para financiar partidos y candidatos? Para los empresarios financiar campañas es una inversión, pero para la ciudadanía que apenas tiene los recursos para sobrevivir financiar campaña es un gasto. El financiamiento privado de las candidaturas en el país se asemeja a un bono con el cual se compra los favores y se trafica con la influencia, antes de llegar al poder.
¿Ejemplos? Las formas en que se realizan las privatizaciones, es uno. Las compras que realizan las entidades estatales sin previa convocatoria a concursos públicos transparentes. La asignación de obras grado a grado. La evasión de impuestos. La colocación de la propaganda publicitaria. La inexistencia de entidades de protección al consumidor o consumidora y las trabas que se colocan para crear este tipo de institución. Las ineficiencias de las diversas superintendencias: eléctrica, banca, seguros. Nombramiento de funcionarios que favorecen a grupos empresariales específicos. Ausencia de legislación sobre determinados aspectos de la protección de la ciudadanía frente a determinados productos.
Estamos en una encerrona. ¿Qué hacer? Crouch propone tres campos de acción. El primero es enfrentar el creciente poder empresarial en la política. Para lo cual una ley que limite el financiamiento privado de los partidos y sus candidaturas ayuda. Se trata de nivelar la competencia política, legislando sobre el uso igualitario de los medios de comunicación masivos. Se trata de evitar que el que tenga más dinero pueda influenciar en los partidos, de manera que cuando estos lleguen al Estado le devuelvan con intereses lo “invertido”. El segundo campo de acción es la búsqueda de nueva formas de hacer política. En el país hay un interesante proyecto de Ley de Partidos Políticos que contiene aspectos importantes. El tercero es la ciudadanía. Este campo tiene la ventaja de que ayuda a mejorar los otros dos. Para actuar en este campo hay que entender los tres modelos de ciudadanía que según Crouch existen (Pp. 25-27).
El modelo de ciudadanía que puede ayudar a enfrentar la posdemocracia es el que llama “ciudadanía positiva”: que la gente se organice en grupos de intereses en comunes, que creen sus propias identidades, definan con claridad sus demandas e interpelen directamente al sistema político. El ciudadano activo reconoce en la política la principal esfera de participación. Los modelos de ciudadanía que contribuyen con la posdemocracia son: 1) la ciudadanía que se vive quejando de de las élites, que vive refunfuñando y diciendo que todos los políticos son corruptos, por lo que no vale la pena participar en política; y 2) la ciudadanía pasiva que entiende que cree que es suficiente con ir a votar cada cuatro años, y no vuelve a interesarse en las cuestiones políticas. El resabioso y el apático contribuyen por igual a la posdemocracia, uno porque vive quejándose sin hacer nada y el otro porque no se queja de nada. ¿Y usted en cuál modelo se ciudadanía se inscribe?
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
16/diciembre/2004
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