La gobernabilidad es un atributo del estado y de la sociedad civil, por lo que ambos son responsables de conjurar la potencial crisis que se avecina. ¿Existe la probabilidad de una crisis de gobernabilidad? Primero definamos gobernabilidad. Entiendo la gobernabilidad como capacidad de procesar los conflictos que tiene una sociedad en su conjunto. Las probabilidades de crisis de gobernabilidad se observan cuando la nación carece de mecanismos institucionales y aceptados por todos y todas para el dialogo, la participación y concertación entre los diversos grupos sociales y políticos. Sobretodo si quienes carecen de voz y recursos económicos no tiene representes válidos en ningunas de las instancias estatales e institucionales.
Lo lamentable es que los problemas de la gobernabilidad en el país no son coyunturales, tienen mayores niveles de complejidad. Pero, los tres partidos que han dirigido el poder ejecutivo tienen grandes responsabilidades en el mantenimiento y profundización de un tipo de gobernabilidad instrumental y coyuntural. El PLD se valió del Programa Eventual Mínimo de Empleo (PEME), el PRD utilizó el abultamiento de la nomina estatal y los operativos coyunturales en los barrios y provincias pobres. Esta forma de ganarse el apoyo clientelar de las masas para construir la gobernabilidad es herencia de Balaguer, baste recordar la Cruzada de Amor y las “botellas” en el gobierno.
Los tres partidos no se han preocupado por los efectos a largo plazo de ese tipo de política. La forma de lograr esa momentánea estabilidad política socava las posibilidades de construcción de una verdadera y duradera gobernabilidad democrática que canalice las energías sociales hacia objetivos de progreso conjunto y un tipo de desarrollo que a las mayorías beneficie. El mejor ejemplo lo tenemos con las políticas sociales.
Es claro que se necesitan políticas asistenciales para poder reducir los efectos negativos de la crisis económica y de las medidas implementadas para salir de ella. Pero, esas medidas asistenciales, como la repartición de dinero, no deben ser vistas como si ellas fueran la política social. Por el contrario, esas medidas asistenciales deben realizarse alejadas del clientelismo y en el marco de la promoción de valores sociales y el compromiso de las personas beneficiarias con las actividades productivas de la nación.
No digo que esta forma de construir la gobernabilidad se deba a la maldad de quienes ejercen la política. Hay que tomar en cuenta que generalmente los políticos actúan en función de sus intereses y necesidades inmediatas, y piensan en lo que puede o no puede darle beneficios políticos en el momento, por lo que les resulta más fácil tratar de conseguir la estabilidad política en el corto plazo que la construcción de la gobernabilidad democrática. Es ahí donde entra la responsabilidad ciudadana.
La gobernabilidad democrática es un objetivo de alcance estratégico. En países como el nuestro está relacionado al cambio en la visión asistencial del estado, el desarrollo de una sociedad civil que participa activamente, demandando transparencia y la creación de mecanismos de rendición de cuentas, pero sin exigir privilegios especiales por la participación.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
07/octubre/2004
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