El discurso del Presidente Medina fue un discurso para
cerrar la coyuntura política sobre el cambio constitucional.
Nos recordó que en cuanto al sistema de elección, el
consenso existente en el país es el de dos períodos y nunca más.
El cambio se hizo viniendo como reclamo de la sociedad y con
un alto nivel de votación en ambas cámaras.
Sostuvo que se logró un acuerdo en el que participaron los
partidos que obtuvieron el 98 % de las votaciones en las elecciones de 2012. Como quien dice ofreció los argumentos para hablar de la
legitimidad de la reforma.
Reiteró que se trata de dar continuidad, yo diría
sedimentar, las políticas públicas, hacer irreversibles los cambios logrados
hasta ahora.
Explicó algo muy importante: está sacrificando su carrera
política ya que con el cambio no podría ser candidato nunca más después de
2020.
Con lo cual apuesta por la renovación de las elites, la
creación de nuevos liderazgos y el acceso a la candidatura presidencial de
liderazgos emergentes.
No asumió la posición de líder mesiánico, al contrario, al
procurar un gran acuerdo político, está, precisamente, buscando la forma de que
las políticas públicas diseñadas y ejecutadas en este cuatrienio sean
sostenibles y sustentables más allá de su presidencia. Más allá de su
liderazgo.
Hizo un compromiso con la voluntad de transformar la
sociedad dominicana, de continuar y profundizar el gobierno actual, defendiendo
las políticas públicas llevadas a cabo y convocando a la gente a defenderlas.
Nos convidó a todos y a todas a acompañarle en ese proceso
de cambio en el modelo de desarrollo.
El pueblo -los y las votantes- evaluará y decidirá con sus
votos, si efectivamente debe continuar este gobierno y sus políticas públicas.
Será la ciudadanía, a fin de cuentas, quién juzgará la
efectividad o no del discurso.
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