Reelección, Partidos y transparencia en la administración pública en 2007

Fragmento del texto.  El papel de los partidos políticos en la construcción de la transparencia en la administración pública. Escrito por Ramón Tejada Holguín.

Elaborado para el Panel-desayuno: “Los partidos políticos y la transparencia en la administración pública”. organizado y auspiciado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Participación Ciudadana, el Consejo Nacional de Reforma Del Estado (CONARE) y el Instituto Nacional De Administración Publica (INAP). Realizado en Enero de 2007, fue publicado por Flacso en el 2008: ISBN: 978-9945-8651-4-1.

Un lugar estelar en la listas de aspectos que presionan a los partidos hacia la opacidad en su paso por la administración pública es la reelección. Debo aclarar que la reelección no es perjudicial por sí misma, en realidad puede ser un estimulo para que los presidentes traten de hacer el mejor de los trabajos posibles. Como dice Maravall: “los políticos que quieren ser reelegidos están atentos a la opinión pública a la hora de optar por una política u otra”  (Maravall, José María: El Control de los políticos” (Editorial Taurus, Madrid, 2003) PÁG 15). Sugiere que las elecciones tienen influyen en la conformación de las políticas. En ese sentido, es posible que la reelección pueda presionar a un partido a ser más transparente. Si es que la ciudadanía evalúa las diversas ofertas y premia con su voto a los partidos que son más transparentes. Es decir si entre los criterios que utilizarán los votantes para tomar una decisión coloca el tema de la lucha contra la corrupción.

Desde ese punto de vista, para que la reelección no se convierta, en uno de los aspectos que presiona a los partidos a ser opacos, deben darse ciertas condiciones mínimas:


1) La existencia de una ciudadanía más activa y preocupada por las acciones gubernamentales, que presione por la transparencia y el buen gobierno;


2) La existencia de una prensa realmente independiente que informe correctamente sobre las ejecutorias gubernamentales y sus consecuencias, sin información confiable la ciudadanía no podrá tomar decisiones acertadas, para premiar y castigar debe estar informado verazmente sobre las acciones de los políticos;


3) La existencia de controles sobre el uso del erario en las actividades políticas, que exista sanciones y castigos fuertes para quienes se valen de mecanismos ilegales para financiar las campañas, en ese sentido es importante fortalecer la normativa legal existente, tener una buena ley que regule el financiamiento privado, ponerle tope al costo de las campañas, entre otros aspectos;


4) La existencia de sanciones a los funcionarios públicos y los que ocupan cargos electos si descuidan sus funciones para andar haciendo política de cualquiera de los candidatos del partido de gobierno.


Estas condiciones no están presentes en el país, por lo que la reelección en las presidenciales es perniciosa y onerosa (Me refiero al 2007, víspera del proyecto reeleccionista de Leonel Fernández). Ahora bien, debo decir la verdad la prohibición de la reelección no es la panacea, ni demiurgo creador de una nueva institucionalidad, puede ayudar, claro. Pero, ir tomando medidas para crear las condiciones señaladas sería la opción más seria, duradera y sostenible, porque el problema no es quien sea el candidato, la presión por la opacidad partidaria potencialmente es la misma cuando el partido como tal se quiere reelegirse.


Si no tenemos las condiciones previas señaladas más arriba, un partido en el gobierno podría elegir un candidato distinto al presidente, no se reelegiría la persona, pero sí el partido. En ese escenario cualquier candidato de un partido de gobierno y sus parciales dentro del tren gubernamental, congresional y municipal tampoco resistirán la tentación del uso del erario para sus campañas políticas.


Si nos damos cuentas, con este argumento estamos diciendo que siempre estaremos a expensas de un proyecto reeleccionista, que no importan si se prohíbe la reelección presidencial, será imposible prohibir la reelección de un partido. Por eso la falta de instituciones fuertes que reduzcan los niveles de clientelismo y la existencia de una ciudadanía de baja intensidad que cada vez se hace más apática y marcada por el desencanto, que ve como normal el uso de los bienes públicos para la promoción ya no sólo de los candidatos, sino hasta de los aspirantes a candidatos, es el problema más grave.


Hay tiempo, no hemos transitado el camino de otros países de América Latina, en los cuales los partidos han sido incendiados y lo que ha surgido de sus cenizas no ha sido mejor, para la democracia y la construcción de una sociedad menos desigual.


En el país los partidos son cada vez más fuertes, en el sentido de que siguen siendo la maquinaria a través de la cual se puede llegar a cargo electivo. Los niveles de votación de los tres partidos mayoritarios siguen siendo muy grandes. También con altos niveles de legitimidad, ya que la abstención electoral en el país es baja cuando se comparan con otros países, es de alrededor 25% en las presidenciales y de 40% en las congresionales y municipales. Pero, es claro que esta situación va en deterioro.


Se que ven una contradicción en esto, ¿cómo se explica esa percepción negativa de los partidos y al mismo tiempo se observa ese fortalecimiento en términos electorales? Aunque este tema es harina de otro costal y necesitamos muchas páginas para explicarlo mejor, puedo adelantar que el secreto está en el tipo de ciudadanía que tenemos y las expectativas de que a través de los partidos políticos se puede ascender social y económicamente. Expectativa que existe todavía, pero que creo que puede cambiar en el futuro inmediato.



Estoy tratando de ver todos los bemoles del peliagudo tema el doctor Cueto me pido tratar. En nuestro país debido a que el sistema de partidos es fuerte, estos pueden jugar un papel de primer orden en uno u otro sentido. Para lo cual deben dejar de representar los intereses individuales y deben existir mecanismos institucionales que traten de hacer que la competencia política sea menos desigual y onerosa.

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