Posdemocracia y mensaje del episcopado dominicano

Hace un tiempo que escribo sobre lo que Roberto llama "privatización de la política", otros  "influencia del poder corporativo" y Colin Crouch "Posdemocracia". Estos conceptos se refieren al poder de las grandes corporaciones y de las poderosas familias empresariales sobre el sistema político. Aspectos que niegan algunos estudiosos dominicanos para sostener que las elites políticas son autónomas, en particular la de un partido.

En su último Mensaje Pastoral, la Conferencia del Episcopado Dominicano da cuenta del fenómeno advirtiendo sobre el poder corporativo y la corrupción. En la página 6 sostiene: 
"... la de la corrupción imperante, muchas veces, en el manejo del erario público debido a la inescrupulosidad y mediocridad de políticos y funcionarios públicos, y en el sector privado, debido al espíritu de lucro fácil y la falta de principios éticos". 

En la página 16 el mensaje es más explícito: "Llama la atención la cuantiosa suma de dinero que ciertas empresas acostumbran suministrar a líderes y a partidos políticos, a fin de tenerlos de su parte en el momento que alcancen el poder, ya sea para la evasión de impuestos o para la aprobación de leyes que favorezcan unilateralmente sus inversiones".

El tema no es trivial. Para muchos este es el principal obstáculo que enfrentan las democracias del mundo. Colin Crouch en “Posdemocracia” (Taurus, 2004), sostiene que la política y el gobierno están volviendo al redil de las élites privilegiadas. Se trata del poder de las grandes corporaciones que se ejerce en el contexto de las democracias occidentales maduras. Le llama posdemocracia porque el empresariado ejerce el control a través del financiamiento electoral, en un contexto de elecciones "libres".

Si bien Crouch observa el fenómeno en países en los que la democracia ha recorrido un largo periplo hasta llegar a la posdemocracia, parecería que países como el nuestro están pasando directamente de la tímida democracia al control del gobierno y las instituciones políticas por las grandes corporaciones nacionales y extranjeras y a la generalización de la apatía política.

¿Qué hacer? 



Lo primero es enfrentar el creciente poder empresarial en la política. Para lo cual una ley que limite el financiamiento privado de los partidos y sus candidaturas ayuda. Se trata de nivelar la competencia política, legislando sobre el uso igualitario de los medios de comunicación masivos. Se trata de evitar que el que tenga más dinero pueda influenciar en los partidos, de manera que cuando estos lleguen al Estado le devuelvan con intereses lo “invertido”.

Lo segundo es la búsqueda de nuevas formas de hacer política, basadas en propuestas viables y liderazgo colectivo. Lo tercero es la ciudadanía. Este campo tiene la ventaja de que ayuda a mejorar los otros dos. Lo que necesitamos es que las gentes (los pobres y vulnerables principalmente) se organicen en grupos de intereses comunes, que creen sus propias identidades, definan con claridad sus demandas e interpelen directamente al sistema político. El ciudadano activo reconoce en la política la principal esfera de participación.

Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
El Caribe
21 Febrero 2012

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