¿Luchar por la democracia implica tener voluntad de fakir? El camino se nos presenta como escalera incendiada e interminable. Pero, no debemos olvidar que la gallina se llena el buche grano a grano, y no de una vez.
La lucha es permanente y sin descanso. "Las sillas invitan a parar" dijo Silvio alguna vez.
Parafraseándolo: "el pesimismo nos invita a sentarnos a ver la vida pasar y a esperar que algún día el agua celestial venida de vaya usted a saber dónde, apague el incendio que nos impide subir". Vana esperanza es esa espera.
El futuro lo construimos ahora.
La escalera arde, pero hay que subirla. Cada escalón tiene dueño. ¿Si algunos reducen su abrasadora llama, no debemos celebrarlo, y tratar de que los señores en trajes de amianto dueños de los demás escalones hagan lo mismo?
Muchas veces el pesimismo nos impide observar y fortalecer a quienes son aliados y aliadas de la transparencia y la eficiencia.
Reclamemos que cada quien cumpla con su deber, que el gobierno gobierne, que las palabras no sustituyan las acciones y que la oposición presente opciones razonables.
El vaso está medio lleno, pero puede seguir vaciándose, por lo que necesitamos personas capaces de ver las rendijas abiertas por las cuales pueden colarse la transparencia y la lucha contra la desigualdad y la persecución de una sociedad menos autoritaria.
De golpe y porrazo nada se construye.
Hemos ganado pequeñas batallas, pequeñas pero hay que cacarearlas para elevar "la moral de las personas", para que se vea que la lucha rinde frutos.
Nada puede ser peor para un luchador o luchadora que el sentimiento del "esfuerzo desperdiciado".
La lucha rinde frutos y hay que consolidar los espacios ganados.
En política y desde la lucha cívica, debemos ver el vaso medio lleno, y evitar que se vacíe. Hay que impedir que la gente salga de la lucha, porque "no vale la pena luchar".
Mucho se puede hacer y hay más aliados y aliadas de los que uno piensa.
Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
11 de Noviembre 2010
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