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El gran masturbador. Salvador Dalí. Foto realizada con celular |
El caso se agrava si los líderes de la oposición se rascan el ombligo, mientras están preocupados por ser elegidos por el líder gobernante como su interlocutor, dedicando su tiempo a sus luchas intestinas contra los demás líderes partidarios, antes que a presentarse como auténtica opción de gobierno. Los conflictos entre los partidos dominicanos no se presentan como conflictos entre disímiles intereses sociales, o económicos, u opciones de orden social distintas, se presentan como guerritas mediocres entre políticos igualitos que sus guerritas que se han autonomizado de la sociedad y parecen ser autistas. Dicho en otros términos: la competencia política no se realiza de cara a la ciudadanía, o de cara a las bases o en representación de ellas, sino de cara al otro líder. La participación de la ciudadanía es reducida y puntual, por lo que el aislamiento de los políticos se profundiza.
En teoría el conflicto político crea normas democráticas, ya que en el enfrentamiento se crean las reglas para la libre circulación de las propuestas, libre circulación que todos los partidos necesitan, identificándose la necesidad del contrapunto ineludible. Esto ocurre siempre y cuando los partidos entiendan que no pueden eliminar a la oposición sin destruir a la democracia misma, y la ciudadanía sea activa exigiendo que las políticas públicas respondan a sus necesidades. Pero, cuando se entiende que la lucha política es guerra entre ejércitos y que de lo que se trata es de destruir al enemigo, terminan desprestigiados todos los partidos y los mismos líderes. Pocos líderes políticos dominicanos están saliendo de esta trampa.
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Ramón Tejada Holguín
Perspectivaciudadana.com
El Caribe
30 noviembre 2010
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