Ramón Tejada Holguín
El debate de la nueva constitución es un espectáculo deprimente. La conducción ha tenido fallas significativas: discusiones acaloradas innecesarias, poca pericia en el manejo del orden parlamentario, se coartan opiniones de quienes no están de acuerdo con la presidencia de la Asamblea, y parecería que ningún partido político mayoritario tiene una visión de conjunto del proyecto de Constitución: Un día se ubican a la derecha, otro a la izquierda.
Parece que la minúscula Fuerza Nacional Progresista, que de progresista nada tiene, es la única coherente. Pero, es autoritaria y fundamentalista. Su presencia en la asamblea es negativa para el futuro de la democracia. Hay una paradoja: La FNP parece dirigir un sector del PLD, a pesar de que representa la ultraderecha, carece de votos propios, ya que es rémora del PLD, el cual se definió alguna vez como de izquierda. Los bloques de los partidos mayoritarios (PRD y PLD) no tienen posiciones homogéneas, y el PRSC se define según “conveniencias” momentáneas.
Existe el peligro de que se apruebe una Constitución a imagen y semejanza de esas agrupaciones sin visión de conjunto del proyecto constitucional: en ocasiones aprueban un artículo como el 2 que no puede ser más democrático, en otras giran hacia el fundamentalismo como con el artículo 30, y quizás debido a las criticas recibidas retornan hacia la democracia como en el caso de la educación para todos.
¿Cómo puede ser que la mayoría de los legisladores de un partido que se dice socialdemócrata, como el PRD, haya votando por una propuesta de ultraderecha, elaborada por el Opus Dei? Me refiero al Artículo que contra toda evidencia científica ha decido que la vida humana, que la persona, empieza a ser sujeto de derecho desde la concepción. Es inaudito que en el centenario de Bosch, hostociano, defensor de la separación de Iglesia y Estado y víctima de la intolerancia de la jerarquía católica, el PLD, el partido que fundó y amó, introduce dicho artículo, y la mayoría de asambleístas peledeístas lo apoyan.
Los resultados hasta el momento sugieren que la ciudadanía demócrata y que desea un Estado que nos considere por igual a todos y todas, debe influir para detener esta pendiente autoritaria y fundamentalista por la que se inclinan unos congresistas que tocan la música que las batutas de los sectores retardatarios de la jerarquía católica les exigen. Existen honrosas excepciones: entre las que se destacan los 32 legisladores que votaron contra el artículo 30.
http://hoy.com.do/opiniones/2009/5/5/276541/Ausencia-de-horizonte-en-la-Asamblea-Revisora
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