Ruth Herrera nos está engañando: la novela “Materia prima”, que recién reeditó Alfaguara, no fue realmente escrita por un tal Marcio Veloz Maggiolo, como quiere hacernos creer colocando su nombre en la portada. Yo sé la verdad y se la diré ahora mismo: la escribieron unos personajes que inventaron al escritor, el cual por coincidencia tiene el mismo nombre de ese señor que tantos textos ha escrito.
En apariencia se presenta como una novela “caótica”. Pero, no. Es la representación de un caos. Para llegar a ella hay que atraparla por la espalda, domarla antes de que se encabrite y nos apee de sus páginas, descalificándonos como lectores. La novela parte de “lo real”, que es el barrio y su gente, y llega a lo abstracto que es la materia prima del análisis. De ahí quien lee debe ir a “lo real pensado”, o sea a lo concreto representado.
Es entonces que vemos el barrio, ya no como realidad caótica, sino como el caos que tiene un orden interno, como la sociedad dominicana en pequeño bajo el trujillato. “Materia prima” presenta a Villa Francisca como un espacio socio-político en el que los seres humanos dramatizan con desgano la comedia del ciclo vital (nacer, vivir, morir), pero con sus especificidades e individualidades.
Dice Milán Kundera que “una novela no es una confesión del autor, sino una investigación sobre lo que es la vida humana dentro de la trampa en que se ha convertido el mundo”. Kundera habla de un tipo de novela, admito que es el tipo que me gusta, a cuya estirpe pertenece Materia prima: esas que indagan aspectos de las acciones humanas que las ciencias sociales relegan al rincón más oscuro del cerebro.
Sus personajes son unos insatisfechos e iracundos que explotan contra sí mismos dejando intacto lo que su ira provoca, creen vivir según el azar manda, pero el engranaje trujillista controla su cotidianidad, son la gente de Villa de esa época de sangre y dolor. Su ira era provocada por su entorno impregnado de violencia. Materia prima es el exquisito esqueleto de un texto, las anotaciones y reflexiones que un novelista metido dentro de la ficción le pasa a un novelista metido dentro de lo real, para que organice, encarne, le ponga órganos y sistema sanguíneo.
Parecería que el Archipámpano, Manolo, Persio, Ariel, Veloz Maggiolo, ¿yo?, descubrió, ¿descubrimos?, que el barrio es incapaz de ser aprehendido con las técnicas tradicionales de narrar o por los métodos más usados por los analistas sociales. Como si el barrio de la época fuera una realidad imposible de conocer desde el punto de vista de un sabelotodo, y se necesita la complicidad del lector para construirla en el pensamiento.
“Materia prima” deviene en una novela múltiple: cada quien la construye al leerla. El novelista-personaje, o el real, ha echado manos de las técnicas que Huxley usó en “Contrapunto”, de las que bebió Cortázar en “Rayuela”: nos presenta la novela y narra el proceso de su creación. Autor y novela son personajes de la novela y es el lector activo, quien organiza en su cabeza, como “lo real pensado”, el material que se le presenta. La novela ganó el Premio Nacional en el 1990, su reedición era necesaria.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
1 de Febrero de 2007
En apariencia se presenta como una novela “caótica”. Pero, no. Es la representación de un caos. Para llegar a ella hay que atraparla por la espalda, domarla antes de que se encabrite y nos apee de sus páginas, descalificándonos como lectores. La novela parte de “lo real”, que es el barrio y su gente, y llega a lo abstracto que es la materia prima del análisis. De ahí quien lee debe ir a “lo real pensado”, o sea a lo concreto representado.
Es entonces que vemos el barrio, ya no como realidad caótica, sino como el caos que tiene un orden interno, como la sociedad dominicana en pequeño bajo el trujillato. “Materia prima” presenta a Villa Francisca como un espacio socio-político en el que los seres humanos dramatizan con desgano la comedia del ciclo vital (nacer, vivir, morir), pero con sus especificidades e individualidades.
Dice Milán Kundera que “una novela no es una confesión del autor, sino una investigación sobre lo que es la vida humana dentro de la trampa en que se ha convertido el mundo”. Kundera habla de un tipo de novela, admito que es el tipo que me gusta, a cuya estirpe pertenece Materia prima: esas que indagan aspectos de las acciones humanas que las ciencias sociales relegan al rincón más oscuro del cerebro.
Sus personajes son unos insatisfechos e iracundos que explotan contra sí mismos dejando intacto lo que su ira provoca, creen vivir según el azar manda, pero el engranaje trujillista controla su cotidianidad, son la gente de Villa de esa época de sangre y dolor. Su ira era provocada por su entorno impregnado de violencia. Materia prima es el exquisito esqueleto de un texto, las anotaciones y reflexiones que un novelista metido dentro de la ficción le pasa a un novelista metido dentro de lo real, para que organice, encarne, le ponga órganos y sistema sanguíneo.
Parecería que el Archipámpano, Manolo, Persio, Ariel, Veloz Maggiolo, ¿yo?, descubrió, ¿descubrimos?, que el barrio es incapaz de ser aprehendido con las técnicas tradicionales de narrar o por los métodos más usados por los analistas sociales. Como si el barrio de la época fuera una realidad imposible de conocer desde el punto de vista de un sabelotodo, y se necesita la complicidad del lector para construirla en el pensamiento.
“Materia prima” deviene en una novela múltiple: cada quien la construye al leerla. El novelista-personaje, o el real, ha echado manos de las técnicas que Huxley usó en “Contrapunto”, de las que bebió Cortázar en “Rayuela”: nos presenta la novela y narra el proceso de su creación. Autor y novela son personajes de la novela y es el lector activo, quien organiza en su cabeza, como “lo real pensado”, el material que se le presenta. La novela ganó el Premio Nacional en el 1990, su reedición era necesaria.
Ramón Tejada Holguín
El Caribe
1 de Febrero de 2007
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