Mi profesor de Sociología 011, como uno de los estadistas de esta América Latina que gira a la izquierda, explicó la revolución silenciosa que se encuentra en marcha en el plano institucional. Presentó pruebas tangibles. En su discurso ante la Asamblea Nacional, dijo lo que tenía que decir y nueva vez confirmó que nuestro país marcha bien en el papel y las palabras. Al escuchar a Leonel Fernández, Presidente de la República Dominicana, lo recordé como el brillante profesor que me introdujo en el mundo de la sociología; rememoré su hablar parsimonioso, en medio de algún aula del Colegio Universitario, explicando de manera magistral la sociedad como un sistema conformado por elementos interrelacionados. Quizás no lo dijo él, pero de alguna manera en esa época aprendí que la humanidad toda forma parte de un mismo sistema de partículas interdependientes, la humanidad y el medio ambiente en que ésta interactúa.
En las aulas y el Congreso, no importa la dimensión temporal, el doctor Leonel Fernández me resulta convincente, creíble y sincero; pero yo, rosca izquierda de origen y nacimiento, pienso en la Rosa de Bayahíbe, en la Pereskia Quisqueyana, según su nombre científico, casi extinguida, casi aniquilada por la depredación, la indolencia y el no querer entender que la humanidad y los reinos animales y vegetales conforman un sistema simbiótico, o sea, lo que le pase a uno le pasa a la otra, y viceversa. Y me dan ganas de llorar, eso a pesar de que Fernández nos ha dicho que la nación anda por buen camino, que crecemos más que nadie en América Latina y estamos compitiendo en el mundo entero por ser uno de los países con mayor nivel de crecimiento económico, y yo le creo, pero no puedo dejar de pensar en la Pereskia Quisqueyana.
No me malinterpreten, no digo que la revolución institucional, silenciosa y discreta, que se evidencia en el país se parezca a la Rosa de Bayahíbe, porque ambas son de uso ornamental; tampoco sostengo que ambas están en peligro de extinción. Lo que quiero decir es que la revolución silenciosa no pudo impedir que de las 27 plantas hembras fueran eliminadas 26, por lo que según el subdirector del Jardín Botánico: “Hoy esta planta está al borde de la extinción porque no habrá producción de semillas ya que sólo quedan las plantas machos, que se pueden propagar por estaca, pero se pierde la diversidad genética”. Eran las últimas 27 plantas hembras que había en todo el país y nadie las cuidaba. Mientras a la novia o amante o hijo y hasta amigos díscolos de funcionarios y funcionarias enllavados se le asigna un policía o militar para que le empuje el carrito de la compra, le sirva de chofer o realice cualquier nimia actividad que hace sentir importante a tanta gente sin importancia, estas 27 Rosas de Bayahíbe, únicas en el mundo, estaban simplemente rotuladas, sin nadie que las cuidara, que las vigilara, que las protegiera de la depredación de la que al final fueron víctimas. También pienso en los pobres dominicanos y dominicanas quienes no se benefician ni del crecimiento, ni de la revolución silenciosa. ¿Se extinguirán en el futuro inmediato?
Ramón Tejada Holguín
El CaribeEn las aulas y el Congreso, no importa la dimensión temporal, el doctor Leonel Fernández me resulta convincente, creíble y sincero; pero yo, rosca izquierda de origen y nacimiento, pienso en la Rosa de Bayahíbe, en la Pereskia Quisqueyana, según su nombre científico, casi extinguida, casi aniquilada por la depredación, la indolencia y el no querer entender que la humanidad y los reinos animales y vegetales conforman un sistema simbiótico, o sea, lo que le pase a uno le pasa a la otra, y viceversa. Y me dan ganas de llorar, eso a pesar de que Fernández nos ha dicho que la nación anda por buen camino, que crecemos más que nadie en América Latina y estamos compitiendo en el mundo entero por ser uno de los países con mayor nivel de crecimiento económico, y yo le creo, pero no puedo dejar de pensar en la Pereskia Quisqueyana.
No me malinterpreten, no digo que la revolución institucional, silenciosa y discreta, que se evidencia en el país se parezca a la Rosa de Bayahíbe, porque ambas son de uso ornamental; tampoco sostengo que ambas están en peligro de extinción. Lo que quiero decir es que la revolución silenciosa no pudo impedir que de las 27 plantas hembras fueran eliminadas 26, por lo que según el subdirector del Jardín Botánico: “Hoy esta planta está al borde de la extinción porque no habrá producción de semillas ya que sólo quedan las plantas machos, que se pueden propagar por estaca, pero se pierde la diversidad genética”. Eran las últimas 27 plantas hembras que había en todo el país y nadie las cuidaba. Mientras a la novia o amante o hijo y hasta amigos díscolos de funcionarios y funcionarias enllavados se le asigna un policía o militar para que le empuje el carrito de la compra, le sirva de chofer o realice cualquier nimia actividad que hace sentir importante a tanta gente sin importancia, estas 27 Rosas de Bayahíbe, únicas en el mundo, estaban simplemente rotuladas, sin nadie que las cuidara, que las vigilara, que las protegiera de la depredación de la que al final fueron víctimas. También pienso en los pobres dominicanos y dominicanas quienes no se benefician ni del crecimiento, ni de la revolución silenciosa. ¿Se extinguirán en el futuro inmediato?
Ramón Tejada Holguín
1 de marzo del 2007
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