El riesgo manufacturado

El concepto de riesgo se ha tornado en algo muy complejo con la llegada de las sociedades modernas. El riesgo ya no está asociado sólo a las fuerzas de la naturaleza, como en la antigüedad. Paradójicamente mientras la humanidad va logrando mayores niveles de control sobre los fenómenos naturales, el riesgo aumenta de manera exponencial. La intervención de la humanidad trae nuevas e inusitadas inquietudes. "Empezamos a preocuparnos menos sobre lo que la naturaleza puede hacernos y más sobre lo que hemos hecho a la naturaleza", dice Anthony Giddens en "Un mundo desbocado", Taurus, 2000. El riesgo puede ser "causado por la tradición o la naturaleza", o manufacturado, que es el fruto de la intervención humana sobre el mundo. El riesgo manufacturado se asocia a la probabilidad de que la humanidad, debido a la forma en que interactúa con la naturaleza, provoque daños ecológicos que comprometan a las generaciones porvenir, o que terminen con parte de la vida sobre el planeta. El riesgo manufacturado es la suma de todos los riesgos. Se diría que Hobbes tenía razón al decir: “el hombre es el lobo del hombre”.

Previo a Giddens, Ulrich Beck ubica la noción de “riesgo” en el centro de su reflexión sobre la crisis ecológica y social. Quizás no fue sólo una casualidad que la primera edición de su obra "La Sociedad del Riesgo: Hacia una Nueva Modernidad", se publicara el mismo año en que tuvo lugar una catástrofe nuclear. El 26 abril de 1986, en Chernóbil, Ucrania, antigua Unión Soviética, diversos errores humanos provocaron que un reactor fusionara su núcleo y desencadenara una explosión que liberó una gran cantidad de residuos radiactivos que flotaron por más de la mitad de Europa. Alrededor de dos mil personas perecieron, y millones respiraron o ingirieron partículas radiactivas, sin que todavía se sepa a ciencias ciertas sus consecuencias ya que los efectos de la contaminación continuan y continuarán en el futuro.

La humanidad está expuesta a sufrir las consecuencias del calentamiento global, del deterioro de la capa de ozono, de la desforestación, y en cada uno de estos grandes riesgos la acción humana es determinante, o quizás debería decir la irresponsabilidad de la humanidad y el colocar el lucro individual por encima del interés colectivo. La humanidad corre el peligro de que el batir de alas de una mariposa en el África desencadene la furia de los vientos y las mareas que provocan huracanes y tormentas en El Caribe. En las sociedades modernas el riesgo se asocia a las altas probabilidades de ocurrencia de desastres ecológicos y sociales provocados por la indolencia y voracidad de un sector de la sociedad. Con la agravante de que las acciones de los países más desarrollados comprometen el bienestar de los menos desarrollados. La magnitud de los riesgos manufacturados no son los mismos para todos, y parecería que hay a quienes no les importa que todo el edificio social se venga abajo un día de estos. ¿Será que piensan que en cualquier momento pueden tomar un trasbordador espacial e irse a otro planeta a depredar?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
14 de diciembre 2006

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