Democracia y transición de gobierno

En esta exposición manejamos tres ideas esencialmente: 1) Que las dificultades, bloqueos y obstáculos que enfrenta el traspaso de mando en el país está relacionado a las limitaciones que enfrenta el desarrollo de la democracia y lo pocos espacios existentes para la participación de la ciudadanía y sus organizaciones; 2) Que el principal problema del traspaso de mando se relaciones con una concepción de la política como guerra, como enfrentamiento entre dos ejércitos, en el cual uno debe aplastar al otro, lo que provoca una espiral de retaliación y venganza que afecta el buen desempeño social, económico y político de la nación en el proceso llamado de transición; y 3) Que si bien hay que normar la transición, lo más importante es provocar un cambio en la forma de hacer política lo cual se logra a través de un reclamo mayor de la ciudadanía de espacio de participación y debate político. O como dice el PNUD, pasar de una democracia puramente electoral a una democracia de ciudadanos y ciudadanas.

1.

La democracia no es un proyecto que tiene una meta de llegada, como quien dice que llegado a un punto determinado y un proyecto terminado. La democracia, como bien han demostrado numerosos estudios, es mucho más que un régimen político; es, además, una cultura. Resulta estimulante, pues, ver la democracia como un largo y tortuoso camino, como un proceso interminable en el cual por cada nueva conquista, se presentan nuevos retos.

Precisamente, la larga transición de gobierno que experimentamos los dominicanos en estos momentos se constituye en un buen ejemplo para reflexionar sobre los límites de nuestro régimen democrático. Ver lo que pasa en estos tres meses de transición nos permiten repensar la necesidad de prestar mayor atención a la democracia como cultura, como un espacio que estimula el diálogo entre los actores, como la creación de un norte común para toda la nación, como el ambiente que ofrece el marco perfecto para la competencia política. Y nos permite ver cómo la ausencia de ese espacio de concertación tiene consecuencias económicas y sociales para los que no tienen voz y como el coronel aquel, no Pepe Goico no, hablo del Coronel de Márquez, el que no tiene quién le escriba.

Los relativamente pocos cambios de gobiernos que ha experimentado el país han estado normados por preocupaciones e inquietudes; por rumores de golpe de Estado, por saqueo del erario de parte de los funcionarios salientes, por el interés expreso del partido que sale del poder en hacer fracasar al que recién entra. Pensemos en 1978, por ejemplo y en como mucha gente daño obras de valor incalculable, incluso podemos pensar en la transición del 2000, y recordar la negativa del gobierno del PLD de ajustar los precios de los combustible.

Ahora bien, nada puede ser más mezquino y dañino para la construcción de la democracia que justificar los errores del presente, sosteniendo que en el pasado se hizo de esa manera. Esa ha sido una de las peores actitudes y la que más bloquea a nivel micro el desarrollo de la democracia. Y sin embargo, Fello Suberví echa manos del argumento para justificar las actuales mezquindades.

Las actividades de la última semana evidencian que hay obstáculos y reedición de viejos comportamientos que bloquean el camino hacia la construcción del régimen democrático dominicano. El comportamiento de los actores políticos en la transición revela que los sentimientos de venganza, las apetencias políticas y la intención de aportar su grano de arena para que el PLD fracase en su gestión, dominan las acciones de sectores del partido en el gobierno, a pesar de que ese fracaso signifique sumir al país en una crisis de proporciones importantes.

La actual transición se asemeja al período conocido en la historia nuestra como el de la España Boba. Estamos en presencia de un gobierno Bobo, o que se quiere hacer el Bobo. Así, este período parecería ser un espacio en el que no hay claridad sobre quién gobierna. La desidia se apodera de los principales funcionarios gubernamentales. Los que salen quieren dejar a los que entran la tarea de gobernar, pero los que entran no tienen mecanismos para gobernar.

Pero hay más, las aristas de este problema son múltiples, las consecuencias no son sólo en el plano económico, hay, también graves consecuencia en lo político, y particularmente en lo que se refiere a la continuidad del Estado.

Hablemos ahora de cierta apatía que se ha apoderado del tren gubernamental. Si la apatía se debe a que los funcionarios simplemente están desmotivados, a que no responden al piloto del avión que vuela a 400 mil pies de altura, hay formas de corregir la situación y urge un compromiso nacional para hacerlo; si entre las causas de la inacción gubernamental hay una “voluntad política” de castigo hacia el PLD, y de paso a la población dominicana, poco o nada puede hacerse, excepto, claro, acusar al gobierno actual de actuar con mezquindad y de llevar la nación al borde de un abismo por bárbaro deseo de venganza. Y esto último tendrá consecuencias políticas de grandes proporciones, para el futuro del PRD-PPH

2.

Partimos pues de los hechos, no de las palabras. Y los hechos evidencian que el actual gobierno se encuentra en un estado de inacción, de parálisis, y quien sabe si de abulia y desidia, lo que se ve en el plano de la electricidad no se puede ocultar por apagón alguno.

En primer lugar los hechos hacen creer que los críticos del gobierno del presidente Mejía tenían razón cuando decían que la actitud de diálogo promovida por el gobierno no era sincera, que sólo se trataba de un maquillaje, y que no hay voluntad para realizar un traspaso de mando que beneficie al país. Se diría que se prefiere castigar a quienes votaron contra el partido de gobierno.

La Comisión de Transición designada por el presidente electo ha dicho que la Comisión de Transición designada por el gobierno le oculta las informaciones que le solicitan. Lo que al parecer no han entendido quienes así están actuando, es que no sólo están afectando al PLD y al país, sino que están comprometiendo, además, su propio futuro político.

El gobierno no sólo va a la deriva, sino que el desorden se ha apoderado del tren gubernamental.

El gobierno no es una máquina cuyos diversos engranajes actúan en un mismo sentido. Parecería que hay quienes quieren distanciarse del mismo. En ese sentido, no sólo se está actuando por retaliación política, sino por descontento unos, y otros por deseos de ponerse donde el nuevo capitán le vea.

La actitud del PRD arroja dudas sobre la sinceridad del mandatario. La gente dice: una cosa es con guitarra y otra con violín. Parecería que el PLD y el PRD han permutados sus lugares, y sus cambiantes posiciones, lleva al descreimiento y la desconfianza, y afirma la visión de que los políticos no actúan en función de los intereses nacionales. Percepción, que como demuestran las dos Encuestas Nacionales de Cultura Política (Demos 94, Demos 97 y 2001) está muy generalizada.

¿Qué nuevo círculo de venganza traerán consigo las acciones del período bobo? ¿Cuál es el mensaje que los políticos están enviando a la población, a la ciudadanía? He ahí las consecuencias de las acciones del gobierno bobo, o que se hace el bobo, en el seno de la cultura política.

¿Qué pueden pensar quienes crean opinión pública, quienes tienen acceso a los medios de comunicación y se interesan por el desarrollo de la democracia dominicana del hecho de que este gobierno tenga voluntad política para nombrar a funcionarios tan importantes como los miembros de la Cámara de Cuenta, sin previa concertación con el gobierno entrante, mientras se niega a tomar otras medidas, como por ejemplo lo relacionado con la reforma fiscal, bajo el argumento de que son competencia del futuro gobierno?

En este contexto, el gobierno saliente reduce aún más su credibilidad entre importantes sectores de la prensa nacional, entre sectores organizados de la sociedad civil y buena parte de la ciudadanía. Limitando sus posibilidades electorales en el futuro y el espacio a ocupar en el sistema políticos dominicano.

En un contexto en que el reformismo se encuentra apagado y disminuido, el PLD emerge como triunfador. He ahí las consecuencias para este último actor. Dependiendo de la forma en que se maneje el PLD, existe la posibilidad de que el mismo se convierta en el amo y señor de la política dominicana. Lo cual tendría consecuencias importantes para la democracia dominicana.

Son tres meses de incertidumbre y parálisis que pueden costar caro a la economía dominicana, y cuyos efectos pueden tener consecuencias políticas importantes. Para muchos resulta lógico que el gobierno no se interese por la aprobación del proyecto de reforma tributaria, así como que haga caso omiso a la idea de celebrar una cumbre política que permita llegar a algún consenso mínimo sobre el qué hacer en el futuro inmediato.

Se dice que el PLD le hizo la vida imposible al PRD en la transición anterior, ¿por qué tiene el PRD ahora que facilitarle las cosas al PLD? Para quienes así piensan, la política es una guerra. Su máxima preferida es aquélla de que en política todo se vale. Quienes así piensan parece que no conocen el concepto de continuidad del Estado, no entienden que sea como sea a la política hay que imprimirle una dimensión ética. Quienes así piensan no ven a fin de cuentas esta visión y estos comportamientos terminan afectando negativamente a todos y todas. Quienes así piensan evidencian que no les importa la nación, el país, sino sus mezquinos intereses y las más bajas pasiones humanas.

La ciudadanía debería prestar atención a este tipo de político. Nadie puede negar que en más de una ocasión el PLD haya colocado los intereses partidarios por encima de los intereses de la nación; que la visión de la política como guerra fratricida sea dueña y señora de la cultura política dominicana. Pero nadie puede usar como argumento para hundir el gobierno en el marasmo y la lentitud esos argumentos, porque no es al PLD que están castigando, nos están castigando a todos y todas.

Incluso por el propio interés político Mejía debería obligar a los funcionarios a cumplir con la realización de una transición armónica. Porque la actitud en apariencia vengativa que está asumiendo el PRD-PPH, puede llegar a afectar el nivel de aceptación con el que salga el presidente Hipólito Mejía, que desea mantenerse en política y llegar a ser líder de su partido, o de la parte que logre nuclear a su alrededor. Si la transición la realiza como actúo en su gobierno, sus posibilidades políticas serán muy limitadas. Día a día crecen los sectores organizados y la proporción de ciudadanos que reclaman "ser bien gobernados". Entendiendo como bien gobernados la colocación del interés nacional por encima de los intereses partidarios. Día a Día, por lo tanto el tipo de político que coloca sus intereses personales y su guapeza por encima del interés nacional, está desfasándose y pareciéndose más a los dinosaurios

Los políticos del PPH-PRD tienen hoy la oportunidad de romper el círculo de la venganza. Y mientras tanto la nación se encuentra paralizada y al borde de una crisis fiscal de importantes proporciones. En ese sentido, habrá quien sospeche que el gobierno saliente está efectivamente ayudando al fracaso del gobierno entrante, profundizando el déficit fiscal. El PRD-PPH e Hipólito Mejía están desaprovechando la oportunidad de romper el círculo vicioso de la venganza política, y en el camino está comprometiendo sus posibilidades de retorno al poder. Evidentemente que el PLD no se quedará cruzado de brazos, y algo hará. Así, el circulo se amplía, y la política dominicana seguirá basada en el tú me tiras a mí las cajas y yo te tiro a ti los cajones.

3.

El limbo por el que pasa la República Dominicana está muy relacionado a la forma en que se visualiza el período de transición en el país. En primer lugar, cuando un candidato gana en la primera vuelta la transición se hace demasiado larga. En ese sentido, sería interesante que entre las modificaciones propuestas a la Ley Electoral se contemple la idea de que el cambio de gobierno se realizará 45 días después de proclamado un ganador. La única razón para realizar los cambios de gobierno un 16 de agosto, es un fetichismo a las fechas patrias, heredado del trujillismo.

En segundo lugar, sería interesante que las leyes normalicen la creación de las comisiones de transición, y le den ciertas potestades a la comisión creada por el gobierno electo; así como regulen las capacidades del gobierno saliente. Hay que evitar que como en todas las transiciones los gobiernos saliente repartan el patrimonio estatal cual si fueran heredades personales.

En tercer Lugar, en el caso concreto de la actual transición, y de la coyuntura económica, la idea de realizar una cumbre política tiene validez. Pero no una cumbre de dos, ni de tres. Sino, una cumbre en la cual participen el más amplio espectro de la sociedad dominicana y no sólo los dos candidatos, los empresarios y sectores de la iglesia católica. La ciudadanía común y corriente somos los más afectados por los desaciertos y pueriles enfrentamientos entre los partidos, por lo tenemos tanto o más derecho de participar en las actividades de concertación.

Lo que estoy diciendo es que no se piense que lo único que se necesita concertar son los aspectos económicos, o las reformas políticas. Ahí está el gabinete social y el plan de lucha contra la pobreza, en su continuidad o redefinición debe contarse con instituciones como el Centro De Estudios Padre Juan Montalvo, los grupos comunitarios. En el Plano Educativo el Centro Poveda, Educa, el Centro Bonò, las escuelas Fe y Alegría tiene mucho que decir. En el plano de la Salud hay que escuchar a Profamilia y a Insalud. En fin digo que nuestro país no sólo debe ser visto como que necesita una reforma fiscal y presentar sólo la agenda empresarial en esa reforma. El asunto hay que verlo de manera integral, y amerita ver las conexiones entre las políticas sociales y las económicas, y para esos los actores a sentar en las mesas de negociaciones somos mucho.

La realización de dicha cumbre beneficia a todos, en todos los sentidos. El presidente Hipo saldría por la puerta grande de la Presidencia de la República. Si lo que desea es que las consecuencias sociales de las políticas económicas propuesta y de la reforma fiscal fondomonetaria no recaiga sobre su historia, sobre sus hombros no se vean como su responsabilidad. La cumbre permitiría redefinir las propuestas de manera que la población asuma las medidas allí propuestas, y las decisiones tomadas en consecuencia sean vistas como responsabilidad de los actores participantes. Por lo tanto ninguno de los actores políticos saldría perdedor.

El presidente electo, de su parte, iniciaría así con un claro mensaje de que su propuesta de un gobierno de unida, de sus llamados a la creación de sinergia entre todos los sectores es más que una consigna; demostraría que no se trata simplemente de ofrecer cargos a los opositores, sino que efectivamente es un político que coloca el interés nacional por encima de los intereses partidarios.

Aunque parezca mentira en el 2000 escribí dos artículos en el fenecido El Siglo, uno se llamaba ¿Y dónde está el piloto? Y el otro, “pequeños cambios que traen grandes esperanzas”, ambos artículos me sorprendieron por su frescor y me dio pena ver que hoy lo dicho hace cuatro año se ajusta perfectamente a lo vivimos. Incluso el final de uno de ellos es perfecto para finalizar esta exposición: Si no se rompe la espiral de venganza existe la posibilidad de que a mediano plazo se editen en República Dominicana versiones Caribeñas de Fujimori y Chávez. En efecto, si el PRD no alcanza determinados logros en materia de lo social, ni demostrar una actitud diferente, los ojos de la ciudadanía podrían mirar hacia candidatos antipartidos y antipolíticos, al estilo Chávez y Fujimori. Hoy más que nunca estamos necesitado del piloto y la tripulación de esta nave. Pero, ¿Dónde están?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
04 de junio 2004

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