Isis Duarte: Enfurruñada y Alegre

Sé que le debo un artículo a Isis Duarte, pero se me hace difícil escribirlo. No es que las lágrimas y la tristeza me lo impidan. No es eso. Sé que lo último que desea Isis es que la congoja se asocie a su nombre. Es que me haría falta espacio para hablar de las diversas dimensiones y facetas que conocí de esta mujer que fue mi profesora en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Que fue mi jefa, primero en el Instituto de Estudios de Población y Desarrollo de Profamilia y después en Participación Ciudadana. Pero sobre todo, fue mi amiga. Nos unió una amistad que los debates, las relaciones de trabajo en ocasiones tensas y las diferencias intelectuales y políticas, jamás opacaron.

La recuerdo hablando con energía, gesticulando con pasión, enfurruñada, mandando a la porra a quien sea y defendiendo su posición con uñas y dientes. Directa, y dispuesta a darle un gancho al hígado a cualquier idea que no compartía. Aunque un tiempo después, luego de finalizar el debate caldeado, Isis podía venir con más bríos a defender una posición en la que incorporaba parte de las cosas con las que inicialmente no estaba de acuerdo. Señal de que la polémica a fin de cuentas era fructífera.

Dije que la recuerdo enfurruñada, pero no significa que anduviera todo el tiempo como si estuviera enojada con la vida. Por el contrario, reclamaba su derecho a "ser feliz", y a la vida buena; y estoy seguro que así intentó existir. Nunca le vi ese aire que tienen muchos intelectuales dominicanos que parecen afanarse en pasar a la posteridad a toda costa. Hizo su trabajo, el que podía, con las capacidades que tenía, y lo hizo bien.

Es una referencia en materia de sociología urbana. Junto con Ramonina Brea condujimos las dos primeras encuestas sobre cultura política que se realizaron en el país a nivel nacional. Era una mujer de acción, no sólo de pensamiento, fue de las fundadoras de Participación Ciudadana, y dirigió la primera observación electoral que se hizo en el país.

Cuando terminé mis estudios de maestría en México y avisé a mis contactos que regresaba al país, la primera oferta de trabajo que recibí vino de Isis Duarte, y fue la que acepté. Mucho le agradezco. Fue ella quien me llevó de las manos a Participación Ciudadana, primero como facilitador en los talleres de formación de los observadores electorales, luego como encargado del Pacto de Ética Electoral.

La última vez que la vi, parecía estar en perfecta salud. Caminaba por la Plaza de la Cultura y hablaba de su enfermedad como quien platica de un restaurante de comida mediocre. No la gran cosa. Me dije, esa es Isis. Nos prometimos encontrarnos de nuevo, pero no lo hicimos.

Incansable, trabajó hasta el final de su vida y sin pausa. Donde quiera que estuvo realizó una labor de indudable calidad, pero no sólo por las capacidades propias, sino porque tenía un olfato único para conocer y estimular el talento y las capacidades ajenas. Paz a los restos de Isis Duarte, loor a su vida.

Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
El Caribe
31 de mayo de 2011

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