Las sombrillas amarillas demandan medidas que mejoren la calidad de la educación

Los recursos que aportaría el 4% del PIB se usarían para que el gobierno cumpla con su deber de dar las horas de clases que se contratan a los profesores. Los recursos del 4% del PIB a la educación se deben usar para convencer a la ADP de que deje de hacer sus asambleas, actividades, encuentros y demás perdidas de tiempo durante las horas de clases.
Los recursos del 4% del PIB a educación pueden ayudar a que el Ministerio de Educación (MINERD) ponga sanciones ejemplares a quienes no cumplen ni los horarios ni el número de hora de clases; porque les pagará lo que se merecen y les exigirá lo que deben cumplir.

Los recursos del 4% del PIB se pueden usar para que existan mecanismos idóneos de evaluación de profesores, y un Ministerio que bien paga y bien evalúa estará blindado ante el despropósito de algunos que no quieren evaluación de profesores. El 4% ayudará a que la contratación de profesores se realice en función de las capacidades y habilidades que tengan para cumplir con su deber.

Sí, es cierto, el 4% del PIB para educación es muy buena consigna para movilizar y crear consciencia sobre los problemas del sector educativo; sí, sabemos que será barril sin fondo si no se aplican otras medidas.

El Ministerio de Educación descuenta de los salarios de profesores y profesoras las cuotas para la ADP, lo cual atenta contra la libertad de asociación. Es cierto que para dejar esa práctica anticonstitucional no se necesita el 4% del PIB para educación.

En definitiva, aclaremos, quienes defienden el 4% del PIB para educación son conscientes que ese dinero debe ir acompañado de acciones que permitan lograr un ministerio eficiente, contenidos de los textos adaptados a nuestro país y que realmente sirvan para alfabetizar y enseñar, políticas educativas de calidad y basadas en la equidad, profesores capacitados y un sindicato más consciente del papel que debe jugar el profesorado. Las sombrillas amarillas no reducen el debate al 4%, sino que colocan el tema educativo en el tapete.

Ramón Tejada Holguín
Perspectivaciudadana.com
25 de noviembre de 2010

Delincuencia, violencia y anomia

Insisto, para entender el crecimiento de la delincuencia y la violencia hay que observar nuestra nación a través del concepto de anomia, según lo elaboró el sociólogo estadounidense Robert K. Merton, para quien la anomia es causada por la desconexión entre la estructura reguladora de la sociedad y sus objetivos culturales. O sea, cuando las metas culturales de una sociedad van por un lado y las formas institucionalizadas y legales para alcanzarlas van por el otro.

Una sociedad será anómica si quienes pertenecen a ella definen el bienestar de la gente en función de la capacidad de adquirir cosas que tengan las personas, en particular productos suntuarios, y esa sociedad ni ofrece los medios institucionalizados para que la gente consiga esos bienes, por ejemplo, a través del trabajo honrado, ni sus instituciones colocan el énfasis en que deben respetarse las reglas del juego.

Esto provoca que se admire más al que tiene gran capacidad de compra, y sea visto como un fracaso la persona que trabaja y cumple con su deber. La gente hará lo imposible por conseguir esos bienes y no importará si usan vías no legales, tales como la corrupción administrativa, el crimen, y el tráfico de droga.

Las metas culturales de la nación (y al menos de occidente) están relacionadas al "look", a la apariencia, al consumismo, a lo superficial, y en Dominicana las formas institucionalizadas para conseguir esas metas (por ejemplo las actividades lícitas en general) son cada vez más reducidas, y la sociedad se hace más permisiva con formas ilegales (por ejemplo la evasión de impuestos y la corrupción administrativa).

La forma en que estas metas culturales superficiales penetran en la juventud y la niñez es brutal: a través de la publicidad, a través de las noticias y la promoción de un tipo de héroe y heroína cuyo único mérito en la vida ha sido el conseguir dinero sin ningún tipo de escrúpulos y de cualquier manera, corrompiendo gente e instituciones con los recursos económicos que obtienen promoviendo la muerte y “estupidización” de la juventud. Entre ese tipo de héroe o heroína se encuentra un tipo de funcionario que anda montado en su enorme “yipeta” con vidrios tan ahumados que le sirven para aislarles más de la realidad dominicana.

Un ejemplo reciente es el Amet que pudo provocar que un niño muriera, porque detuvo la ambulancia que lo transportaba para que pasara un funcionario y su comitiva. Si no hay sanción, este abuso será visto como un comportamiento "correcto y ejemplar". ¿No es eso anómico?

Una juventud que ve bloqueadas las formas institucionales para alcanzar la meta cultural, o escapa hacia el paraíso ficticio que las drogas prometen, o innova formas delincuenciales de alcanzarla, o es víctima de una frustración y resentimiento que la hace proclive a la violencia destructiva y autodestructiva vía la visión de que su fracaso es tal que no tiene nada que perder. El sicariato se alimenta de estos últimos.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectivaciudadana.com
23 de noviembre 2010