Con insustanciales epitetos, acusaciones no se construye una opción política competitiva

"Lo digo como un lamento": para cambiar la política es necesario que la juventud no se deje seducir por el discurso del ad hominem, tan querido por cierta derecha minúscula y algún sector de la izquierda colocado permanentemente en minoría. 
Un discurso político se rebate con argumentos y hechos, evaluando el contenido del mismo, y estableciendo sus debilidades y fortalezas, su conexión o desconexión con la ciudadanía, entre otros muchos aspectos, pero nunca insultando al emisor del discurso con epítetos zahirientes.
La lamentable conclusión al observar a jóvenes político seducidos por el glamour televisivo y la palabra que impacte, es que será difícil renovar la forma de hacer política en el país, si una parte de juventud pensante privilegia el espectáculo antes que el pensamiento y la reflexión. Si se privilegia el circo antes que la competencia política en base al contenido y al debate franco.

Lo grave del caso es que una proporción de esos jóvenes siguen a políticos, intelectuales y activistas que tienen 20, 25 y hasta 40 años tratando de construir una opción política y han fracasado: haciendo lo mismo se seguirán teniendo los mismos resultados.

Un discurso para cerrar la coyuntura y seguir definiendo políticas públicas eficientes y eficaces

El discurso del Presidente Medina fue un discurso para cerrar la coyuntura política sobre el cambio constitucional.

Nos recordó que en cuanto al sistema de elección, el consenso existente en el país es el de dos períodos y nunca más.

El cambio se hizo viniendo como reclamo de la sociedad y con un alto nivel de votación en ambas cámaras.

Sostuvo que se logró un acuerdo en el que participaron los partidos que obtuvieron el 98 % de las votaciones en las elecciones de 2012. Como quien dice ofreció los argumentos para hablar de la legitimidad de la reforma.

Reiteró que se trata de dar continuidad, yo diría sedimentar, las políticas públicas, hacer irreversibles los cambios logrados hasta ahora.

Explicó algo muy importante: está sacrificando su carrera política ya que con el cambio no podría ser candidato nunca más después de 2020.

Con lo cual apuesta por la renovación de las elites, la creación de nuevos liderazgos y el acceso a la candidatura presidencial de liderazgos emergentes.

No asumió la posición de líder mesiánico, al contrario, al procurar un gran acuerdo político, está, precisamente, buscando la forma de que las políticas públicas diseñadas y ejecutadas en este cuatrienio sean sostenibles y sustentables más allá de su presidencia. Más allá de su liderazgo.

Hizo un compromiso con la voluntad de transformar la sociedad dominicana, de continuar y profundizar el gobierno actual, defendiendo las políticas públicas llevadas a cabo y convocando a la gente a defenderlas.

Nos convidó a todos y a todas a acompañarle en ese proceso de cambio en el modelo de desarrollo.

El pueblo -los y las votantes- evaluará y decidirá con sus votos, si efectivamente debe continuar este gobierno y sus políticas públicas.

Será la ciudadanía, a fin de cuentas, quién juzgará la efectividad o no del discurso.