Una idea y 30 tuits con el nombre de: Ley de partidos… ¿Cuáles partidos?




1. Hay quienes creen que hay mantras que pueden expulsar los demonios clientelistas. Pero, no.

2. El más reciente de esos fabulosos mantras es la ley de partidos.

3. Hay quienes ven "la" ley de partidos cual demiurgo que construye la democracia y la institucionalidad. Pero, no.

4. No se trata de luchar por “una” ley de partidos, se trata del contenido de "esa" ley de partidos y de la cultura política dominicana.

5. Es ahí en donde la puerca retuerce el rabo, y el lugar donde mora el demonio: el de los detalles del consenso y el contenido de la ley de partidos.

6. Consenso y contenido pueden ofrecer las garantías mínimas de que la ley no se convierta en otro papel bonito y nada más. Hare Krishna.

7. Por eso es incorrecto sostener que un partido en especifico es culpable de la no aprobación de la ley. Vade Retro.

8. No podemos luchar por una ley de partidos que sea fruto de la imposición de una organización exclusivamente. No, señor, no.

9. Debe ser una ley consensuada, debatida y aceptada al menos por las organizaciones políticas con reconocimiento electoral.

10. Además, hay que escuchar a las fuerzas internas y las bases de al menos las dos fuerzas políticas determinantes del país: PLD y PRD.

11. Pero, es ahí donde se debe introducir el tema del contenido de la ley de partidos políticos.

12. En esto de los contenidos hay dos tendencias en lo que se refiere a la institucionalización del partidismo.

13. La primera desea una ley que regule un amplio espectro de las actividades de los partidos y da mucho poder al Estado como regulador.

14. El poder se lo da a instituciones como la JCE y el TSE.

15. La segunda desea una ley que reconozca la "libertad de asociación" y sea menos rígidas en lo que a regulación se refiere.

16. Pero, se deben identificar esos aspectos vitales que deben ser regulados. Soy partidario de la segunda visión.



17. Soy partidario de un tipo de ley que privilegie la autorregulación en términos de elecciones internas y reglamentos partidarios.

18. Pero, que regule de manera estricta la financiación, el uso de medios de comunicación y la definición de los organismos de control partidario.

19. Esto así porque en el diagnóstico del sistema político y partidario se pueden observar que los aspectos más dañinos son:

20. A. El papel del dinero (sin importar su origen) en la determinación de las candidaturas y los liderazgos.

21. B. Control de los medios de comunicación, o preferencias de los dueños de los medios de comunicación.

22. C. Lo difuso en cuanto al papel y poder de los organismos internos de cada partidos para la regulación ética y el acceso a la dirección.

23. Se debe exigir que los mecanismos de acceso a la dirección sean claros y eficientes; pero no los mismos mecanismos a todos.

24. Se debe exigir que realicen elecciones internas democráticas, con reglas del juego claras y precisas, pero no se les debe exigir las mismas reglas.

25. Todos deben tener reglamentos y estatutos en base a los cuales el TSE decidirá sobre los casos que a él lleguen…

26 …pero, no todos los partidos deben tener los mismos reglamentos y estatutos.

27. Ninguna ley de partidos puede pretender igualar a todos los partidos, sin entender sus propias especificidades ideológicas.

28. Una excesiva regulación corre el riesgo de convertirse en una ley irrespetable o en una ley que promueve la igualación ideológica.

29 Por último, seamos claros, una ley de partidos impuesta no será respetada. Como tampoco lo será una ley excesivamente rígida.

30 Y una ley que homogenice a todos los partidos no es conveniente, ni democrática, porque la ciudadanía debe tener opciones partidarias reales.


Nombre merecido


Si la grande bellezza es arte, será mar en techo y ragazza en playa esperando un abrazo que ya pasó.

Será muchas muertes: la fastuosa del hijo de la puerilidad oligárquica y la intuida que deja a Jep guardando su luto de jolgorio y cinismo.

Será El aparato humano llevando el placer hasta el círculo definitivo del ocio infinito.

Si La grande bellezza es arte, será una ciudad en la que sus verdaderos y más honestos residentes son los turistas.

Será el Aleph de las fiestas que son partes de una única fiesta que a nadie satisface y a la cual todos mueren por ir.

Será turista que muere, cámara en ristre, apropiándose de la ciudad-coliseo en la que cristianos y leones son indistinguibles.

Si La grande bellezza es arte, será un cardenal de la Curia Romana que va por la vida declamando sus exquisitas recetas.

Será monja centenaria que sube de rodillas una gran escalera que vaya usted a saber adónde llevará: ¿al dios cristiano o a la belleza?

Será una novia de juventud que nunca dejó de amarnos en secreto  y jamás supo que nos hizo morir el amor.

Si La grande bellezza es arte, no podrá serlo esa cosa llamada arte conceptual que tiene más de estafa que de hermosura.

Será Ramona a sus 45 años bailando en el antro de su padre, quien solo desea saber en qué gasta Ramona su fortuna.

Será bocatto di cardinale, de ese que confiesa y ofrece la dispensa mientras cierra la cortina de la ventanilla de su limosina.

Si La grande bellezza es arte, será una mujer que corre desnuda a estrellarse contra un muro de la antigua Roma.

Será la novelista del partido defendiendo el arte comprometido.

Será una manada de flamencos, hermosura rosada, descansando en el balcón del novelista de una sola novela de juventud.

Ya lo dije, será el fraude del performance, la hermosura perdida, una niña que gana millones bañándose en pintura de colores  diversos.

Será el líder del partido amando a la novelista del partido

La grande bellezza, inutilidad de cierto arte, banalidad de ciertas vidas, superficialidad de ciertas clases.

Será vida que de súbito sabe que no ha vivido, pero ha vivido con necia e insulsa intensidad.
 Será editora enana que se sabe enana y por eso bebe sopa y hace el amor por las noches.

La grande bellezza bebe de La dolce vita, de Visconti y su fastuosa decadencia, y por alguna razón me recuerda a Blow up de Antonioni.

Sí, La grande bellezza es una película de la cual es muy difícil hablar, conversar, escribir.

No sé si los “será” serán, pero sé que La grande bellezza es arte auténtico, la mejor película que he visto en mucho tiempo.
 
La grande bellezza: nombre merecido.

La grande bellezza.

Dirigida por Paolo Sorrentino.
Escrita por Paolo Sorrentino y
Umberto Contarello.

Ramón Tejada Holguín,
26 de enero de 2014