Los dos principales retos del PRD

Para hablar de la crisis interna del PRD y sus desafíos debemos observar cuáles entendemos deben ser las características y funciones de los partidos políticos modernos. Son un conjunto de personas  que dicen tener una idea de cómo deben funcionar las cosas, y que su propuesta es la que conviene a la sociedad en su conjunto. Cierto, muchas veces esa visión es encarnada por líderes y dirigentes que en ocasiones colocan su interés personal por encima del colectivo que pertenece al partido.

 Pero, tomemos en cuenta que quien milita, o se hace miembro de un partido, se compromete con la visión del partido y acepta el comportamiento de sus dirigentes como válido, a menos que los enfrente.

En ese sentido, corresponde a quienes pertenecen a un partido defender, o luchar por cambiar, sus direcciones y su visión. La ciudadanía decide cuál candidatura y sentido del orden le convence más a través del voto.

Las personas que somos estudiosas de la realidad social hacemos nuestros análisis y podemos sugerir la marcha de los acontecimientos, e incluso hacer propuestas sobre cómo dirimir conflictos internos. Pero, la institucionalidad y democracia partidaria demanda que sean los y las miembros quienes decidan quién o quiénes les representan. Esto vale para todos los partidos.


Dicho claramente, son las personas que pertenecen al partido quienes deben decidir sobre las cuestiones internas. He pues aquí el primer gran reto del PRD: resolver la actual crisis entre perredeístas, sus instituciones y su liderazgo. La intromisión de otros grupos políticos o sectores, sean intelectuales o de la sociedad civil, no es conveniente para ningún partido. Una organización política debe ser expresión democrática de la voluntad de la mayoría de su militancia. Ese aspecto es lo que da fortaleza y legitimidad a sus dirigentes, y le permite presentarse a la sociedad como portador de un sentido del orden válido.

Cuando los conflictos no pueden ser solucionados internamente, existen mecanismos institucionales para resolverlos. Por ejemplo, el Tribunal Superior Electoral (TSE), el cual debe tomar las decisiones basándose en los estatutos internos del partido. El TSE se convierte en el juez entre las partes decidiendo quiénes respetan o no las leyes que se ha dado la propia militancia partidaria.

Ambos grupos del PRD aceptaron, en principio, el TSE como juez supremo. Enviaron sus abogados a defender sus causas. Lo correcto e institucional es aceptar las decisiones que emanen del TSE. El respeto a esas decisiones es la muestra de madurez democrática y de que el PRD es un partido respetuoso del ordenamiento jurídico y de las reglas del juego. Sin embargo, un sector rechaza las decisiones del tribunal y radicaliza su posición.

El segundo gran reto del PRD es respetar las reglas del juego democrático para no seguir perdiendo el apoyo de la ciudadanía y mantenerse como opción de poder. El grupo de Hipólito habla de la necesidad de una ley de partidos, pero si no respeta el TSE, ¿respetaría dicha ley?

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
12 junio 2012